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Edgar Pacheco, pinta, camina y cuenta que si es posible “vivir del arte”

Al pasar, parece otro de los tantos ancianos que caminan por las calles marabinas. Cuerpo menudo, cabello y barba canos, enormes ojos amarillos y un rostro esculpido por profundos surcos, que no deja adivinar la magnitud de su talento.

Tiene las manos grandes y rudas, pero las mueve con toda la delicadeza que le impregnaron 50 años como pintor y dibujante. Su Nombre es Edgar Pacheco, artista plástico y dibujante figurativo, tal cual como se presenta con orgullo.

Ante la petición de que “cuente su historia” se pasa la palma derecha por la frente y asegura que la “memoria no le da para tanto”. Sin embargo, poco a poco va hilando momentos y anécdotas que impresionan por la calidad de los personajes.

Paco Hung, Francisco Bellorín, Carmelo Niño, Edgar Queipo, Gunther Castillo, Filiberto Cuevas, grandes pintores zulianos, interactúan en sus relatos, como sus grandes amigos de la juventud, compañeros, colegas y maestros.

Con ellos parrandeó, jugó ajedrez, aprendió a tocar armónica, pintó, pasó momentos difíciles y desarrolló la pasión de su vida: el dibujo y la pintura. “Filiberto Cuevas fue quien me aconsejó que me inscribiera en la escuela de arte, una vez que me vio dibujando”.

Contra toda opinión

De primera mano rememora que la primera entrevista se la hizo Marlene Nava (periodista y cronista de Santa Lucía), cuando era “muchacho”, porque a los 12 años se le dio por leer la obra Homosapiens y después, influenciado por Goya, se empeñó en satirizar a la iglesia. “Ella (Marlene) trabajaba en la Columna”, recuerda.

También relata que cuando su padre se enteró que quería ser artista le dijo que eso era “para maricones”, opinión que lo preocupó durante un tiempo. “Yo le preguntaba a Gunther (el pintor) ‘será verdad que esto es para maricos’ y él me respondía ‘no chico, como vas a creer’”.

Gracias a Dios no le pasó como a su amigo Filiberto. “Él tenía mucho talento, fue el pintor más joven en ganarse el premio Arturo Michelena, las 16 años de edad. Filiberto le decía a su papá que él estaba estudiando en la Universidad del Zulia y lo que hizo fue inscribirse en la Neptalí Rincón. Cuando se ganó el premio le confesó a su papá que era artista plástico y él lo botó de la casa”.

Filiberto no se recuperó. “El era extraño, callado y lo que hacía era mirar fijamente a los demás. Se quedaba un tiempo en casa de Paco (Hung) y otro tiempo en mi casa. Mamá le guindaba una hamaca en la enramada y ahí pasaba el día. Al final se ahorcó”.

Larga trayectoria

Edgar Pacheco cuenta que su pasión surgió cuando tenía unos siete años de edad. “Hacía dibujos de Superman y otros superhéroes, hasta que conocí a los otros pintores y ellos me dijeron que yo también era un artista”.

Se rasca de nuevo la frente y va soltando eventos sin orden cronológico. “Hice unos trabajos para la revista Guillo de LUZ, grabados en metal para la Dirección de Cultura de la Universidad, expuse en Bellas Artes en una colectiva que se llamó No son flores del parque, expuse en APUZ, en el Lía Bermúdez y en el salón de la Secretaría de Cultura”.

También asegura que ilustró libros de César Chirinos, Julio Jiménez y Cesar David Rincón, y que le han dado dos reconocimientos, uno por parte de la Alcaldía de Maracaibo y otro de la Secretaría de Cultura.

“Fui invitado especial cuando inauguraron el Maczul y mi primera exposición la hice en la Balmiro León, en el Salón de Jóvenes Artistas. Estudié en la Neptalí Rincón y en Caracas, becado por Lía Bermúdez cuando fue Secretaria de Cultura, en el Centro de Enseñanza Gráfica, litografía y grabado sobre metal, y en Taller de Elisa Palacio tallado sobre piedra”.

Vivir del arte

Pacheco está casado con Rita desde hace 27 años y tienen dos hijos: Silvia y Fabricio. “Yo mantengo y le pago los estudios a mis hijos vendiendo cuadros. La hembra ya se graduó de diseñadora gráfica y el varón estudia ingeniería. Ambos en Urbe”, asegura con orgullo.

Con esta afirmación da por sentado que si es posible “vivir del arte, con dificultades, pero con dignidad”. Aunque los tiempos han cambiado, aún hay gente que aprecia el talento, como quienes son sus clientes de años: Calixto Roca, Beatriz Canaán de Rincón, Lía Bermúdez, Timothée Lescot, Marlene Nava y otros.

“Antes vendía hasta cinco dibujos diarios, ahora solo dos. Continúo dibujando para mis clientes, que son el 90 por ciento abogados, en Maracaibo son ellos los que compran arte y los ingenieros son los que menos”.

Dibujar es una necesidad

Según Edgar Pacheco, para ser artista es necesario, además del talento, tener mucha pasión. “Aunque cuando ya uno tiene muchos años en esto es una necesidad vital”, afirma y recuerda el caso de su abuela.

“Como no la dejaban hacer oficio, abuela se levantaba de noche a lavar los platos que ya estaba limpios. Cuando estaba desvelado yo la veía y le preguntaba por qué lo hacía y ella me respondía ‘si yo no hago eso me muero’. Así me pasa a mi”.

Viene a su mente algunos momentos cuando la depresión lo alejó del arte hasta por dos años, pero se recuperó y se reencontró con su vocación. “Había momentos en que agarraba el papel, lo arrugaba, lo botaba a la basura y decía ‘no pinto más’. Luego, daba una vuelta y regresaba, recogía el papel y lo estiraba para seguir dibujando”.

Edgar Pacheco vigente

La última exposición de Pacheco fue en 2016, durante una colectiva llamada Visiones Contemporáneas que se presentó en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez.

No ha podido concretar una próxima muestra, porque “ahora no es como antes que se montaba con cuatro lochas, ahora cuesta una millonada”, sin embargo estima que será pronto, porque tomó la decisión de entrar en la era digital.

“No me he metido en tecnología por una rebeldía pendeja, pero ahora he visto la necesidad de hacerlo, de abrir un correo y las redes sociales, porque mis obras están regadas por el mundo, con todos los que se han ido del país. Tengo cuadros en Francia, Estados Unidos, Italia y muchas otras partes”.

El artista estima que el mayor obstáculo para los nuevos valores es que “la cultura se ha politizado, la política ha desmejorado la función del artista, lo ha limitado, porque el hecho de no participar de una tendencia lo ha execrado o el mismo se aparta para no participar. Están utilizando a los artistas para crear un apoyo a la política”.

También está la realidad de que los compradores de arte están migrando. “Cuando se monta una exposición van tres personas, porque los demás están fuera del país, esa ausencia crea cierta pesadez en los artistas y eso incide en la creatividad. Nos estamos quedando solos”.

 

Redacción y fotografía: Reyna Carreño Miranda

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