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La mujer que hizo de un «juego de niña» su propio negocio

Fue un juego que comenzó cuando niña. Era un deseo poderoso que movía las fibras de esta mujer de embellecer a sus amigas, primas, compañeras de estudio o trabajo. Las pinceladas se fueron perfeccionando en el camino para lograrlo, más que un sueño se convirtió en un propósito firme de prosperar y cambiar realidades.

Así comenzó la historia de Lissette Alarcón González, quien hoy lleva con éxito y profesionalismo una de las cuatro peluquerías de la Cadena Rostros.

Todo se inició de la mano de la tía favorita, Edirsa Fernández, una mujer trabajadora con quien Alarcón pasaba mucho tiempo, y en ese proceso de imitación que todo niño ejerce por quien admira fue aprendiendo sobre procedimientos en el cabello.

“La peluquería no era un sueño para mí, pero siempre me llamó la atención la industria de la belleza. Me gusta desde el punto de vista del arte, me apasiona maquillar,  siento que tengo una vena artística que viene de mi papá. Él dibuja, canta, lee y esa vena artística creo que la tengo para plasmar imágenes, mezclar colores, creo que es innato, no lo estudié nunca”, asegura.

Lissette es una mujer hermosa, dueña de una serenidad, sapiencia e intelecto que se conjugan para dejar siempre una huella. Es capaz de tomar el rostro de una dama y convertirlo en un lienzo virgen para dibujar en él personalidad y belleza.

Sus ojos se iluminan y una sonrisa la acompaña cuando recuerda que su mejor amiga le sirvió como “conejillo de indias”, para practicar lo que iba aprendiendo. “Le preguntaba a mi tía qué le podía hacer en el cabello a mi amiga, me iba con ella a buscar los productos y resulta que terminábamos comprando lo más barato y eso le quemaba el cabello”.

Su propósito de regalar belleza a toda aquella mujer que comparte su entorno ha sido la punta de lanza del éxito en lo que ella asegura que más que un negocio representa una pasión, un pasatiempo.

“Era el cambio de imagen lo que me atraía, ver como esa persona que no tenía ningún recurso para hacerlo o no sabía cómo hacerlo, con lo que mi tía me había enseñado la podía ayudar. Y esa ha sido mi satisfacción, ver cómo en cada lugar de trabajo o entorno de otro tipo las mujeres a mi alrededor empezaban a cambiar su imagen. Ha sido gratificante”, confiesa.

Rostros es una cadena de empresas que presta servicios de peluquería a damas y caballeros. Además ofrece depilación, cambio de imagen, maquillaje profesional y venta de artículos de belleza. Tres de estas peluquerías están ubicadas en el primer piso del centro comercial Galerías Mall, sectores verde, azul, amarillo y una en el centro comercial Mercasa en la avenida La Limpia, este último es propiedad de Alarcón.

La decisión de ser independiente fue lo que hizo que esta emprendedora dijera sí a la oportunidad de tener su propio negocio. Luego de pasar años trabajando en la industria petrolera, poniendo en práctica sus conocimientos universitarios como Licenciada en Idiomas, se dio cuenta de que había algo más que ser empleada. En un año logró conformar este negocio que ya cuenta con un respetable  número de empleados.

Dice que su inspiración es su familia, sus dos hijos que ya son mayores de edad y su madre que ha sido el ejemplo más grande de superación para ella. “Ha sido inspirador ver como mi madre Elvira González, una mujer sin estudios universitarios, logró tanto con su voluntad y ganas de prosperar”.

Dos caballeros la acompañan, es la consentida de Pedro y Enrique, jóvenes que vinieron al mundo a través de ella y que hoy la cuidan como su tesoro más preciado. Son su musa, la gasolina que mueve a esta bella mujer para avanzar y dejarles el camino abierto para que vuelen alto en la vida.

Un ser humano se engrandece con el ejemplo, porque es lo que siempre va a dejar una huella imborrable. Son muchas las mujeres que vivieron un antes y un después de conocerla. Mujeres que aprendieron no sólo a maquillarse o cuál era el corte más favorecedor, además encontraron una oportunidad de cambiar sus vidas aprendiendo que cuidarse es parte de amarse a sí mismas.

 

Por Gabriela Pirela

Fotografía: cortesía.

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