A caminar o en bicicleta: ¿Está Maracaibo condenada a convertirse en una ciudad peatonal?
La puntualidad nunca ha estado entre los mayores atributos del marabino, pero desde mediados del 2017, llegar a tiempo al lugar de trabajo es una misión casi imposible para el 90% de la fuerza laboral que depende del transporte público. El fenómeno hiperinflacionario ha ido desmovilizando aceleradamente a vehículos particulares y colectivos con consecuencias sociales y económicas que aún están por verse.
Cual agitados clones de Pedro Picapiedra, la llegada de las 5.00 de la tarde eyecta al personal de las empresas fuera de sus puestos, en una frenética carrera por llegar a casa antes de que caiga la noche. Nadie dice “yaba-daba-doo”.
En las paradas, la proximidad de una unidad de transporte cambia el esquema mental a “modalidad de batalla”. Cada usuario se transforma en un concursante de nuestra propia versión de Los Juegos del Hambre, y reparten codazos, insultos y amenazas de todo tipo para hacerse de un puesto o al menos un espacio donde “arreguindarse” para poder avanzar hacia su meta.
Alexis Porras, vicepresidente del Instituto Municipal de Transporte Colectivo Urbano de Maracaibo (IMTCUMA) explica a Tu Reporte que en el último trimestre del año, el déficit de unidades de transporte público ha ido aumentando a la par del encarecimiento desproporcionado de consumibles y repuestos para el sector automotriz, a causa de la hiperinflación.
“Nos hemos reunido con todas las rutas de transporte para analizar la crisis en el sector y hemos detectado que sumado a todas dificultades que ya afectaban el servicio, ahora está el alto costo de los lubricantes y de los cauchos como principales obstáculos”, detalla el funcionario de la dependencia adscrita a la Alcaldía de Maracaibo.
En enero de este año el aceite mineral de pipa, que es el más usado por los transportistas, costaba Bs. 1.500 y en 10 meses aumentó a Bs. 120.000, lo cual representa un incremento de casi 8.000%. “Esto ha hecho que las unidades de transporte público, que por lo general consumen de uno a dos potes de aceite al día, queden fuera de circulación inmediatamente porque no les es rentable prestar el servicio. Aunado a eso, reparar un motor de un carro por puesto es más caro que lo que vale el mismo carro después de arreglado”, apunta Porras.
En materia de cauchos la situación es idéntica. Los precios de un neumático para un autobús superan los Bs. 10 millones, mientras que para un microbús están sobre los 7 millones y para un carro de cinco puestos es de cuatro millones de bolívares, haciendo imposible el mantenimiento de todas las unidades.
Porras acota que quienes han subsistido mayoritariamente en esta crisis son aquellas cooperativas de transporte colectivo que tienen varias unidades y tratan de mantenerlas intercambiando piezas mientras consiguen los repuestos, pero ahora el precio de los lubricantes y cauchos ha incrementado las complicaciones.
Según cifras del IMTCUMA, el déficit en unidades de transporte colectivo (microbuses y autobuses) ha aumentado recientemente a 40%, mientras que en los carros de 5 puestos ronda el 70%. La situación es más apremiante al considerar que los mismos problemas que están afectando a los transportistas han varado a conductores privados, haciendo que aumente la cantidad de usuarios que ahora compiten por el escaso transporte público.
A falta de paliativos de las autoridades con competencia en materia de transporte, esta coyuntura ha dado pie a que operadores informales (camiones 350 y chirrincheras) asuman las rutas más demandadas con fines especulativos ante la desesperación de los usuarios.
Aunque estas unidades no cumplen con las normas Covenin para prestar un servicio de transporte público, el IMTCUMA ha flexibilizado coyunturalmente la fiscalización en una especie de tregua mientras aparece una solución formal al problema.
“Ya es sabido por todos que es difícil para nosotros otorgar permisología a estos operadores porque nos saldríamos del marco legal que nos pide el INTT, de manera que las unidades que hemos venido sancionando son aquellas que se exceden en el cobro de la tarifa vigente (de Bs. 1.200 para rutas de buses, microbuses y pasaje corto en carritos y Bs. 1.600 el largo)”, indica Porras.
El vicepresidente de IMTCUMA asegura que el ente municipal ha intentado coordinar alguna especie de respuesta conjunta con Fontur a la desmovilización de los marabinos, pero recalca que el ente centralizado también ha sufrido el embate de la escalada de precios, replicando la crisis de los gremios del transporte en las unidades que dependen del Gobierno nacional.
“El problema aumentó en Maracaibo porque también habían más de 200 unidades tipo Yutong que estaban en Metromara que dejaron de prestar servicio. Eso ayudaba enormemente a movilizar la ciudad, pero al salir de circulación por no tener cauchos ni repuestos, canibalizaron esa gran cantidad de unidades y eso incrementó la crisis”, afirma el representante de la municipalidad.
Porras acota que han intentado coordinar algún tipo de solución con el Metro, pero estos alegan que en lo que queda de año no tienen previsto aprovisionamiento de unidades. “La sugerencia nuestra era que se sentaran con nosotros como se hizo en una oportunidad para que en conjunto cuadráramos o planificáramos algunas rutas, pero estamos a la espera de eso”.
Según los cálculos del IMTCUMA, para normalizar la situación en la ciudad, harían falta “como mínimo” unos 300 autobuses de 42 puestos en una primera fase, pero el municipio ni el gobierno central cuentan con los recursos para brindar una respuesta en el corto plazo.
Redacción: Luis Ricardo Pérez P.
Fotografía: Archivo