Qué significado tiene ser periodista en la Maracaibo de hoy
Informar. El primer deber de un periodista, según el Diccionario de la Real Academia Española, se resume en “hacer que alguien se entere de una cosa que desconoce”, ni más ni menos.
Sin embargo, en estos tiempos de polaridades y extremismos, informar se hace cada vez más difícil. No por las razones que muchos expresan y que por sí solas significan obstáculos en la labor informativa, sino porque cada cual, periodistas y lectores, está aferrado a su propia verdad.
Hoy 27 de junio se celebra el Día del Periodista. Si se “googlea” la palabra periodista, el primer resultado que aparece detalla que “es la persona que se dedica laboralmente a ejercitar la libertad de expresión para su difusión a la sociedad por medio de las distintas plataformas de comunicación que existen (…)”.
Según la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la libertad de expresión es un derecho humano, recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”, establece el artículo.
El periodista está en el centro, no en los extremos
Hasta aquí todo parece asépticamente coherente. Pero, si se observa más al detalle, es posible deducir que la libertad de expresión, como un ejercicio humano plenamente subjetivo, le arrebata la proclamada objetividad al ejercicio del periodista.
“Hacer periodismo” en Venezuela es un desafío, pero ejercer esta profesión en Maracaibo representa más que un reto cotidiano, una labor que trasciende los conceptos académicos y se enfrenta cara a cara con la realidad.
Racionamiento eléctrico, fallas en las conexiones de Internet, prohibición de entrada a ciertas dependencias, dificultad de acceso a las fuentes informativas, son solo algunos de los obstáculos que los profesionales de la noticia deben sortear.
Pero entre las limitaciones más grandes que coartan la labor del periodista, aquí y ahora, están el miedo, la incredulidad o la credulidad exagerada, la posición de víctimas y el pensar que, como profesionales, estamos en alguno de los bandos sociales, políticos o económicos actuales.
Un periodista es un servidor público. Su posición está más cerca de la vocación que del protagonismo. No es una estrella, un opinador ni un influenciador, aunque su trabajo lo coloca al ras con todas esas perspectivas.
Ética del periodismo en la nueva era
Hace unos años atrás, la Red de Ética y Periodismo de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) publicó un artículo titulado: El periodismo ético se resume en cinco principios.
Acá hago mención de ese material, para dejar a la vista que, dentro de una realidad que la mayor parte del tiempo se observa desde las emociones más perturbadoras, el periodista tiene la posibilidad de elegir: ser uno más o convertirse en la bandera blanca de la paz, el equilibrio y la verdad.
- Verdad y Precisión
Los periodistas no siempre pueden garantizar la “verdad”, pero obtener los hechos con exactitud es un principio cardinal del periodismo. Siempre debemos luchar por la precisión, dar a todos los hechos pertinentes que tenemos y garantizar que fueron verificados. Cuando no podamos corroborar la información que debemos decirlo.
- Independencia
Los periodistas deben ser las voces independientes, no debemos actuar, formal o informalmente, en nombre de intereses específicos, ya sean políticos, empresariales o culturales. Debemos dejara clara ante nuestros editores y audiencia cualquier afiliación política, financiera u otra información personal que pueda constituir un conflicto de intereses.
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La equidad y la imparcialidad
La mayoría de las historias tienen al menos dos lados. Si bien no hay obligación de presentar todos los puntos de vista en cada pieza periodística, las historias deben ser equilibradas y presentadas con contexto. La objetividad no siempre es posible y puede no ser siempre deseable (al narrar por ejemplo, actos de extrema brutalidad o crueldad), pero informar imparcialmente genera credibilidad y confianza.
- Humanidad
Los periodistas no deben dañar a nadie. Lo que publiquemos puede ser hiriente, pero debemos ser conscientes del impacto de nuestras palabras e imágenes en las vidas de los demás.
- Responsabilidad
Una señal segura de profesionalismo y periodismo responsable es la capacidad de asumir nuestra responsabilidad. Cuando cometemos errores, debemos corregirlos y nuestras disculpas deben ser sinceras, no cínicas. Escuchemos las preocupaciones de nuestra audiencia. No podemos cambiar lo que los lectores escriban o digan, pero siempre podemos rectificar cuando hemos sido injustos.
Redacción: Reyna Carreño Miranda
Fotografía: Archivo