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Le cayó comején al «bunker»: Peligran los refugios anti-apagones

En Venezuela desde hace rato coexisten dos países separados por una frontera delimitada en divisas. Para los bendecidos y afortunados que viven donde el pasto es de un cierto color verde oscuro, la crisis luce como un fenómeno menos cruento, amortiguado por un poder adquisitivo que se mantiene incólume ante los efectos de la hiperinflación, pero que no brinda inmunidad ante el descalabro generalizado de las infraestructuras que soportan al país. 

El incendio en la planta eléctrica del Hotel Maruma Crown Plaza, es algo más que un siniestro fortuito en un reconocido cinco estrellas de Maracaibo. Es un escandaloso indicador de cómo la erosión de los servicios públicos que nos separan de una vida medieval, avanza lenta pero constantemente, como la ola de un tsunami que va ganando altura y termina por arrastrar incluso a quienes parecían surfear la marejada sobre una balsa confeccionada en dólares.

Todo está peor

Entre 2014 y 2015 una prolongada sequía en el embalse del Guri puso en jaque la capacidad de generación hidroeléctrica que aporta el 80% de la energía que se consume en el país, por ello el Gobierno nacional le endosó a la industria y el comercio la papa caliente de autogenerar la energía que necesitan durante las horas pico, para evitar el temido colapso del sistema interconectado nacional y así como una conmoción social.

A diferencia de hoy, en aquel entonces el sector privado contaba con una capacidad instalada o incluso los medios financieros para cumplir con la exigencia oficial.

Rápidamente, centros comerciales, empresas, hoteles y buena parte de las zonas residenciales de mayor solvencia económica se apertrecharon con plantas eléctricas y durante un cierto tiempo, estos espacios fungieron como refugios colectivos contra el calor y el aburrimiento que se apoderaba de la ciudad en horarios preestablecidos por Corpoelec, pero ese esquema también se agotó.

Exceso de uso

Hoy la generación en Zulia está en uno de sus momentos más críticos, con apenas 14%  de los 2.918 megavatios instalados que tienen las 12 plantas termoeléctricas en la región. Esta situación que ha disparado la inestabilidad del servicio, también ha obligado a los sectores productivos a forzar sus generadores de emergencia, acelerando el desgaste de estos equipos y acortando su vida útil.

Dani Montesinos, gerente de operaciones de Sinergia Editorial y encargado de los sistemas de respaldo eléctrico en el diario La Verdad, explica que la mayoría de las plantas eléctricas que se usan en las empresas locales “no están diseñadas para el uso continuo sino para las contingencias, por eso los fabricantes y empresas de mantenimiento recomiendan que no se excedan las ocho horas, ya que se pone en peligro la integridad del equipo”.

Esto es precisamente lo que ha venido ocurriendo con las plantas eléctricas de las empresas privadas del Zulia, las cuales han ido quedando una a una inutilizadas por el sobretrabajo a causa de los apagones prolongados, como los que azotan a Maracaibo desde el pasado viernes 10 de agosto, cuando se incendió el cable de alta tensión que pasaba por debajo del Puente Rafael Urdaneta.

Se agotan las opciones

Desde mediados de junio, los centros comerciales y hoteles de la región que consumen más de 100 KVA (kilovarioamperios) están obligados por decreto a autogenerar su electricidad entre 11.00 de la mañana y 10 de la noche, pero en la práctica estos lapsos se han extendido, dando al traste con los equipos.

Los primeros oasis en secarse fueron los centros comerciales. Lago Mall, Sambil, Doral Center y Galerías reportaron desde hace meses las averías de sus equipos de autogeneración, por lo que ahora están a expensas del tendido público.

Ahora los hoteles de la ciudad se han convertido en los nuevos refugios para quienes buscan algo de normalidad cuando el silencio anuncia la llegada del apagón.

Lobbies atestados de gente sin consumir más que un café, refresco o agua mineral es una estampa recurrente en hoteles como el Intercontinental, el Tibisay y hasta hace poco el Maruma; en resumen, los refugios anti-apagones ingresaron oficialmente en la lista de especies en peligro de extinción.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Cortesía

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