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Tostones Don José: De producto zuliano «underground» a chuchería de culto

Con Ovomaltina eran la locura del recreo o el cine, y sin ellos, el juego de beisbol en el estadio nunca sería lo mismo. Nacieron hace más de 40 años en un sótano de Valle Frío y hoy están en todas las vitrinas de chucherías, quincallas, panaderías y supermercados de la región y el occidente del país, disputándose el mercado con las grandes corporaciones de las golosinas saladas. 

La empresa Tostones Don José fue fundada en 1977 por José Hernández, un residente del sector Valle Frío que tuvo la visión de convertir uno de los contornos favoritos de la mesa zuliana en una merienda salada 100% natural que con los años se ha vuelto un producto de culto entre el público infantil, adolescente y adulto.

Nace una marca

Al principio, Hernández y su esposa se encargaban personalmente de todo el proceso artesanal. Compraban los plátanos verdes, los rebanaban con ayuda de una “mandolina” de madera con hoja de latón y freían las delgadas láminas en una gran paila de aluminio con aceite, para luego espolvorearlas con sal y empacarlas en bolsitas transparentes que no tenían ningún tipo de identidad corporativa ni marca.

Uno de sus primeros y más importantes clientes era el cine Metro (actualmente iglesia evangélica), a final de Bella Vista, donde su producto era uno de los más solicitados antes de entrar a las funciones. El éxito en ese segmento hizo que pronto llegaran a otras salas de proyección como el Landia, Roxy, Costa Verde, Uairén, Altamira y 5 de Julio.

En el centro, no había un mesón de chucherías en las paradas de los carritos y autobuses que no vendiera los tostones como refrigerio para calmar el hambre durante el trayecto o para «más tarde» en medio de la jornada laboral. Era casi un artículo de supervivencia urbana.

A partir de octubre la producción se aceleraba con la llegada de las temporadas de béisbol y en noviembre con la Feria de la Chinita que aumentaba la demanda hasta finales de año. Ya todo el mundo conocía los tostones que elaboraba Don José, por lo cual fue una decisión obvia comenzar a colocar el nombre en las bolistas transparentes, estampadas con letras de color azul oscuro.

Franquiciando en la familia

Desde que tuvieron edad para ayudar, los seis hijos de Hernández se integraron a la producción, pero su padre quería que fueran profesionales universitarios. Cinco de los hermanos procuraron estudios superiores en diversas áreas mientras trabajaban en la empresa familiar, pero uno de ellos, Fernando, estaba enamorado del negocio e insistía en dedicarse de lleno a él.

Desde muy pequeño, Fernando acompañaba a su padre a hacer la ruta de los tostones. Le apasionaba involucrarse con todas las variables de la producción distribución y comercio, lo cual le llevó años más tarde a que quisiera emprender su propia operación.

Cuando el patriarca de la familia desapareció físicamente, los seis hermanos siguieron trabajando en el sótano de la casa natal, pero bajo un esquema que podría definirse como de franquiciamiento intrafamiliar. Por un lado cinco trabajaban de forma mancomunada y Fernando de forma independiente, aunque se respaldaban mutuamente.

Todos seguían produciendo el mismo producto, de la misma manera, con el mismo nombre y los mismos proveedores, pero tenían equipos de trabajo y contabilidades independientes. Cada quien ganaba según su propia venta.

Dejando el nido

Ya para el 2010 la producción estaba más tecnificada y contaban con más mano de obra y herramientas para atender la creciente demanda, pero debieron cambiar de locación por razones de permisología, ya que la sede inicial no contaba con las condiciones de seguridad industrial exigidas por el ordenamiento legal.

Esta coyuntura detonó lo inevitable. Fernando fue el primero en montar sucursal aparte en un galpón ubicado en el mismo sector Valle Frío, detrás del colegio Pichincha y meses después el resto de los hermanos hicieron lo propio, en un galpón en las inmediaciones del sector Los Plataneros, donde estarían más cerca de la materia prima.

Desde hace ya siete años que Tostones Don José cuenta con dos casas matrices en la ciudad y figuras jurídicas independientes para cumplir con los deberes fiscales, legales y sanitarios de rigor. Situación que ha redundado en una mayor cobertura del mercado local y la expansión hacia otras latitudes.

Compitiendo con monstruos

Con fuerzas de venta independientes que operan bajo un esquema de reventa, este producto zuliano llega hasta Margarita, Carabobo, Aragua, Distrito Capital y la región andina, aunque en tiempos recientes la dificultad en el acceso de repuestos, cauchos y aceite que afecta a todo el país, ha hecho que la distribución foránea presente algunos baches.

Hoy Tostones Don José sigue siendo uno de los productos favoritos en el mercado zuliano de las golosinas saladas. Su presentación Jumbo de 280 gramos se puede conseguir en las principales cadenas de farmacias y automercados del país, junto a marcas de corporaciones como Fritolay, Munchy’s y Pepsico.

La fidelidad hacia este producto es tan fuerte, que hay distribuidores que lo ofrecen a través de Mercado Libre e Instagram para envíos nacionales e internacionales. Algunas opciones incluyen un combo con Ovomaltina para dar rienda suelta a la nostalgia en el exilio. Esta distinción pone al una vez humilde producto artesanal en la misma liga que el queso palmita, los Torontos y el Cocosette.

A no ser por el número de registro sanitario y dirección en el empaque, sería imposible diferenciar los tostones elaborados en Valle Frío de los de Amparo, ya que las dos casas manufactureras dirigidas por los hijos de Hernández se mantienen fieles al legado de su padre. Un producto sencillo, sabroso y tan nuestro como el solazo del mediodía.

 

 

Redacción y Fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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