«La industria musical se ha ido por el camino del facilismo»: Ángel Bustillos, director de Urbe FM
“Soy un animador que afina, más que un músico”, afirma Ángel Bustillos, propietario de la agrupación Yenyeré, que ya tiene 26 años en la escena musical. También fue locutor en Zuliana 102, Ok 101 y fue director de Rumbera Network 98.7, la cual logró posicionar entre los primeros lugares de audiencia en 2014. Ese mismo año lo reclutó Urbe 96.3 para que tomara sus riendas.
“He crecido en la música y en el mundo de los empresarios de la música. Eso me ha enseñado, sociológicamente, a comprender a la gente y ver las cosas desde el punto de vista musical para complacer a ese público”.
Las redes sociales han cambiado la dinámica comunicacional, pues en ellas se genera la mayoría de los contenidos y por esta razón no pocos locutores se convierten en repetidores de esas informaciones, advierte.
“Me entristece que muchos no se den cuenta de que a la gente también le importa que el locutor opine, que dé un punto de vista diferente de los que ya conocemos. El tubazo, el primero que dio la información, ya se acabó”.
—¿Cuál es tu diagnóstico sobre la radio en Maracaibo?
—No soy comunicador social de profesión, sino de oficio. Soy abogado y músico. En la primera reunión de trabajo en Urbe FM con los locutores, lo primero que les dije fue: miren, cuando una emisora está en período de prueba, por ley tiene que pasar de uno a dos meses generando música para ver si está apta tecnológicamente para arrancar. Cuando el radioescucha está manejando y se encuentra una emisora con buena música y nadie está hablando, te prometo que nadie la cambia. Con esto, lo que les quiero decir a los locutores y a los comunicadores sociales es que si no hay nada interesante que decir, es mejor que no digas nada porque la música todo lo cura. Esto depende del corte de la emisora, obviamente, como en el caso de las emisoras informativas.
—Con la posibilidad de escuchar música en un teléfono, ¿qué futuro le depara a la radio?
—La radio para mí es eterna; la televisión, no. La desplazaron plataformas como YouTube y las que están por venir, siempre y cuando el Internet tenga una velocidad promedio y eso ahorita no nos ayuda porque nos estamos africanizando. Por lo tanto, si yo tomo el punto de vista de todas las películas apocalípticas de Hollywood de hace 50 años para acá, siempre hay un transmisor, un emisor, un receptor y alguien que está enviando una señal. Eso es en gran medida cierto. La tecnología del transmisor nunca va a pasar. Es imposible que las emisoras AM mueran porque es un formato que permite una gran distancia que no tienen las FM. ¿Qué pasaría en cualquier país con problemas de Internet, o dificultades electrónicas para que llegue el mensaje?, las AM y las FM serán una solución fiable.
—¿Y desde el punto de vista del uso diario?
—Siempre vamos a estar manejando, y nos podemos quedar si batería en el teléfono para conectarlo al carro, o se nos olvidó el pen drive, pero la gente tiene en la memoria de su carro las emisoras preferidas, que pueden ser de corte romántico, tropical o variada. Y en la oficina, a aquel que no puede ver algo en televisión desde la computadora porque está ocupado, la radio lo acompaña, y a lo mejor a esa hora está su locutor preferido que puede decir cosas interesantes.
—¿Qué gancho debe tener la radio frente a una playlist, con las que la gente elige sólo lo que quiere escuchar sin la intermediación de un locutor y sin pausas comerciales?
—Allí las edades influyen mucho. Una persona muy productiva, que está en muchas cosas, no tiene tiempo de hacer un playlist. Le va a decir a su hijo, esposa, novia o al amigo que tiene la emisora que se lo haga. En cambio, el joven, el estudiante, sí tiene tiempo y lo acomoda para las fiestas y las reuniones. La gente más humilde, que no tiene una computadora, escucha la radio en el porche de su casa. Mientras el estrato social es más bajo, más radio escucha, porque no tiene acceso a la tecnología para armar una playlist. De hecho, aún comprar CD’s piratas, cuando los CD’s van rumbo a desaparecer.
—El reggaetón colonizó la escena musical pese a las devastadoras críticas, ¿por qué gusta tanto?
—Te daré mi opinión porque la verdad, ¿quién la tiene? Los valores están tan trastocados en todo el mundo, que cada vez el facilismo es mejor. Es como la corrupción: siempre ha sido mala, pero de un tiempo para acá en Latinoamericana, como que es muy buena. La industria musical mundial se ha ido por el camino del facilismo, porque si a los muchachos les gusta esa musiquita y se retrucan contra la pared, ¿para qué me voy a complicar haciendo una canción bonita?
—¿El reggaetón es malo por definición?
—El reggaetón, como género, no es malo. Es una variante del Hip Hop, del Rap, que cuando nacieron en Estados Unidos eran criticados porque eran callejeros, de gente de barrio. Pero la cultura urbana, lo quieras o no, existe, está ahí.
—¿Sólo abundan los malos exponentes entonces?
—No tiene malos exponentes, el problema es que para hacer reggaetón no se requiere ser tan artístico. Volvemos al facilismo: si tengo pinta de malo y logró hacer unos versos que rimen y sean pegajosos, ya está. El artista nace y se puede desarrollar. El que hace rimas, así no haya estudiado Lingüística, puede hacer poemas. Lo han demostrado raperos y reggaetoneros. Eso es plausible, y lo que sería mejor para el mundo es que esos muchachos se pusieran a estudiar para que hicieran canciones más bonitas y edificantes. Pero hay un mercado, a los muchachos les gusta. La industria musical no ha hecho nada para frenarlo. Al contrario, lo alienta porque genera mucho dinero.
Redacción: José Flores
Fotografía: Cortesía