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En el Maczul trabajan con las uñas por “amor al arte”

A veces el tamaño de los obstáculos es tan grande que no permiten ver la nobleza de las obras. En el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (Maczul) tienen problemas, tal vez más de los que la gente cree, pero sus trabajadores aseguran que el centro de arte no ha cerrado ni un día, porque la vocación y el amor al trabajo los impulsa a seguir día a día.

“Aquí estamos, porque nos movemos, y porque estamos decididos a mantener el museo vivo”, comenta Anabelí Vera, presidenta del Maczul, y asegura que el primer paso, luego de que tomó las riendas del museo en enero, fue reunirse con representantes de la Alcaldía de Maracaibo y la Gobernación del Zulia.

“Al alcalde Casanova le pedimos la limpieza de las áreas aledañas y que el IMAU entre hasta acá, porque hay personas que traen basura en camionetas y la arrojan en el perímetro. Además que envíe una cuadrilla de limpieza al menos una vez al mes, para contribuir a mantener y conservar las áreas verdes, que son casi tres hectáreas de terreno”, explica.

Otra petición es la restitución del transporte público. “Eliminaron la ruta de La Rotaria, que era la única que pasaba por acá. También hicimos la petición de un bus de Metromara, para que nos apoye, sobre todo con la movilización de los empleados del museo”.

Reforzar la seguridad también es prioritario para el Maczul, aunque la presidenta enumera que cuentan con seguridad interna, la que aporta la Universidad y la vigilancia que viene de Los Cuadrantes de Paz.

La petición se realizó hace al menos dos semanas y están esperando respuesta. “También nos reunimos con la directora de Turismo de la Alcaldía, para establecer convenios y alianzas, que sirvan para proyectar más al museo”.

El resto son los mismos problemas que tienen otras instituciones. Como la falta de acondicionadores de aire, los cuales ya se repararon dos veces, pero sucumbieron a los bajones de electricidad. Al menos, desde el año pasado, no han sido afectados de nuevo por la delincuencia, que se llevó la única cava especialmente dotada para trasportar obras de arte, entre otras cosas.

Ante la pregunta ¿De quién depende el Maczul?, la presidenta explica que el museo es una fundación privada tutelada por La Universidad del Zulia (LUZ). “Fue una idea de la universidad y está en sus terrenos. En la forma jurídica participa LUZ con cuatro representantes, presidente y tres directores, el estado aporta dos representantes y el gobierno regional dos más”.

Además hay un grupo de empresarios que pertenecen a la asamblea que eligen a los directores representantes que forman parte de la junta directiva. El sistema de financiamiento viene una parte de LUZ, otra por mecenazgo y la tercera por autogestión.

La riqueza del capital humano

La plantilla original de trabajadores del Maczul era de al menos 100 empleados, de los cuales solo queda el 30 por ciento, porque el resto se fue en busca de otras oportunidades.

Los que quedan, muchos de ellos fundadores, están comprometidos con el museo y la labor diaria que se edifica en eso 13 mil metros cuadrados. “Estamos restituyendo gente y contamos con la valiosa presencia de los estudiantes de arte, que colaboran con nosotros”.

Vera utiliza el teléfono como álbum de fotos, para documentar el trabajo diario, y mientras desliza el dedo sobre la pantalla para mostrarlas, reflexiona. “El amor al trabajo no hay sueldo que lo pague. Estamos aquí todos los días, el museo siempre está vivo, latiendo. A veces por los cortes eléctricos hay cosas que se nos van de control, pero seguimos adelante”.

El arte es un medio de comunicación que le permite al artista expresarse, puntualiza. “Es muy importante. Es la creación de aquellos que miran el mundo y lo muestran como nosotros no lo vemos, tal vez con visión poética o contundente, pero es otra mirada que nos enriquece y nos permite disfrutar de cosas bellas, a través de reflexiones inteligentes que nos llenan el espíritu o tan determinantes que nos ponen a pensar”.

Asegura que cuando la vida se vuelve difícil es apremiante alimentar el espíritu y la creatividad, para aplicarlos en otros ámbitos de la vida. “Venir al museo puede interpretarse como estar en un oasis, pero también permite alimentar el espíritu, la conciencia, el alma, la espiritualidad y desarrollar la capacidad de ver el mundo, entenderlo y superar las circunstancias para construir, estamos aquí construyendo la realidad que queremos. Lo primero que ataca un régimen son los espacios culturales”.

Calendario lleno

El próximo sábado 24 de marzo el museo inaugura ocho exposiciones de manera simultánea. “Creamos el programa Una mañana en el museo, que es una visita guiada por un artista que esté exponiendo. También recibimos la visita de colegios. Los niños vienen a pintar, luego se toman un refrigerio, cuelgan su obra en una sala y conocen las instalaciones”, detalla Vera.

También, el Maczul ofrece talleres para niños y adultos, un programa de cine con Zíngaro Club, y otras actividades que ocupan el calendario por completo. “Originalmente el museo tenía cinco salas y esos espacios se intervinieron para crear ocho áreas más, ahora son 13 los lugares para exponer, incluyendo las salas Lateral, Multimedia, Experimental, Alterna y las galerías Kristoff y Maruma”.

Desde la administración pasada, el museo está definiendo su perfil poco a poco. “Somos una institución dedicada al arte contemporáneo y actual, por eso tal vez ahora tenemos un público más específico. Pero seguimos siendo un espacio de encuentro y reflexión”.

Redacción y fotografía: Reyna Carreño Miranda

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