Educación 

¿Sabe usted de qué se trata eso que llaman Biodanza?

El primer encuentro con Biodanza puede resultar incómodo, inquietante y hasta angustioso. Tomarse de la mano con desconocidos, formar parte de una ronda, observar a los demás a los ojos, moverse libremente y sin un esquema establecido constituye un desafío en estos tiempos de estandarización, normas y modelos preestablecidos.

La Biodanza es para todos, pero no todos están preparados para biodanzar. Esa es una máxima que explica porque algunos llegan, curiosean y se van y otros se quedan para siempre con la práctica de este sistema. Esos “elegidos” lo son, porque eligieron una manera de vida diferente, un vivir “sentido” y no pensado.

Pero ¿Qué es Biodanza? Antes sería conveniente decir lo que no es: no es baile, rutinas de ejercicios, contorsiones, control respiratorio ni meditaciones. No implica hacer repeticiones, aprender coreografías o levantar pesas. La Biodanza es movimiento pleno de sentido, libre y visceral, que estimulado por la música y orientado por un experto, puede sanar al ser humano de todas las maneras posibles.

Según la definición de la International Biocentric Foundation (IBF): “Biodanza es un sistema de integración humana, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, del canto, del movimiento y de situaciones de encuentro en grupo”.

Lo cierto es que para quien la practica sin fines académicos, la Biodanza no se hizo para ser entendida, sino para sentirla. Por eso, en torno a ella existe un halo de misterio que cada cual descubre a su ritmo, paso a paso, en cada sesión semanal.

Encuentro en la ronda

Una primera sesión de Biodanza significa encontrase con situaciones negadas socialmente. Pies desnudos, unirse a una ronda de seres desconocidos, tomarlos de la mano y mirarlos fijamente a los ojos. El silencio es norma, la palabra hablada queda suprimida para permitir que los sentimientos afloren. Así que el “primerizo” se encuentra allí parado, descalzo, silente y con cara de tonto.

Comienza la música. La invitación es a sentirla, a permitir que las notas permeen el pensamiento, el oído, la piel y hasta los huesos. El movimiento inicia lento y los ojos asombrados buscan no mirar al resto en señal de vergüenza. La torpeza alienta los primero pasos en un círculo de seres humanos que no saben qué hacer con el cuerpo.

La ronda se mueve, suave, envolvente, no hay manera de escapar a la seducción del movimiento en grupo. Poco a poco afloran sonrisas, suspiros y encuentros furtivos de miradas ansiosas por reconocer en el otro una emocionalidad similar a la que lo posee.

El facilitador tiene el maravilloso desafío de guiar el grupo. Luego de la primera ronda expresa con palabras el siguiente movimiento, demuestra desde sus posibilidades una manera de hacerlo, lanza la consigna e invita a los participantes a vivenciar la danza.

De nuevo la música suena. La intención es mantenerse tranquilo unos segundos, respirar, aflojar el cuerpo y esperar a que sea la misma melodía la que incite a la danza. Cada cual lo hace a su manera y a su ritmo. Al principio las miradas de reojo buscan la aprobación de los demás o verificar que se “está haciendo lo correcto”, pero no es necesario, porque en la ronda no hay juicios de por medio.

De esta manera, entre danza y danza, cada cual se reconcilia consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con el cosmos. Sin darse cuenta, hace las paces con la vida y comienza a ser realmente feliz, sin importar la realidad en la que esté inmerso. Es un reencuentro magnífico con la alegría pura y simple de estar y sentirse vivo.

Un sistema sanador

Biodanza es la danza de la vida. Facilita la expresión y el poder transmitir la emocionalidad. Al exteriorizar lo que “se lleva dentro”, sin utilizar la palabra hablada, se estimula la armonización e integración de cuerpo, mente, emociones y sentimientos: “Lo que pienso, siento y hago” se hacen una sola expresión.

En general, las personas viven en un medio tóxico que imposibilita la expresión de su potencial afectivo y creativo, donde pensar y sentir una cosa y hacer otra diferente en considerado “normal”. Esta incoherencia y la falta de autenticidad a la larga crean problemas de salud.

¿Para quien es la Biodanza? Para todos, sin importar edad, sexo, estatus social o cultural, incluso estado de salud. La ronda no discrimina, allí todos son iguales y poseen idéntica potencialidad para expresar lo mejor de sí.

Entre otros beneficios, Biodanza fomenta la salud y el desarrollo armonioso de la identidad. Hace a las personas más vitales, creativas, capaces de enfrentarse con coraje a las circunstancias, mejorando con ello la calidad de vida. Ayuda a descubrir y desarrollar los potenciales de cada quien y a superar estados de carencia afectiva. Hace desaparecer tensiones, estrés y dolores; fomenta y mejora la expresión y comunicación; favorece la conexión con la vida en toda su plenitud, en el aquí y el ahora; ayuda al reencuentro consigo mismo y con los demás y alienta el instinto lúdico, y el goce y disfrute de la vida.

Sabios soñadores

El sistema Biodanza fue creada por Rolando Toro Araneda, antropólogo y psicólogo chileno, en los años 60. Él elaboró experiencias clínicas con pacientes psiquiátricos para comprobar las vivencias que la música puede estimular en las personas. Llegó a la conclusión que la música tiene un poder curativo capaz de modificar estados físicos y emocionales crónicos.

La investigación se desarrolló a lo largo de 25 años de confrontación con la realidad, hasta llegar a la elaboración de un modelo teórico científico. Actualmente la Biodanza se desarrolla en cientos de países.

La Escuela Venezolana de Biodanza Zulia (EVBZ) arriba hoy a sus 17 años de labor, en los cuales ha graduado cinco cohortes, con 20 facilitadores. Ahora tiene 34 estudiantes en formación y por su aula han pasado unos 10 mil biodanzantes no académicos.

La directora de la escuela zuliana es María Dolores Díaz. Menuda, ágil, espontánea y contundente, se formó con el propio Rolando Toro y ya tiene 30 años de experiencia con el sistema Biodanza.

Además, la didacta es doctora en Ciencias Humanas, magíster en Orientación Psicológica, licenciada en Orientación, facilitadora de Psicolingüística Social, Programación Neurolingüística, Gestalt y Terapia Corporal y coach ontológico, entre otros títulos. Actualmente se desempeña como Profesor titular de la Facultad Experimental de Arte de La Universidad del Zulia.

Sin embargo, al verla descalza, sonriente, vital, dirigiendo sus sesiones con toda la entrega que puede manifestar un ser humano, es posible comprender y sentir, que la Biodanza si funciona, que es un sistema tangible, un útero, un lugar al que todos queremos regresar para nutrirnos con las más puras energías del universo.

Contactos:

Teléfono: 04165689544

Facebook: EscuelaVenezolanaBiodanzaZulia

Instagram: @BiodanzaZulia

Blog: BiodanzaZulia.wordpress.com

 

Redacción : Reyna Carreño Miranda

Fotografías: Cortesía EVBZ

Trabajos Relacionados