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Fin de Siglo, un gigante comercial «bautizado con su fecha de expiración»

“Estáis más gordo que la bola ‘el gas; tenéis más brazo que Wilson Álvarez o más frente que Fin de Siglo”. En Maracaibo, el mayor indicador de arraigo que puede llegar a tener una marca, es quedar inmortalizada como referencia en un dicho popular. Así de importante fue la cadena de tiendas por departamentos fundada a principios de los años 60’s por los hermanos Jorge y Alejandro Abudei, cuyo nombre -sin saberlo- encerraba la profecía de su propia extinción.  

En noviembre de 1961, en la Plaza Baralt de Maracaibo, donde hoy se encuentra una conocida venta de telas, nació el almacén Fin de Siglo, una marca que con el esfuerzo y visión de sus creadores de ascendencia palestina, llegaría a transformarse a lo largo de cuatro décadas, en un emporio comercial de nueve gigantescas tiendas (siete en Maracaibo y dos en Barquisimeto), al mejor estilo de Wallmart o Sear’s.

Un icono regional

Para todo zuliano mayor de 25 o 30 años, los recuerdos de las diligencias del fin de semana o el inicio del año escolar están atados indivisiblemente a un imponente edificio blanco de “frente amplia” ubicado en la calle 5 de julio con la avenida 17.

Una larga escalera automática que terminaba al pie de un elefante rosado y un burrito mecánico que cabalgaban sin desplazarse, a las puertas del departamento de niños ubicado en el primer piso, era la ruta de entrada predilecta de los infantes y las madres a “la tienda económica y moderna”.

La joya arquitectónica de cuatro niveles diseñada por José Hernandez Casas, hoy pertenece al Banco Occidental de Descuento, pero en la memoria de los marabinos que visitaron la estructura entre 1978 y principios de los 2000 para comprar desde ropa interior hasta electrodomésticos, siempre será la sede de Fin de Siglo.

Mucho se conoce sobre el ascenso, expansión y diversificación del emporio empresarial regentado por dos generaciones de la familia Abudei, pero casi nada hay registrado sobre las causas que llevaron al ocaso de aquel gigante que dejó su impronta en ideario y el progreso de la región zuliana.

El principio del fin

Juan Carlos Abudei Müeller, el penúltimo de los cinco hijos de Don Jorge, cuenta a TuReporte que las circunstancias que marcaron la extinción de esta prestigiosa empresa, entre finales del siglo pasado y comienzos del actual, fueron multifactoriales y requieren adentrarse un poco en el contexto de la expansión nacional de la marca durante los años 90’s.

El empresario de 51 años relata que para el momento en que se toma la decisión de crecer nacionalmente, Fin de Siglo ya contaba con dos tiendas en Barquisimeto. La idea original en la capital larense era cerrar la tienda más vieja y dejar la más nueva y grande ubicada en la calle Andrés Bello, pero los números indicaban que las ventas en ambas se mantenían sin hacerse sombra, por lo cual terminaron conservando las dos.

Fue precisamente en este momento, cuando ya operaba un relevo generacional en la conducción del negocio del lado de los Abudei Müeller, que el cofundador de la empresa Alejandro Abudei,  decide venderle su participación a la familia de su hermano Jorge, por divergencias en la visión gerencial.

La operación coincidió con otras erogaciones que el grupo había venido planificando de cara a una proyección nacional, como la compra del sistema SAP que brindaba una plataforma más robusta para el manejo de ventas e inventarios, que entonces manejaba cerca de cien mil productos distintos.

“En ese momento fue una jugada arriesgada pero que creíamos necesaria porque ya el manejo de los inventarios estaba como en los 100 mil SKU (Stock Keeping Unit), que es una referencia para indicar que manejábamos unos cien mil productos diferentes” cuenta Juan Carlos, al detallar que la inversión en SAP representó unos $3.5 millones entre software y hardware.

Aunque las erogaciones eran cuantiosas, Fin de Siglo estaba en plena capacidad de asimilarlo, ya que entre los años 93 y 99 la facturación del consorcio que contaba con tiendas por departamento, ventas de computadoras, telefonía celular y muebles, era de unos 100 millones dólares anuales.

El paso previo al gran salto nacional vino en el 94 con la apertura de la tienda en el centro comercial Ciudad Chinita, en un entorno ya familiar, a pocas cuadras del lugar que vio nacer a la empresa. Lo que vino después sacaría a Fin de Sigo de su zona de confort.

