Faltan tres meses para Navidad ¿Qué sabor tendrá esa fecha este año?
En tres meses será Navidad, una fecha de celebración en el mundo. Sin embargo, en Maracaibo, la natividad de Jesús cobra mayor importancia, porque es sinónimo de reunión familiar, compartir, degustar la cena de Nochebuena, intercambiar obsequios y darle continuidad a una parranda, que iniciaba en noviembre y culminaba en enero.
Este año, la proximidad de diciembre produce angustia. Los marabinos se preguntan ¿qué vamos a cenar? ¿de dónde vamos a sacar los obsequios? y ¿cuántos de la familia estarán para compartir? Todo un dilema con sabor amargo.
Yasmina tiene 63 años y cuatro hijos. La mayor está en Ecuador y otros dos recién se marcharon a Chile. “Estoy acá con mi hijo menor, que tiene 22 años y mi esposo de 65”. Para ella la Navidad de este año tiene un sabor a nostalgia.
“Será la primera vez que no estamos los seis reunidos. Tal vez tengamos cena y algún estreno, pero no será igual si no están mis muchachos”, comenta con un brillo de tristeza en los ojos. “Nada será igual sin la familia reunida”.
La mujer, quien se desempeñó como docente durante más de 30 años, advierte que José Alejandro, su hijo menor, solo espera graduarse para “buscar un mejor camino”. Los mayores se fueron a trabajar para proveerle una mejor vida a los padres, pero los padres no admiten una “mejor vida” sino están los hijos.
Temporada con sabor amargo
Andrés es un mecánico de 37 años. Vive en El Varillal junto a su esposa Sandra y sus dos hijos, Andrea y Andrés David, de 12 y 8 años respectivamente. “Esta Navidad será amarga. Sin embargo, los que más me preocupan son los niños, sus estrenos y regalos, porque apurao mi mujer y yo ganamos para mantenerlos y darles los estudios”.
Sandra es manicurista y trabaja 14 horas al día. “Será peor que el año pasado. Al menos tuvimos para comprarles un par de zapatos a cada uno, un jean y dos franelas. Este diciembre es incierto”, expresa la mujer.
Ambos padres, se basan en los precios actuales de la ropa y el calzado. Un par de zapatos de goma de calidad C se cotiza sobre los 500 soberanos y un pantalón de niño supera los mil soberanos, eso sin contar las franelas, medias y ropa interior, una muda completa de ropa supera los cuatro mil soberanos.
Navidad insípida y descolorida
Jose Luis y Carmen son un matrimonio de la tercera edad, ambos pensionados. “En mis 70 años jamás había visto algo parecido. Con qué vamos a comprar ni para hacer una sopa, mucho menos hallacas o macarronada”, exclama la doña mientras agita los brazos al aire.
Su marido le hace coro. “No mija, olvidate de eso. la cena navideña de este año será insípida. Porque, qué es la Navidad sin una buena hallaca y el pan de jamón”, se pregunta y rápidamente se responde. “Nada, no es nada. Un día como otro cualquiera”.
El sexagenario indica que una de las cosas que más extraña son las “friítas” y el brindis de Fin de Año. “Con qué vamos a celebrar o mejor dicho, qué vamos a celebrar”, admite con resignación.
Sin luces no hay fiesta ni color
Tamara está empeñada en celebrar su Navidad. “No permitiré que nadie me quite ese derecho, no importa que falten las cosas materiales, al menos mi familia está casi toda aquí y ese es un motivo para festejar”, comenta.
Sin embargo, para Tamara es motivo de tristeza no tener lo suficiente para pintar la casa y adornar con luces de colores. “Conchale, como recuerdo mi infancia, cuando mamá ponía luces por todos lados. Teníamos un arbolito en la sala y otro en el porche. Entre todos los vecinos adornabamos la calle y la iluminabamos”.
Evidentemente conmovida, pasa sus dedos índices por los ojos y asegura, “no es fácil. Extraño las luces, el color, el aire de fiesta…”, corta la frase a la mitad, para tragar algo intangible que le amarga la boca. “Extraño la alegría, las risas, de cuando eramos felices y no lo sabíamos”.
Redacción: Reyna Carreño Miranda
Fotografía: Archivo