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¿Podría el Café Kabuki resurgir de sus cenizas en 5 de Julio?

Hablar del Kabuki es dejar caer la cédula al piso y levantarla rebosante de recuerdos felices sobre una terraza de sol radiante, donde el olor del café, las masas recién horneadas y tortas eran parte ritual de mañanas laborales, mediodías de tertulias o tardes y fines de semana de compras en el bulevar 5 de Julio.

Aunque nació con la idea de ser una sala de té con especialidades de pastelería, la gente lo recuerda primordialmente como un establecimiento para tomar café ya que abrió sus puertas en 1953, un año más tarde que Bambi Café y desde entonces comenzó una rivalidad que se prolongaría por más de 40 años, en lo que sería una de las oleadas más recordadas del movimiento cafetero en la ciudad, que ha retomado fuerza en tiempos recientes pero que data desde los inicios de Café Imperial en 1926.

Sana competencia

Por estar situado en el C.C. Icuma, en la esquina de la calle 77 con avenida 12, al lado del C.C. Internacional -donde aún queda el bowling Pin Zulia-, y en frente del extinto Hotel Detroit, durante sus primero años, el Kabuki atrajo desde muy temprano a empleados y huéspedes del prestigioso alojamiento para comenzar el día con un delicioso cachito y un expreso o guayoyo bien caliente.

En 1966 el lujoso Detroit fue consumido por las llamas pero de sus cenizas se levantó la tradición de comenzar la faena en Kabuki, ya que un año más tarde se erigió la sede del Banco de Maracaibo (actualmente SENIAT) y los clientes y trabajadores de la entidad financiera sucumbieron al europeo encantamiento de la terraza frente a la calle con sus sillas de armazón metálica y mimbre trenzado, aunque el local también tenía un ambiente con aire acondicionado.

En la pausa del mediodía, o durante las tardes el té o café eran la excusa ideal para disfrutar de una exquisita torta de guanábana o la estrella del local, la Pirámide de Chocolate. Un postre de autor compuesto por tres niveles de bizcocho de chocolate, fresa y vainilla intercalados con crema batida y bañados en crocante fudge de chocolate semi-amargo.

Un halo de misterio

La dueña del negocio era uno de esos elementos que acentuaba el aire bohemio del lugar frecuentado por académicos, intelectuales y artistas. La señora Ana, de quien nadie recuerda hoy su apellido, era una mujer servicial y enigmática de un castellano rudimentario con marcado acento inglés, tal vez por eso muchos aseguraban que era oriunda de las islas británicas del Caribe, aunque otros afirmaban que había nacido en Italia.

Ana era una dama solitaria. No se le conocían pareja, hijos ni más parientes que el propio personal del Kabuki, a quienes trataba como si fueran de su propia familia, de ahí que tras su muerte le dejara el icónico café a dos de sus más fieles empleados.

A finales de los 90’s el C.C. Icuma no era más que un estacionamiento para las personas que visitaban el SENIAT, aunque todavía llegaban alguno que otro cliente a la agencia de viajes Universal Candes, o iban a Fotomanía para sacarse una foto tipo carnet y a Variedades y Arte SRL para comprar algunas de la tarjetas o peluches que tenían años en el inventario.

Todos los locales, incluyendo el icónico Kabuki, fueron adquiridos por el Grupo Moschella, propietario del Icuma y luego demolidos a principios de los años 2000 para el futuro aprovechamiento de la parcela.

Un sueño ambicioso

Por años las ruinas del centro comercial permanecieron rodeadas por una mampara de latón galvanizado, haciendo que el lugar se convirtiera en posada de huele-pegas, delincuentes y cualquier otro tipo de indeseables, hasta que entre los años 2011 y 2016 el estudio de diseño NMD Nomadas, liderado por el arquitecto Farid Chacón, fue encomendado con el desarrollar un nuevo concepto para devolverle la vida y la rentabilidad a la estratégica propiedad.

El proyecto denominado “Plaza V” es un centro comercial que originalmente estuvo planteado con 22.312 m2 de construcción distribuidos en un edificio de cinco niveles y un estacionamiento subterráneo, que se destaca por espacios que se integran al entrono ciudadano con una estructura velada.

Los tres primeros pisos dedicados a locales comerciales cuentan con pasillos abiertos a la calle, enmarcados en una estructura metálica que brinda al edificio el aspecto de un paralelepípedo semitransparente con espacios para cafés y restaurantes a nivel de la calle (al estilo del Kabuki).

Los dos últimos pisos estaban inicialmente destinados a un complejo de multi-cines, lo cual le hubiese devuelto al macrocentro de la ciudad una funcionalidad perdida en los 90’s cuando aparecieron los grandes malls de la periferia, pero desafortunadamente el proyecto ya no contempla los dos últimos pisos.

La más reciente distribución del Plaza V cuenta con 55 locales y una terraza gastronómica en tres niveles comerciales (planta baja mas 2 pisos), y dos niveles de estacionamiento (sótano y semisótano) que dan un área total de construcción de 16.700 m2.

La idea fundamental creada por NMD Nomadas es una edificación de espacios que puedan relacionarse con el público en general y no convertirse en una caja hermética que pierda su conexión con el exterior, gracias al uso de terrazas urbanas y espacialidad pública diversa: paseo, plazuela interior, escalinatas, etc.

Como el Fenix

La ejecución de la obra estaba prevista a realizarse entre 2017 y 2019, pero tras la demolición de la vieja estructura y remoción de escombros efectuada el año pasado, las labores se paralizaron. El estancamiento del proyecto coincidió con el vertiginoso ascenso en el tipo de cambio no oficial y la limitación de los créditos por parte de las entidades bancarias.

Hoy la esquina de 77 con la 12 es un lienzo en blanco con una incipiente fosa que solo esperan las condiciones necesarias para reactivarse. A unas pocas cuadras, en el estacionamiento del edificio de Enelvén de 5 de Julio (también propiedad del Grupo Moschella) están las palas mecánicas y retroexcavadoras esperando la señal para encender los motores.

En esencia Plaza V es la reinvención del Icuma, más grande y ambicioso, pero con un diseño y capacidad más acorde a los tiempos que corren, ojalá y cuando el proyecto se retome algún emprendedor visionario tenga el buen tino de montar un café en el extremo izquierdo de la planta baja, mirando hacia 5 de Julio.

El local incluso podría volver a llamarse Kabuki y ofrecer una nueva versión de la torta pirámide como un homenaje póstumo a uno de los establecimientos más recordados del bulevar. La nostalgia es una poderosa arma de mercadeo y ventas.

 

 

Redacción y Fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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