Finanzas 

Aproveche el crédito mientras pueda y luego persígnese

En Venezuela el debate de si estamos a las puertas de un proceso hiperinflacionario o si ya entramos en él, es un asunto de académicos ya que para el ciudadano común el tema se reduce a una sola pregunta: ¿Puedo pagar los bienes y servicios que necesito para sobrevivir? La respuesta es “depende” y en la mayoría de los casos, viene hecha de plástico y con fecha de expiración.

Pero antes de adentrarnos en la selva indómita que representa la cartera de todo hombre o mujer, es necesario tener en mente algunos números para abrirnos paso entre la maleza.

Comparaciones odiosas

Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela cerrará el 2017 con una inflación de 1.134 por ciento, lo cual se traduce en una inflación intermensual del 23,5 por ciento, que suena grave pero en realidad es mucho peor.

Aunque las comparaciones suelen ser chocantes -y en este caso aún más-, usemos a nuestros vecinos de la región para entender que tan mal estamos. En 2016 la inflación anual de Chile fue de 2,6 %, Ecuador 1,1 %, Perú 3,3 %, Paraguay 3,9 %, Bolivia  4% y Colombia 5,7%; es decir que nuestra inflación de un solo mes en 2017 es mayor que la de estos seis países en todo el año pasado. Esto explica por qué cada vez que usted va de compras tiene que llevar más dinero para salir con menos productos.

Por otra parte el Banco Central de Venezuela (BCV) destaca que desde marzo de este año la tasa activa de interés para operaciones con tarjeta de crédito es del 29 por ciento, lo cual en términos reales se traduce en un 5,5 por ciento si lo vemos a la luz de la inflación intermensual.

Frente a este escenario es bastante evidente porque los analistas financieros recomiendan aprovechar las tarjetas de crédito como un instrumento para “surfear” la ola inflacionaria, pero tenga cuidado ya que la marea viene alta y en la orilla hay piedras filosas.

“Fiao” hasta el Puente

El economista zuliano Edison Morales explica que desde hace tiempo los venezolanos que están bancarizados se vienen financiando con endeudamiento a través de tarjetas de crédito, pero advierte que esta opción se va reduciendo progresivamente.

“Los bancos saben muy bien que si la inflación es más alta que las tasas de interés que ellos cobran, las tasas de interés reales se vuelven negativas y eso los obliga a restringir el crédito, lo cual ya está ocurriendo en algunos casos”, pero advierte que si por el contrario las personas reciben incrementos en sus límites de crédito, deben aprovecharlos al máximo, ya que todo lo que consuman hoy se cancelará a futuro con bolívares que valen mucho menos.

“El que se queda sin ingresos lo primero que recurre es al desahorro y luego pasa al crédito y cuando ya eso se termina, no hay escapatoria” explica el también profesor universitario, acotando que el crédito es un alivio temporal que termina sucumbiendo ante el acelerado deterioro económico que vive el país.

“Contra ésta inflación que está a las puertas de la hiperinflación no se puede hacer más nada que aguantar el trancazo” concluye Morales.

Apretarse la correa

Para el economista Jesús Cacique el problema del financiamiento a través de las tarjetas de crédito radica en que la población ya no genera suficientes ingresos para cubrir deuda, por ello recomienda no solo aprovechar el crédito, sino combinarlo con una agresiva estrategia de ajuste presupuestario.

“El problema está en que con una tarjeta de crédito la gente comienza a endeudarse, pero si no genera ingresos no le alcanzará para efectuar cobertura de deuda, de modo que surfear esta situación no es nada fácil. Lo que tienen que hacer las personas es elaborar un presupuesto y comenzar a recortar gastos superfluos y secundarios hasta nivelar los egresos con los ingresos intermensuales” apunta el analista.

A merced de la corriente

Para Cacique realmente “no hay nada que los venezolanos de a pie puedan hacer contra los embates de la inflación desatada” ya que la solución a este fenómeno no está en manos de éstos.

La solución de fondo, explica el economista, pasa por que se efectúen los ajustes necesarios en las políticas macroeconómicas, para que se genere confianza en el país y se reduzca la volatilidad del mercado cambiario. A su juicio esto implicaría unificar las tasas de cambio, eliminar los controles de divisas y precios y evitar la generación de dinero inorgánico (imprimir billetes sin respaldo en las reservas internacionales) como herramienta para el financiamiento de entes públicos.

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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