La caída de Papa’s Bowling, una historia de negocios, mentiras y traición
En mayo de 2014, tras solo nueve meses de funcionamiento el cierre inesperado de Papa’s Bowling & Lounge dejó estupefacto a los marabinos. TuReporte develó los argumentos formales tras la batalla legal entre socios que aniquiló al moderno establecimiento, pero ahora Javier Pardi, creador del concepto y copropietario, cuenta los tras bastidores de la amarga disputa.
El amor de Pardi por la disciplina del Bowling comenzó desde que era un niño. La afición que compartió junto a su padre lo llevó a desempeñarse como atleta semiprofesional y a participar en numerosos torneos internacionales. Fue en uno de esos compromisos que conoció a Darwin Padrón, quien años más tarde se convertiría en un gran amigo, compadre, socio y finalmente enemigo.
Primer intento
Como licenciado en administración de empresas y descendiente de familias con profundo arraigo en el mundo de los negocios, era lógico que Javier soñara con transformar su pasión en un emprendimiento rentable. Desde sus tiempos de estudiante universitario comenzó a forjar la idea de instalar en la ciudad un moderno bowling como los que él había visto tantas veces en EEUU durante su faceta deportiva.
A principios de los años 2000, Pardi ya había dado una opción a compra para traer a Maracaibo unas canchas repotenciadas, cuando la vida le planteó un reto más importante y urgente.
“Justo antes del cáncer de Fabiana yo di la inicial para un bowling en Costa Rica, eran 20 canchas que habían desmontado, solo se usaron 5 años, así que la intención era traerlos para el C.C. Costa Verde (…) llamé a la persona para suspender el negocio, pero yo seguí desarrollando la idea y el concepto en el papel, aunque de momento no tenía el dinero”, cuenta Javier.
Negocio entre amigos
Años después, con la salud de su esposa totalmente restablecida, Pardi viajó a Miami a afinar detalles para una propuesta que presentaría a inversionistas de EEUU interesados en financiar su proyecto, pero una vez más, coincidió con su amigo Darwin, quien ahora trabajaba vendiéndole insumos a PDVSA.
Tras conversar sobre su idea, Padrón le propuso aguantar y esperar a que le cancelaran unas facturas de la industria petrolera para montar el bowling juntos. En el momento la inversión representaba unos $600.000 con equipos usados en buen estado y remodelando el local lo indispensable.
“El punto de comparación aquí era el Pin Zulia, por lo que al traer algo mas nuevo era una garantía de éxito”, reflexionaba el empresario.
“Ubiqué unas canchas usadas en México pero en el proceso de revisarlas como que Darwin cobró otro cheque porque me dijo que buscáramos mejor algo nuevo”, relató Pardi, quien gracias a su trayectoria en el medio tenía contactos con la empresa Brunswick, que le dio una cotización con importantes descuentos y adicionalmente ya había conversado a título personal con los dueños del antiguo local de Calle Vieja.
Amigo, ratón del queso
Javier cuenta que durante meses se dedicó a hacer las requisiciones, organizar las partidas e informar lo que se debía girar para hacer los pagos y en agosto de 2013 abrieron las puertas de Papa’s Bowling & Lounge.
“Cuando empezamos a trabajar le dije a Darwin que pusiéramos a alguien de su confianza a administrar porque iba a entrar mucho dinero y yo no quería malos entendidos por no entender cómo funciona el negocio”, destacó Pardi, al explicar que fue así como una administradora hermana de Padrón comenzó a llevar las cuentas, mientras él manejaba la parte operativa del bowling y la cocina.
El negocio ya despegaba y la amistad entre los socios parecía más sólida que nunca, pero una observación de la esposa de Pardi sobre un manejo del bar, detonó una reacción que dejaba entrever fisuras.
“Desde el principio habíamos acordado que las esposas no se meterían con el negocio. Para Darwin eso quería decir que ni siquiera debían ir, pero siendo un sitio público era algo ilógico. No les gustó que Fabiana llamara la atención sobre la orden de no despachar comida en el bar. En los bowlings esa área está diseñada para poder comer, ya que así la gente sigue tomando”. A partir de ahí comenzó la incomodidad. Luego me di cuenta de que todo era una excusa”, indicó Pardi, recalcando que mal podía Padrón objetar el feedback de su esposa, cuando había sido ella quien decoró y diseñó el local.
