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Dolcissimo, un oasis para los marabinos “desesperados”

Un estacionamiento tan lleno que colapsa la calle 71, entre avenidas 3Y y Bella Vista, es el aval cotidiano a la calidad de sus productos. Al cruzar la puerta una cacofonía impregnada de azúcar y cafeína recibe a los visitantes, mientras el incesante tintinar de cucharillas remueve un sinfín de ideas en un recinto que amplifica ecos y aromas que coquetean con el intelecto y los sentidos.

La primera impresión al entrar a Dolcissimo es la misma que podría embargar a cualquier turista que visita una ajetreada cafetería en el centro de Roma, donde los olores a café, jugo de naranja y pastelería recién horneada contrarrestan cualquier impulso de huir despavoridamente de aquella seductora vorágine.

El espacio físico es limitado y la clientela mucha. En la feroz batalla por las pocas mesas del lugar, solo aquellos de temple despreocupado y acorazada autoestima salen ilesos de la implacable metralla de miradas punzantes que brotan de los recién llegados deseosos de coronar un puesto.

En un breve vistazo al compacto espacio saltan caras conocidas del mundo político, las artes, la academia y la farándula local, que acuden a este vibrante oasis a practicar la auto-indulgencia mientras dibujan sueños y estrategias que más adelante definirán el devenir de una ciudad acorralada por una actualidad exageradamente acontecida.

Un té para bajar la ansiedad o un capuchino para estimularla, suelen ser casi siempre el primer movimiento de una sinfonía social cuyas partituras están escritas con porciones de tortas, profiteroles rellenos de crema, tartaletas con frutos secos, crujientes colas de langosta con nutella, cachitos, sándwiches y hasta bombones.

Curiosamente el edificio donde opera esta popular pastelería/cafetería parece estar predestinado a ser el hogar de cosas suculentas y horneadas, ya que a mediados del siglo pasado albergó a la Patisserie Delicatessen Lido, un establecimiento del cual hoy no sobrevive más que la fotografía de una fachada con puertas y ventanas en forma de arco, ya que la historia de sus fundadores originales está sepultada en el recuerdo de la Maracaibo del siglo XX.

El concurrido establecimiento que hoy convoca a centenares de zulianos en un horario de 7.00 am a 8.00 pm, de lunes a sábados y los domingos hasta la 1.00 pm, es producto de la visión y esfuerzo de los hermanos Emilia y Aurelio Picariello, quienes hace 17 años decidieron darle continuidad a la tradición familiar con un negocio propio que se ha convertido en referencia de calidad y buen gusto.

La relación precio valor es también otra de las grandes fortalezas de Dolcissimo, ya que los comentarios de sus clientes en redes sociales como Instagram, Facebook, Fousquare y Google Reviews, no solo destacan el sabor y la frescura de sus creaciones sino también un precio que en muchos casos llega a ser hasta un 40% menos que el de su competencia más cercana, sin hacer el más mínimo sacrificio en términos de calidad.

La empresa de la familia Picariello ha recorrido un largo camino desde sus inicios en mayo del 2001, ya que originalmente se concibió como una pastelería, pero con el transcurrir del tiempo y la creciente demanda que impulsó las muy necesarias ampliaciones, fue creciendo hasta convertirse en un cafetería y más recientemente en una fabricante de pastas artesanales que rápidamente conquistaron el mercado local.

A cualquier hora del día es normal ver una cola de clientes en la caja portando los característicos empaques marrones forrados en papel celofán que identifican variedades de pasta que van desde un grueso pappardelle hasta los delgados linguinis. El local también ofrece en sus refrigeradores opciones de pastas rellenas y salsas que complementan el espectro de productos para elaborar en casa.

A pesar de las dificultades que azotan al país y la región en Dolcissimo el ritmo parece nunca mermar, especialmente en las horas pico y fines de semana cuando los 70 trabajadores de sus distintas áreas de producción, pastelería y atención al cliente se hacen insuficientes para evitar algún brote de impaciencia en su fiel clientela.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Cortesía Dolcissimo

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