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Zara y Bershka: ¿Reabrirán algún día en el Sambil?

Los fans de la moda en Maracaibo están casi de luto desde que sus “amigas” Zara y Bershka fueron sumidas desde hace cuatro años a un profundo coma, por falta de divisas para importar nueva mercancía. Cual familiares angustiados en la antesala de una UCI, fashionistas y clientes visitan regularmente las vitrinas de estas marcas en el Sambil de la ciudad, en busca de alguna buena nueva, pero las santamarías siguen abajo.

El solo hecho de que los locales aún mantengan sus nombres y mobiliario, da a los consumidores zulianos esperanzas de que en algún momento las tiendas puedan retomar las operaciones cesadas en diciembre de 2013 (tras inconvenientes asociados a restricciones gubernamentales), pero para desentrañar qué le depara el futuro a estas reconocidas marcas en el país, es necesario antes rebobinar un poco la película y ubicarnos en el contexto.

Algo se rompió

La historia de Zara y Bershka en Venezuela ha sido de persistencia en las últimas dos décadas. Tras su llegada al país en 98, las cadenas pertenecientes al consorcio español Inditex –la distribuidora de modas más grande del mundo- encontraron un mercado fértil para sus productos, pero los problemas operativos comenzaron en 2002 cuando el paro petrolero obligó a un cierre de 60 días que acarreó fuertes pérdidas para el grupo.

Las complicaciones continuaron escalando un año más tarde con la llegada del control de cambio, hasta que finalmente en 2007, cansados de lidiar con sanciones fiscales y trabas burocráticas Inditex optó por mantenerse en el mercado nacional, pero bajo la modalidad de franquicia.

Reportes de la agencia Bloomberg, especializada en información financiera, detallan que la concesión fue otorgada a Zara de Venezuela (actualmente denominada Textiles Zanzibar), y el contrato de suministros se hizo con Phoenix World Trade, una empresa registrada en Panamá, propiedad de Camilo Ibrahim, un empresario venezolano de ascendencia árabe con nexos en la industria petrolera.

El esquema ya probado en países como Colombia, Australia y Alemania, permitió a Inditex deshacerse de un dolor de cabeza, al ceder el manejo directo de las tiendas, pero conservando un beneficio del tres por ciento sobre las ganancias netas.

En el otro extremo de la ecuación las buenas relaciones de Ibrahim con el Estado le brindaron acceso a divisas preferenciales para abastecer regularmente a Zara y Bershka, pero en diciembre de 2013 algo se rompió. El Gobierno sancionó a nueve de las 10 tiendas Zara en el país con cierres de 72 horas por “elevación arbitraria de precios” y al año siguiente la compañía se vio obligada a cerrar sus tiendas por tres meses, debido a una escasez de mercancía.

Según información divulgada por autoridades venezolanas, la coyuntura partió de una orden presidencial de suspender toda entrega de divisas preferenciales a través de Cadivi, tras detectarse que unos 20 mil millones de dólares otorgados por el Estado se habían destinado a importaciones que nunca llegaron.

Pagando el pato

En abril de 2014, tras un acuerdo suscrito entre el Gobierno con el sector textil, la empresa de Ibrahim volvió a ganar la posibilidad de importar mercancía, esta vez a tasa del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad-1) de 10,6 bolívares, con la condición de vender los productos según lo establecido en la Ley Orgánica de Precios Justos.

En este contexto llegaría el epitafio de las sucursales marabinas de Zara y Bershka que nunca se recuperaron tras el golpe de 2013. A través de un comunicado divulgado en el primer trimestre de 2014, el grupo Inditex informó sobre el “cierre definitivo” de las franquicias en Maracaibo, Barquisimeto y San Cristóbal, como una medida para “ahorrar recursos” ante “el difícil panorama económico del país”.

En otras palabras, el consorcio español y su franquiciado Phoenix World Trade, sacrificaban estratégicamente los mercados del occidente del país, en beneficio de las operaciones en las sedes de Caracas (El Recreo, Sambil y Tolón), donde el anuncio de reabastecimiento a “precios justos” desató colas de hasta nueve horas para comprar cantidades limitadas (hasta cinco prendas al mes) para prevenir el desabastecimiento.

Durante una entrevista otorgada a la agencia española EFE, Ibrahim afirmó en junio de 2014 que esperaban reabrir “de forma escalonada” las tiendas que habían dejado de funcionar, pero ya han pasado tres años y medio de aquellas alentadoras palabras y el escenario económico y geopolítico solo ha empeorado con la entrada del país en una dinámica hiperinflacionaria y sanciones internacionales que restringen ciertas actividades comerciales con Venezuela.

Retirada estratégica

Datos del Instituto de Comercio Exterior Hispano-Venezolano (Icex), indicaban ya en agosto de este mismo año, que desde el 2013 las empresas españolas en el país mostraban una tendencia decreciente con saldo deficitario, lo cual impulsaba a las compañías ibéricas a una retirada gradual del mercado nacional para minimizar el impacto de la crisis venezolana sobre sus finanzas.

Dicho repliegue estratégico, llevó a que entre 2015 y 2016 Venezuela cayera 15 peldaños en el ranking de clientes de España, para ubicarse en el puesto número 83.

Esta realidad se ha hecho patente en casi todos los sectores económicos menos el petrolero, ya  que Repsol aún mantiene fuertes intereses en el país, pero en el área comercial encabezada por las operaciones de Inditex, la exposición es muy limitada.

De las 7.000 tiendas que el consorcio mantiene a nivel mundial entre las marcas Zara, Bershka y Pull & Bear, solo 22 (sacando las tiendas cerradas desde 2013) persisten en Venezuela bajo una modalidad de franquicia.

Los anuncios de sanciones de EEUU y la Unión Europea, han hecho que este proceso de retirada se acelere, ante la inquietud creciente en las empresas que conforman el IBEX 35 (el índice bursátil de referencia en la bolsa española), de que tales medidas contra el gobierno de Nicolás Maduro impacten negativamente sus intereses en el país.

Entre el grupo de las 35 compañías de mayor liquides en España figuran nombres como Telefónica, BBVA, Inditex, Iberia y Repsol, cuya presencia en Venezuela tiende a apagarse lentamente en la mayoría de los casos.

Esperanzas remotas

Ante estas premisas, Tu Reporte intentó comunicarse con representantes del departamento legal de Zara en Venezuela para conocer qué destino tendrán las tiendas de Maracaibo, pero no hubo respuesta alegando que “los voceros autorizados se encuentran actualmente fuera del país”.

Fuentes allegadas al Sambil de la ciudad indicaron que los locales de Zara y Bershka no han sufrido ningún cambio ya que son propiedad de dichas marcas, las cuales siguen cumpliendo con sus obligaciones de condominio a pesar de la inactividad.

Esto último apunta en favor de la hipótesis de que al menos en un largo plazo, Ibrahim podría cumplir con su promesa de reactivar las tiendas, si y solo si, las condiciones son favorables.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Archivo

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