Cambio de escena

La incursión en el centro del país iría con todos los hierros. “Decidimos ir a Valencia donde entramos bajo una nueva figura porque se trató de la compra de un terreno grande con el objetivo de hacer un centro comercial que aprovechara la marca establecida para capitalizar en los locales”, explica quien lideró el ambicioso proyecto de expansión, al agregar que hubo un factor que no podían haber previsto: La llegada de Hugo Chávez en el 98.

Abudei confiesa que al menos desde su punto de vista el advenimiento del fenómeno Chávez no fue la causal de la caída de Fin de Siglo, pero jugó un papel determinante al insertar en el mercado un factor de incertidumbre que paralizó las inversiones que ya entonces necesitaban para concretar su expansión sin poner en mayor riesgo el patrimonio de la empresa y la familia.

“Cuando empezamos a construir no se estaban vendiendo los locales, así que la familia decide meterse la mano en el bolsillo y para el momento en que llega la decisión de frenar porque el fenómeno Chávez estaba teniendo un impacto, ya era tarde”, indica Juan Carlos, agregando que paralelamente también había empezado el proyecto del Diario La Verdad, al cual algunos allegados le atribuyen un rol crucial en el desenlace adverso.

Quien también fuera sucesor de su padre al frente del nuevo medio, asegura que en aquel momento “había muchos pollos en el asador” y nunca vieron el proyecto de Valencia como el detonante del declive; simplemente existía la determinación de concluir lo que habían perfilado como su tienda ícono, que contaría con una planta de 12 mil metros cuadrados y lo más moderno en facturación, manejo de inventarios y exhibidores.

Uno de esos “pollos que se pasó de cocción en el asador” fue el proyecto de Farma Siglo, que buscaba moder parte de la torta en un segmento ya abierto por Farmatodo, SAAS y Farmapunto en el país.

“Nos metemos en una tienda en el C.C. El Recreo en Caracas, que era la primera de lo que iba a ser toda una cadena. Hubo algunos desaciertos pero no de ubicación ya que estábamos en una planta baja. Hoy todavía no sabría decir por qué no caló el concepto”, recalca el especialista en mercadeo, al detallar que “era una tendencia probada y nosotros lo que hicimos fue tomar los productos de mayor venta de Fin de Siglo y ponerlo en un formato más pequeño acompañado de farmacia”.

Tiempos dolorosos

En retrospectiva Abudei considera que hubo decisiones que no se tomaron a tiempo, una vez detectada la existencia de problemas financieros, como declarar el “estado de atraso”, que es una figura legal que otorga un plazo para liquidar activos a fin de honrar deudas cuando no existe suficiente flujo de caja.

“Nosotros estábamos vendiendo (en Valencia) el metro cuadrado en $3.500, cuando ni en Caracas se cotizaba a ese precio, pero se vendió un local y de pronto se detuvo de golpe. Al final se vendieron todos los locales pero el daño ya estaba hecho. Nos agarró un efecto de bola de nieve que no se podía frenar, hasta que tuvimos que optar por el estado de atraso”, cuenta Juan Carlos, al resaltar que “fueron momentos dolorosos para todo el mundo, especialmente para los proveedores a los que se le debía dinero, y los empleados, que fue un aspecto que nosotros siempre cuidamos mucho, pero al final nos vimos en una situación muy difícil, donde solo podíamos ofrecerles el pago inmediato de la mitad de su liquidación, o esperar a ver qué quedaba tras el pago de las deudas para volver a conversar”.

El empresario resume que en términos del personal, la mayoría logró cobrar más de la mitad de sus prestaciones, mientras que con los proveedores se usó una modalidad donde se les arrendaba un local por un canon mínimo más un porcentaje de las ventas y lo que entraba por este último concepto se le aplicaba a la deuda.

A pesar de los momentos difíciles y los sinsabores, la familia Abudei no se caracteriza precisamente por colgar los guantes, por eso ante la interrogante sobre qué quedó de lo que una vez fuera la empresa de ventas al detal más importante del occidente del país, Juan Carlos contesta con una sonrisa y la frase: “Ganas de volver a montar Fin de Siglo, pero en estos tiempos no hay la voluntad ni el dinero para meterse en esos zaperocos”.

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Archivo

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