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«El Diablo y la locura» se dan la mano en el lado oscuro de Maracaibo

La idea de un mal acechante y paranormal capaz de apoderarse de una persona para apartarla del bien y hacerla cometer actos horrendos en contra de su voluntad, es una noción perturbadora que ha intrigado al hombre por milenios, transformándose en la excusa de psicópatas, titulares de prensa, argumento cinematográfico, leyendas urbanas y epicentro de un interminable debate entre la fe y la ciencia.

En el contexto informativo local los términos “posesión demoníaca” y “exorcismo” sazonan con desenfado las crónicas de sucesos que los lectores devoran insaciablemente. Con una frecuencia casi mensual medios de la ciudad reseñan casos de homicidio o abuso de diversa índole, donde el transgresor alega haber actuado bajo la influencia de espíritus malignos o luchando contra estos.

“Estrangula a su mujer pasa sacarle un demonio”, “Nelsito: Mi Dios me habló y me dijo que la matara” y “Mujer asesina a dos de sus hijos en intento de exorcismo” son apenas una pequeña muestra de las alusiones demoníacas que suelen aparecer en la prensa.

Es tal el influjo de esta cultura místico-paranormal en la vida cotidiana del marabino, que hasta se ha convertido en un punto referencial en nuestra geografía. “Queda en 5 de Julio, al lado de la casa del exorcismo”, suele decir la gente en referencia a La Morela, una edificación de más de 70 años donde todos afirman que ocurrió una batalla contra el maligno. Hoy sabemos a ciencia cierta que solo se trata de una propiedad tapiada para ser usada como depósito por su dueño de 90 años, quien se niega a venderla o demolerla por apego emocional.

Líbranos del mal

Esta fibra de misticismo entretejida en el ideario público, es tan fuerte que excede hasta la visión de la propia Iglesia, quien en su doctrina proclama la existencia de Satanás y otros espíritus malignos como “una amenaza real contra la vida de los hombres”, pero admite que la inmensa mayoría de los casos comúnmente que se señalan como posesión demoníaca, terminan siendo patologías mentales.

El padre Miguel Antonio Ospino Martínez, rector del templo de San Tarcicio y vicario episcopal para la vida consagrada, explica a Tu Reporte que “Satanás se sirve del engaño, la mentira y la confusión para alejar a los hombres del bien, y en ocasiones también da origen a la llamada obsesión o posesión diabólica, caso en el cual se requiere de una plegaria basada y apoyada en el poder de nuestro Señor Jesucristo contra el Diablo”.

Según la teología católica, existen distintos grados de influencia del mal, de los cuales el primero es la incitación a pecar, seguido por la llamada obsesión, cuyo ámbito es psicológico y se manifiesta a través de pensamientos y sueños perturbadores o visiones paranormales; por último está el control absoluto de la materia, que es el más referido por la cultura popular.

“Existen distintos tipos de oraciones y exorcismos llamados menores, que no necesariamente implican una posesión sino una obsesión o perturbación del demonio y cuya sanación la puede hacer cualquier sacerdote, pero en el caso de un exorcismo mayor por posesión se necesita una autorización expresa de un obispo, además de la participación de dos o tres exorcistas que son personas con una formación especial y una gran fortaleza espiritual para enfrentarse al mal”, acota el también profesor de teología de la universidad Cecilio Acosta.

El exorcismo mayor es un ritual litúrgico instaurado por el Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por autoridad del Papa Juan Pablo II, y contenido en el llamado Ritual Romano de Exorcismo y otras súplicas para combatir la presencia del mal, aprobado por el Santo Padre el 1 de octubre de 1998.

“Este libro está al servicio de la obra de la salvación humana (…), por eso podemos decir que no es en vano que se efectúe el exorcismo, que se inscribe en la lucha contra el mal, para que los fines contenidos por la oración y la iglesia, fortalecidos por el poder de Cristo Salvador y los sacramentos nos libren de cualquier perturbación proveniente del mal”, enfatiza Ospino.

