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Cepillados «El Manguito»: Tan sabrosos, que desafían el caos de la Av. Universidad

Con un calor de 40 °C a la sombra, si hay algo de lo que saben los maracuchos es de cepillados, pero el término un tanto ambiguo, puede llegar a ser confuso para los visitantes de la capital zuliana ya que abarca un amplio rango de creaciones heladas y saborizadas, cuyas texturas y densidades van desde el refresco granizado hasta solidos bloques con base de fruta o crema. A pesar de la diversidad, hay una variedad muy especial ubicada justo en mitad del espectro, que durante 52 años ha causado furor y largas colas en la calle 61 del sector Las Mercedes de Maracaibo.

Los cepillados de El Manguito distan mucho del tradicional hielo triturado bañado en jarabe de frutas que venden los coloridos carritos ambulantes en las afueras de los colegios y las plazas de la ciudad. De hecho es como una especie de helado turbinado sin materia grasa donde los propios cristales de hielo están hechos de la mezcla de crema y o fruta, lo cual le da una textura suave y un sabor intenso que no se diluye al derretirse, pero tampoco llega a ser untuoso como el gelato italiano.

Este negocio familiar fundado en enero de 1966 por Osmán “El Tigre” Fuenmayor, no es único en su clase ya que en Maracaibo han existido -y aún hay- otros exponentes de esta variedad de cepillados como el recordado D’Antonio (de Santa Rita) o Dulces Andrea (detrás de Las Laras), pero El Manguito se destaca por una insuperable relación precio valor que hace que el público esté dispuesto a padecer ciertas incomodidades con tal de disfrutar el delicioso producto a una fracción de lo que cuestan versiones similares de más reciente data.

El tramo de la avenida Universidad, entre Bella Vista y la 3F, es una zona de alto tráfico por la confluencia de dos vías principales, un colegio, una funeraria y un reconocido instituto de inglés (el CEVAZ) a solo una cuadra. La ausencia de estacionamientos e inseguridad relativa a ciertas horas del día, hacen pensar que este punto está lejos de ser idóneo para un exitoso negocio de helados y cepillados, pero El Manguito cuenta con un arma secreta: La Tradición.

Por ser un negocio familiar, fundado en la casa de sus creadores, este lugar de peregrinación para propios y extraños, logró consolidar una robusta fama mucho antes de que el caos se instalara en la zona y han podido mantenerse en la preferencia de los consumidores gracias a que han mantenido la calidad de sus productos a pesar de la crisis.

De lunes a domingo (salvo los miércoles), entre 12 del mediodía y 10 de la noche, un enjambre de acalorados visitantes copa su estrecho local para aplacar la sed y deleitarse con sus sabores de ron-pasas, coco, piña, parchita, durazno, limón, tamarindo, vainilla, melón, mora, guanábana, zapote, níspero y chocolate en cualquiera de sus cuatro presentaciones.

Aunque la paleta de sabores parece no ser muy extensa, la posibilidad de combinarlos y agregar leche condensada o sirope de chocolate aumenta exponencialmente las opciones, dando pie a creaciones que recuerdan la piña colada (coco y piña) o el pie de limón (limón y vainilla), solo por mencionar algunas de las solicitudes más frecuentes de la clientela.

La fama de este pequeño establecimiento es tal que antes de que se suspendiera el Festival de la Orquídea de plata que se realizaba en el marco de la Feria de la Chinita, era una parada casi obligada para todos los artistas de Venevisión que visitaban la ciudad.

Debido a la proximidad de “El Raspadito”, otro negocio dedicado a los cepillados, durante muchos años se habló de una supuesta rivalidad entre dicho establecimiento y El Manguito, pero esto no es más que parte del ideario popular ya que había una clara segmentación entre los públicos que acudían a uno y otro.

A diferencia de El Manguito, este otro local que desapareció por un tiempo y reabrió recientemente muy cerca de su sede original, ofrece una versión granizada más parecida a la textura de los cepillados de carrito que al terso producto de su presunto rival, pero con sabores que no suele llevar un cepilladero tradicional.

Una de las cosas más curiosas de este local que ha llegado a ofrecer chucherías importadas, forros de celulares, helados, dulces típicos y alguno que otro juguete, es que no contempla en su oferta ni un solo producto hecho a base de la fruta que le dio el nombre, lo cual tampoco parece importarle demasiado a los visitantes, ya que nadie pregunta por semejante opción. En resumen, El Manguito es como el zuliano, sabroso, fresco, ocurrente y en ocasiones hasta contradictorio.

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografías: Cortesía El Manguito

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