Política 

Pérez Morales Vs. Ocando Yamarte: Una “guerra de sotanas” que dividió al clero zuliano

La Iglesia es a Dios, lo que los partidos políticos son a la democracia. Esta afirmación, aunque polémica, resume de manera contundente el trasfondo humano de instituciones consagradas a ideales elevados, que en la práctica se decantan en una lucha por el poder. En el Zulia un episodio que retrató descarnadamente tal realidad, fue el conflicto registrado entre el entonces Arzobispo de Maracaibo, Ovidio Pérez Morales y el fundador de los Niños Cantores del Zulia, Monseñor Gustavo Ocando Yamarte.

La pasantía de Pérez Morales por la Arquidiócesis marabina es recordada por los zulianos “con o sin sotana”, como uno de los períodos más polémicos para la iglesia regional. Denuncias de nepotismo, malversación, intrigas políticas y la destitución Ocando Yamarte del Canal 11 y el Instituto arquidiocesano Niños Cantores del Zulia, fueron los condimentos que dejaron un amargo sabor de boca a la opinión pública que debió tragar grueso la ostia administrada por aquel arzobispo.

El artículo titulado “Cerrado el caso de los Niños Cantores”, publicado en abril del 99 por la revista SIC (Seminario Interdiocesano de Caracas), destaca el espaldarazo del Vaticano y la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) a las controversiales decisiones de Perez Morales durante su gestión, pero también arroja luces sobre la profundidad de las fracturas que éstas generaron dentro de la curia.

De buenos y malos

Tras un respectivo llamado a la unidad clerical y lavar la ropa sucia en casa, el texto de SIC detalla que el conflicto suscitado en la iglesia zuliana tras la expulsión de un grupo de estudiantes de la Universidad Cecilio Acosta, escaló con la reestructuración del Instituto Niños Cantores del Zulia y reventó con la decisión del 5 de noviembre del 1998, donde el entonces Arzobispo de Maracaibo revocó a Ocando Yamarte los poderes conferidos sobre el instituto y los canales NCTV Zulia, Lara y Carabobo, crea la figura de un presidente-contralor para todo el complejo arquidiocesano y ordena una auditoría general.

El artículo que reposa en los archivos de la publicación jesuita reseña que las medidas de Pérez Morales fueron protestadas por Ocando Yamarte y otros 32 sacerdotes zulianos mediante cartas enviadas a Roma, donde señalan al Arzobispo de no consultar a los presbíteros, incurrir en nepotismo en la asignación de cargos curiales, ceder a presiones de la Presidencia de la República e inmiscuirse en la política normativa del canal.

Las misivas que fueron divulgadas en su momento por los diarios Quinto Día y La Región, forman parte de los soportes usados por el periodista y ex dirigente político Gastón Guisandes, en su libro titulado El Arzobispo (Historia de lo que nunca debió ocurrir). Una obra en la que analiza y califica duramente las acciones y motivaciones de Pérez Morales, a la vez que ensalza con generosidad a la figura de Ocando Yamarte.

Más allá del desenfadado uso de adjetivos alineados con su particular filiación política, Guisandes retrata a dos personajes de carácter regio, destinados a chocar inevitablemente en el ejercicio de sus roles de poder y autoridad. Uno de ellos, encumbrado por sus logros como edificador, gerente y comunicador, y el otro ungido por su formación intelectual, y ascceso a las altas esferas del poder político y religioso en Caracas y Roma.

Aunque quienes conocen de primera mano a Ocando Yamarte admiten que “no es ninguna perita en dulce” y ubican sus motivaciones en una delgada frontera entre el ego y la glorificación de Dios, destacan que durante su ejercicio al frente Niños Cantores del Zulia, impulsó y concretó grandes obras de interés social como tres canales de televisión, la Universidad Cecilio Acosta, el Teatro Escuela del Complejo Polideportivo de la Urbanización La Paz, el Hospital Madre Rafols, el Museo Arquidiocesano Obispo Lasso, el Templo Bautismal Rafael Urdaneta (hoy Panteón Regional) y el Complejo Ciudad de Dios, integrado por el Templo San Tarcisio y el Museo de la Creación (incendiado en días recientes).

Aunque Ocando Yamarte es principalmente recordado como director de NCTV por su exposición mediática, su trayectoria también incluye otros roles como director del diario La Columna, redactor de L’Osservatore Romano, director del Seminario San José, catedrático del Seminario Interdiocesano de Caracas, director de la Voz de la Fe y de Niños Cantores Radio 90.9 FM.

Son precisamente estos méritos, los que Guisandes en su libro, afirma que “despertaron los celos” de un Pérez Morales que se sintió opacado en su estatus, tras asumir la Arquidiócesis de Maracaibo el 11 de febrero de 1993.

Suena el cascabel

El hombre apodado por sus rivales como “Ofidio” -un apelativo que hace mofa a la fonética de su nombre y a la vez advierte de su temperamento viperino- había venido escalando en la jerarquía católica desde los años 70, cuando fue nombrado tercer obispo de Aquae Albae en Tunes, pero fue entre mayo de 1980 y diciembre de 1992 cuando Pérez Morales en su papel de obispo auxiliar de Caracas, estableció lazos cercanos con la élite política nacional que más tarde usaría a su favor y en desmedro de Ocando Yamarte.