El sacerdote aclara que cuando hay una solicitud de ayuda por sospecha de posesión, el primer paso es acudir ante el afligido a constatar si presenta los síntomas de una infección demoníaca. Los indicadores inequívocos de una presencia demoníaca son el rechazo a la oración y todos los objetos religiosos como el rosario, la imagen de la Virgen María y algunas manifestaciones físicas como comportamiento violento, fluidez en idiomas que el afectado desconoce, presunción de conocer el futuro y levitación.

“Uno está en capacidad de saber si se trata de algo muy importante o no diabólico –apunta Ospino, indicando que- si se trata de algo grave se busca la autorización del obispo o si es algo psicológico se remite ante un especialista”.

Parece, pero no es

Marta Sotolongo, médico psiquiatra y profesora del LUZ del Departamento de Ciencias de la Conducta, argumenta que si bien no puede descartar la existencia de fenómenos paranormales, defiende que el estudio de las patologías mentales ha avanzado hasta un punto de poder explicar la mayoría de lo que las personas atribuye a “obra del demonio”.

“Muchas de las manifestaciones que presentan quienes afirman estar controladas por una voluntad ajena a ellos, vienen relacionadas con un cuadro psiquiátrico agudo o crónico. Al no explicarse qué le está sucediendo al afectado, la familia se alarma y busca ayuda médica y cuando el paciente no responde, optan por la asistencia religiosa para que se practique lo que se llama exorcismo”, indica la especialista.

Sotolongo aduce que estos casos erróneamente diagnosticados como de origen diabólico son consistentes con el cuadro clínico de un paciente con ideas delirantes de tipo místico y religioso, ante las cuales la persona puede sentir que se ha transformado físicamente en una entidad distinta a sí mismo e incluso no reconocerse en el espejo.

“Existe más de una patología capaz de producir estos síntomas y alucinaciones visuales. Están los casos de traumatismo craneoencefálico severo o deterioro cognitivo, pero también los pacientes esquizofrénicos sufren de la denominada despersonalización, la cual puede ir acompañada de agresividad, hablar con otros tonos de voz e incluso tomar la estructura de otro ente que no corresponde”, señala la terapeuta, al describir lo que fácilmente podría confundirse con una posesión.

El marco referencial del paciente también juega un rol clave en la estructura de su delirio. De ahí que una persona esquizofrénica que provenga de una familia extremadamente religiosa, si comete lo que en su contexto es considerado “pecado” (abuso sexual o de otro tipo), puede llegar a desarrollar una fantasía demoníaca, donde rechaza las figuras religiosas, creando un mecanismo de defensa psicológico para no enfrentar una realidad que choca con sus valores o creencias, explica la psiquiatra.

“Un cuadro menos frecuente es el trastorno de personalidad múltiple con trastorno de personalidad disociativa. En éste el paciente asume un alter ego que podría ser interpretado como un espíritu invasor”, subraya Sotolongo al aclarar que en su práctica médica lo que más ha visto son trastornos delirantes como la esquizofrenia o incluso epilépticos con episodios psicóticos que también pueden asemejarse a una posesión, pero nunca se ha visto en necesidad de buscar ayuda religiosa, ya que generalmente las personas responden al tratamiento farmacológico.

Aunque la especialista no descarta que la ayuda espiritual puede ser complementaria en el tratamiento psiquiátrico, recomienda no buscarla en aquellos casos donde el paciente tenga fuertes preceptos religiosos ya que puede exacerbar la sintomatología.

“A un paciente con ideas delirantes de tipo místico-religioso se le hace un flaco favor si acude con mucha frecuencia a la iglesia católica o cristiana-evangélica, ya que la retórica sobre el mal y el pecado que existe en esos círculos podría hacer que se complique más al retroalimentar su delirio”, advierte Sotolongo.

La especialista concluye que así como ha evolucionado la psiquiatría, también han evolucionado las religiones, de manera que ahora toman en cuenta la explicación científica así como también los médicos reconocen que el paciente necesita apoyo espiritual.

Carl Sagan solía decir que “toda tecnología o ciencia que está más allá del entendimiento suele ser interpretada como magia”, tal vez llegará el día en que la comprensión de la mente humana disipe para siempre la sombra del demonio, mientras el debate entre la razón y la fe, maldad y la demencia sigue vigente.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Foto: Archivo

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