Lo que vino luego fue una campaña interna de desacredito que afectó la autoridad de Pardi frente al personal. Desde el primer día, éste fue la cara visible de Papa’s ante los medios, proveedores y clientes. Diariamente invertía hasta 16 horas atendiendo detalles y problemas operativos, por lo que sintió como una provocación el que Padrón y su hermana le acusaran de no ir nunca a trabajar.
Pardi explica que en un principio le planteó a Padrón cobrar un 20% por la ejecución del proyecto, pero éste último insistió en que fueran socios para que así se viera obligado a velar por el negocio.
“En esos términos le aclaré que no iba a estar con menos del 50% de las acciones, pero yo no iba a poner dinero porque ya lo había gastado en la enfermedad de mi esposa. Yo pondría mi trabajo, el proyecto, el local y los permisos que había conseguido, además de todos los descuentos que le iba a ahorrar en la compra de equipos, lo cual Darwin no iba a lograr nunca”, precisó el creador de Papa’s.
Como garantía adicional ante la inseguridad jurídica en el país, Javier había sugerido crear una compañía que manejara los equipos electrónicos, en la cual Padrón tendría 90% y el resto él, pero explica que tras empezar los roces, su socio hizo un aumento de capital a sus espaldas y lo dejó con solo el 2%. Intentó disputar la jugada en tribunales pero no prosperó.
Fracturas irreparables
Durante un careo en la oficina, ya era evidente que el tiempo de las sutilezas había expirado. Pardi indica que en ese punto increpó a Padrón, quien estaba visiblemente exaltado y lo retó a tomar el rol de socio activo.
“Le dije aquí tienes las llaves, la computadora, los documentos de todo el personal, yo me voy y vengo todos los meses a cobrar mi cheque. Darwin entonces comenzó a decirme que cuanto valía mi trabajo y le aclaré que yo no estaba vendiendo mi participación, pero si él quería comprármela tenía que hacerme una oferta, no en base a mi trabajo sino a las acciones”, contó Pardi, al explicar que para entonces se había invertido millón y medio de dólares, pero como ya estaba funcionando y tenía una rentabilidad comprobada el valor era de dos millones.
Al día siguiente del encontronazo Padrón intentó resarcir el impasse con lo que parecía un llamado a tregua. Pardi asegura que su socio se disculpó alegando estar bajo la presión e intrigas, y le propuso crear un nuevo documento nombrándolo presidente de la empresa, pero Javier no aceptó ya que en Papa’s el presidente y vicepresidente tienen las mismas atribuciones.
“A los días fuimos a notaría a firmar otras cosas y estando allá me dice, qué tal si firmamos esto y saca el documento donde me nombraba presidente, pero las decisiones se tomaban por dos terceras partes de la directiva y el resto de los votos eran él y sus dos hermanas. Yo leo eso y le digo ‘tú debes creer que yo soy bastante estúpido’, y entonces él le echa la culpa a la hermana y empieza a prenderle un lío en plena notaría. Ya en ese punto yo dije, ¡esto se fregó!”, apunta Pardi.
A pesar de que ya la desconfianza era irreversible, Javier regresa a trabajar y hace una auditoría a solicitud de Padrón, quien entre los argumentos para que volviera le confiesa que su propia familia lo estaba robando. La denuncia fue confirmada por la experticia contable, así que proceden a despedir a un primo del socio capitalista, lo cual detona un episodio de amenazas contra Pardi.
En la paila
Desde ese momento, Javier asegura que comenzó a temer por su seguridad. “Como todo el mundo sabía que yo era el dueño, un escolta del bowling me acompañaba todas las madrugadas hasta el carro, hasta que un día me doy cuenta que iba solo y cargaba en el bolso el dinero del cierre. Al otro día hago el reclamo y mi escolta dice que no me vio salir, pero en el video del circuito cerrado se ve que él estaba en la salida y me ve pasar sin hacer nada”.
