El “elevado de Delicias”: Un adefesio letal, engendrado por el populismo y la corrupción
El 16 de diciembre del 2017, el distribuidor de la avenida 15 de Maracaibo se convirtió en noticia nacional de sucesos cuando un Chevrolet Corsa cayó desde su cima y aterrizó de cabeza, cobrando la vida de dos mujeres. Cuatro días más tarde un Ford Farilane repleto de pasajeros se incendió por causas desconocidas mientras cruzaba la estructura, el siniestro no dejó víctimas pero sirvió para ratificar la funesta reputación de la inconclusa obra.
El “elevado de Delicias” podría describirse como el trágico resultado de una colisión entre burocracia, corrupción, populismo electoral y mala ejecución, y no podía ser de otra forma ya que la obra fue inaugurada en 1988, mientras la calamitosa gestión presidencial de Jaime Lusinchi agonizaba entre los escándalos de su secretaria privada y la rebatiña cambiaria conocida como Recadi.
En medio de semejante contexto y con una elección presidencial en puertas, donde el copeyano, Eduardo Fernández, le pisaba los talones al adeco Carlos Andrés Pérez, el partido blanco necesitaba desesperadamente mostrar resultados de gestión que ayudaran a captar votos zulianos en favor de “El Gocho”.
Fue así como los marabinos terminamos con un nuevo y reluciente amasijo de cabillas y hormigón, que asemejaba a una montaña rusa con un tramo faltante.
Buena idea mal ejecutada
A pesar de que el distribuidor de Delicias fue pésimamente edificado durante el quinquenio lusinchista, la estructura formaba parte de un sistema vial ideado 26 años antes por el Ministerio de Infraestructura para conectar el Puente General Rafael Urdaneta (1962) con la avenida 2 (El Milagro), creando una arteria vial de alto tráfico y rápido flujo vehicular.
Actualmente la autopista o Circunvalación 1 cuenta con una extensión de 11,51 km desde la cabecera del Puente hasta el distribuidor de Delicias, pero debería tener 13,99 km ya que los 2,48 km que le faltan para llegar hasta la avenida 2 nunca pudieron ser culminados.
El brazo faltante del elevado de Delicias debía ser la continuación de la C1, pero los habitantes de Veritas, Belloso y Santa Lucía se opusieron rotundamente a la obra, ya que temían correr la misma suerte de sus vecinos de El Saladillo, quienes terminaron “viviendo en pajareras” por creer en las promesas del Gobierno y entregaron sus casas para que fueran demolidas bajo la piqueta del progreso.
Errores que matan
Esta falta de continuidad en la C1 es una de las principales causas de siniestro en la parte superior del elevado, ya que quienes transitan por la autopista viajan a una velocidad promedio de 100 km/h (a pesar de que el límite es de 60 y 80 km/h). Al llegar a la cumbre, la vía se estrecha súbitamente en un cuello de botella que gira a la izquierda, buscando Delicias en un ángulo de 90 grados.
Esta reducción drástica del flujo, con frecuencia hace que los carros choquen en el mencionado punto, causando en el peor de los casos que vehículos salgan catapultados por el aire, gracias a que las barreras de concreto que separan el flujo C1-Delicias y centro-Delicias, actúan como rampa de despegue. Esto fue exactamente lo que provocó que las hermanas María Chiquinquirá Pereira Ochoa (48) y Betzabeth Katiusca Fuenmayor Ochoa (44) perdieran el control de su vehículo y la vida tras ser impactadas en la parte trasera por un Toyota Corola blanco que se dio la fuga.
La inusual forma de “jorobas” que hay en el nivel superior del tramo que fluye en el sentido Delicias-centro, se debe a errores de cálculo en la altura de los pilares de las bases, cuyas dimensiones fueron cambiadas durante la intermitente ejecución de la obra.
Las separaciones entre las placas que conforman la vía superior, carecen de junturas metálicas para evitar que las brechas produzcan golpes en el tren delantero de los vehículos al pasar.
Dependiendo del estado de la amortiguación y la longitud del chasis, estos defectos de elevación y separación pueden hacer que el escape y otras estructuras debajo de los carros raspen el pavimento produciendo chispas cerca del tanque de gasolina, lo cual está entre las posibles causas del incendio sufrido por el Fairlane el pasado 20 de diciembre.
Maquillando al monstruo
Para mediados del 2013 la vía también presentaba profundos huecos al inicio del tramo C1-Delicias, haciendo que la siniestralidad aumentara; sin embargo ese año no se registraron accidentes graves ya que las troneras estaban en la parte baja y media.
Atendiendo a denuncias de los usuarios y la presión de los medios regionales, la Gobernación a través del Instituto de Vialidad de Estado Zulia (Invez), inició en febrero de 2014 una rehabilitación del nexo vial con una inversión de 5,5 millones de bolívares (equivalentes a unos 64 mil dólares a tasa no oficial).
El refrescamiento incluyó mantenimiento y pintura de la estructura, el vertido de 2.415 toneladas de asfalto en 2.280 metros lineales en la vía de 8 metros de ancho, instalación de 520 marcadores reflectivos (ojos de gatos) y trazado de paso peatonal, flechado y pare.
A pesar de las mejoras estéticas ejecutadas durante cada gestión regional, las fallas estructurales de la obra siguen provocando accidentes y embotellamientos que colapsan la ciudad.
Es precisamente esta condición de estar ubicada en un punto neurálgico de la red vial marabina, la que le ha dado al elevado de Delicias un papel protagónico en las luchas ciudadanas por mejoras viales, servicios públicos, derechos políticos y reivindicaciones estudiantiles.
Los más jóvenes, tal vez por desconocimiento, no aprecian la exquisita ironía política que subyace en el hecho de que este “Cuasimodo” engendrado por la corrupción y el populismo hoy sea una de las tribunas predilectas, para que justos y pecadores le reclaman a la nueva clase gobernante, los mismos errores que dieron pie al célebre desaguisado vial.
Redacción: Luis Ricardo Pérez Portillo
Fotografía: Archivo