Algunos de sus más acérrimos críticos como Guisandes, el ex sacerdote Vidal Atencio, afirman que las acciones de Pérez Morales contra Ocando poco o nada tenían que ver en su estilo gerencial, sino que este veía al monseñor zuliano como un obstáculo a neutralizar para lograr completa influencia en la Arquidiócesis de Maracaibo y a la vez garantizar su ascenso en la jerarquía religiosa.

“Cuando Ramón Ovidio llega a Maracaibo, para gobernar la Arquidiócesis, siente que ésta es una parada jerárquica obligada, en lo que él, en su incontenible vanidad, ha definido como el tránsito hacia la Arquidiócesis de Caracas que este hombre –no el pastor- ve como la antesala al Cardenalato”, afirma el autor de “La historia de lo que nunca debió ocurrir”, al referirse a los objetivos de Pérez Morales en la región.

Sobre las denuncias de nepotismo enviadas a Roma, las cartas publicadas por medios nacionales detallan el desalojo de las monjas del Palacio Arzobispal por parte de Pérez Morales. También señalan que el nuevo mandamás de la iglesia zuliana había ordenado traer a Maracaibo a su cuñada, quien fuera su secretaria privada en la Arquidiócesis de Coro, e hizo lo propio con un sobrino de ésta, Alfredo Zambrano y su esposa Gisela Díaz, a quienes designó contralor y administradora de la Arquidiócesis, en un evidente conflicto de intereses que derivó en escabrosas implicaciones administrativas.

Las acusaciones de los prelados trajeron enfrentamientos y presiones que partieron a la curia regional en dos bloques. Se tachaba de “buenos” a quienes se alineaban con Pérez Morales y de “malos” a quienes lo desafiaban o tomaban partido con Ocando Yamarte.

Presiones políticas

El “ruido de sotanas” no tardó en llegar a oídos del presidente Rafael Caldera, quien mantenía una manifiesta cercanía con el Opus Dei, y vio en el “santo embrollo” del Zulia, la oportunidad de pasar factura a Ocando Yamarte por respaldar una línea editorial que había permitido al periodista Argenis D’Arienzo, denunciar en su programa en NCTV el supuesto “tráfico de influencias” de su hijo Juan José, para lograr que el Gobierno otorgara la concesión de un puerto carbonífero en el Lago de Maracaibo, a una compañía extranjera que no cumplía los criterios necesario para obtener la licitación.

“Cuando el Arzobispo dio la rueda de prensa para destituir a Ocando Yamarte, después de hacerlo, sin previa conversación con éste, llamó a Caracas y dijo por teléfono: ‘Doctor, ya di la rueda de prensa…todo como acordamos allá en Caracas’. De esta llamada hay un testigo de primera mano, que declarará si es necesario”, apuntó en su libro Guisandes, pero recientemente el misterioso testigo de la confabulación, develó su identidad a Tu Reporte.

“El día que paran a Ocando Yamarte, yo estoy en la oficina de presidencia con el innombrable ‘Ofidio’ Pérez Morales, y le digo así porque eso es una culebra de cuatro cabezas. Él me dice ‘bueno, vaya a hacer su programa’ y yo le digo ¡no, yo no voy a hacer el programa si no es con usted de entrevistado, porque la noticia hoy es usted!, porque si él (Ocando) se va, yo me voy. No me fui del canal 11 por solidaridad automática, sino porque lo que estaban haciendo era una injusticia, ya que yo escuché la conversación de Pérez Morales con el ministro e información de Caldera para quitarle NCTV (al padre Ocando)” contó D’ Arienzo a este medio durante una entrevista el pasado noviembre de 2017.

En declaraciones ofrecidas a la revista Tendencias, ocho meses después de su destitución a manos de Pérez Morales, el creador del programa Ángulos y los recordados “bombolones” ratificó la injerencia política del Presidente en lo ocurrido y calificó las motivaciones que impulsaron a su adversario, de simple y llana “fragilidad humana”.

“Yo no puedo callar acciones injustas y deshonestas, yo no las voy a callar, incluso en mi salida del canal además tuvo que ver Rafael Caldera a raíz del problema de la Isla de San Bernardo, en la cual al cuñado de su hijo prácticamente le regalaron ese territorio y él presionó. Tengo datos muy concretos y Ovidio Pérez sucumbió a las peticiones del Presidente de la República”, aseguró Ocando.

Poder y Autoridad

El creador del complejo Niños Cantores del Zulia reflexionó en dicha oportunidad sobre la naturaleza de lo que muchos asumen como poder, al destacar que prefiere tener autoridad, ya que ésta “es una condición espiritual que la gente le otorga a alguien, sobre la base de lo que ha hecho y a la coherencia que ha tenido entre lo que dice y lo que hace. Hay muchos que sólo tienen autoridad y han logrado más cosas que quienes tienen poder” aseguró en tácita alusión a Pérez Morales.

Tras su salida de la Arquidiócesis de Maracaibo, Pérez Morales fue designado Arzobispo de Los Teques, tarea que desempeñó hasta diciembre de 2004 cuando fue elevado al estatus honorifico de “emérito”. Como expresidente de la CEV y del Concilio Plenario de Venezuela este sacerdote de 86 años sigue siendo una de las voces más altisonantes y críticas de la jerarquía Católica ante el Gobierno Nacional.

A pesar de su ascendencia y amistad con ciertas personalidades del oficialismo, Monseñor Ocando Yamarte ya no está en el Canal 11 y a sus 79 años de edad mantiene un bajo perfil mediático y político. Familiares y allegados confirmaron que todavía oficia misas en su atesorado Templo de San Tarcisio y la iglesia Corazón de Jesús.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Archivo

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