La situación se volvió a repetir días después, así que temiendo que se tratara de una emboscada para golpearlo y hacer parecer que era un atraco, decidió no volverse a quedar hasta el cierre.
Previendo que su socio intentara ir contra el bowling alegando el impago del arrendamiento de las canchas, Pardi le solicitó a la administradora las facturas del mes de marzo correspondientes a ese compromiso, pero las mismas le fueron negadas.
“Fueron haciendo excusas durante varios días, así que yo pido copia de las carpetas con todas las facturas pagadas, y resulta que entre esas estaba la que me ocultaron. Incluso tenía el acuse de recibo firmado por la administradora cinco días hábiles después del mes, ya que se pagaba en base a un porcentaje de las ventas”, declara el empresario.
Con pruebas en mano Pardi desmiente a la administradora y ordena pagar la factura, seguidamente llama a su abogado y le indica que se prepare para la reacción de su socio. Al siguiente lunes Padrón ordena cerrar el bowling. En las redes sociales se argumenta que fue por fallas eléctricas.
Motín en Papa’s
Cuando Javier intenta usar sus llaves, se da cuenta que las cerraduras fueron cambiadas. Pide al personal de seguridad y la administradora abrir, pero estos se niegan, aduciendo que solo reconocían la autoridad del otro socio. Acto seguido, Pardi moviliza a una notaría para dejar constancia formal de la violación a sus derechos como propietario y comienza la batalla legal.
“Todas las medidas que intentaban no procedieron salvo una donde la empresa dueña de las canchas demanda a Papa’s Bowling por no pagar el alquiler. Yo dejé que eso pasara porque así yo podía pedir que se llevaran los equipos y meter otras canchas. Eso se dió porque yo abría los candados y ellos los cambiaban”, explica Pardi, agregando que antes del cierre su socio admitió que el problema radicaba en que había personas allegadas al oficialismo interesadas en comprar el bowling por $2.000.000, pero no querían hacer trato con él.
Cansado de las tensiones, Pardi delegó en su hermano Jorge discutir la venta de su participación con Padrón, pero el socio rompió comunicaciones, tras recibir un correo detallando minuciosamente los conceptos por los cuales a Javier le tocaban $450.000.
En noviembre de 2013 Padrón pidió a los dueños del local anular el contrato con Papa’s y hacer uno nuevo a nombre de la empresa que tiene con sus hermanas, pero los dueños contestaron que solo procederían si Pardi daba su consentimiento en persona. La respuesta enfureció a Padrón, quien amenazó con bajar la Santamaría y solo pagar Bs. 30.000 que era el canon minimo de arrendamiento, en lugar de un porcentaje de las ventas que eran 10 veces más que eso.
“Por eso los dueños comienzan a demandar el desalojo y siempre quien dio la cara fui yo. Ellos aparecieron después para tratar de renegociar pero después de haber amenazado ya no había forma”, acota Javier, alegando que cuatro años más tarde su ex socio no le ha querido dar la cara en Maracaibo ni en Miami donde ha ido a buscarlo sin éxito.
Patadas de ahogado
Pardi explica que en una oportunidad consiguió a alguien interesado en el bowling, pero Padrón les llegó por otro lado y ofreció venderlo “a precio de gallina flaca” dejándolo por fuera, propuesta que no prosperó ya que los inversionistas sabían cuál de los socios era el conocedor.
“Hace unos meses un amigo en común me dice que habló con Padrón, quien le dijo que me vendería por $650.000, pero en ese precio se pueden traer equipos nuevos y con garantía”, concluye Pardi al recalcar que ya incluso el local esta desmantelado, por lo que el negocio como tal no existe y el valor de unas canchas desmontadas ronda los $250.000 según un avalúo solicitado al fabricante.
“Al final no sabemos qué fue lo que pasó porque ninguno de los alegatos que dio Darwin, como que mi esposa se estaba metiendo en el negocio o que yo supuestamente no trabajaba es motivo para cerrar el negocio”, lamenta finalmente el creador de Papa’s.
Redacción: Luis Ricardo Pérez P.
Fotografía: Archivo