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Cárcel de Sabaneta: el “museo” del abandono donde quedan “cautivas” las promesas sin cumplir

De lejos tiene el aspecto conocido de siempre. Cerca de alambre o ciclón, un muro de ladrillos grises coronado por una empalizada de metal, 12 torres desiertas, seis portones oxidados y luego la nada, el silencio y un secreto que se quedó cautivo en el recinto: ¿Qué pasó con la cárcel de Sabaneta en Maracaibo?

De noche es un montículo oscuro y tenebroso, sin los potentes reflectores que iluminaron las noches de desenfreno de los “prames” y las tardes de encuentros deportivos que culminaban en rumbas.

De día, las rendijas de los portones dejan entrever el abandono. Por fuera solo quedan abrojos y maleza, tuberías rotas que despilfarran a borbollones el agua potable, y los escombros de lo que fue la Cárcel Nacional de Maracaibo, mejor conocida como Sabaneta o La Modelo.

En la zona nadie extraña a los antiguos vecinos. Revoltosos y pendencieros que despertaban a la comunidad a cualquier hora de la noche y cualquier día de la semana, con el tronido de los revólveres y el traqueteo de las ametralladoras, seguidos invariablemente por la detonación ronca y seca de los “fal”.

Además de prisión, Sabaneta fue una “Universidad” para muchos jóvenes nacidos y criados en sus alredores. Una juventud que vio el esplendor y los excesos y optó por seguir el ejemplo de los prames.

¿Reclusorio para los extranjeros?

El Zulia se quedó sin prisión desde el 19 de septiembre de 2013, tras una matanza por el control del penal que dejó 16 muertos. Hoy la habitan, en un pequeño sector del área frontal, los funcionarios del Destacamento número 35 de la Guardia Nacional.

El resto de los casi tres kilómetros de circunferencia está abandonado. Los proyectos anunciados por el Gobierno, luego de su cierre, quedaron en promesas y escándalos de corrupción. El terreno, que pudiera aprovecharse para desarrollos habitacionales o comerciales esta ocioso.

El 4 de septiembre del 2018, un área de la antigua Cárcel Nacional de Sabaneta volvió a albergar reclusos. El otrora anexo femenino se convirtió en el Centro de Formación del Hombre Nuevo Winnie Mandela, una prisión para penados extranjeros.

El recinto fue inaugurado por la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, quien detalló que el reclusorio “tiene capacidad para albergar a 400 privados de libertad”. La primera avanzada incluye a 52 hombres provenientes de Nigeria, España, Honduras, Argelia, El Salvador, Portugal, Guyana, Ecuador, Brasil y Perú.

“Hay dos requisitos para que estos privados de libertad tengan la opción de cumplir su condena aquí”, explicó Varela. “Tienen que estar penados (con condena) y no pueden tener familiares en Venezuela. Solo es válido para quienes solo reciben visita consular de su representación diplomática”, ilustró la ministra.

Esta noticia dejó rascándose la cabeza a más de uno, sobre todo porque hasta el momento Maracaibo carecía de un centro penitenciario apto para albergar a los reclusos criollos.

Sin embargo, hoy en día es poco lo que se sabe de estos presos extranjeros y de lo que pasa en el interior de la cárcel de Sabaneta, porque el silencio permanece cautivo en su interior.

Búsqueda incesable

Luego de su clausura y cuando las familias de los reclusos cargaron con lo que pudieron, más de 20 residentes de los ocho barrios que rodean la penitenciaría aseguraron haber entrado y cancelado dinero para sacar colchones, ropa y hasta artefactos eléctricos.

A principios de 2014, inició el derrumbe de la construcción interna. Se contrataron cuadrillas de trabajadores, muchos de ellos habitantes de los barrios San Pedro y Libertad, aledaños a la prisión, para tumbar ladrillo a ladrillo, cada pared.

“Nos ordenaron partir cada bloque y estaban los guardias supervisando, para verificar si habían armas, explosivos, drogas, dinero o alguna caleta dejada por los presos”, comenta un joven que laboró en la demolición.

Los “trabajos” se extendieron durante cuatro meses, hasta que se suspendieron por la Semana Santa. Luego, los obreros regresaron, pero ya no los dejaron entrar. La misión había concluido.

Por más de un año los vecinos del sector pudieron observar camionetas que entraban y salían a diario, principalmente por el portón de lo que fue el anexo femenino. “Se llevaron todo. Ventanas, puertas, rejas, trozos de cerámica, láminas de zinc y asbesto, salas sanitarias completas y hasta los ladrillos que quedaron intactos”, asegura una habitante de la zona.

Cárcel de Sabaneta: promesas cautivas

Con la clausura anunciada por Varela, desde el comando del Core 3, llegaron las promesas. En la primera rueda de prensa después del desalojo absoluto del reclusorio, la funcionaria del Gobierno juró convertir Sabaneta en una escuela para custodios. Eso nunca ocurrió.

También propuso construir una nueva cárcel en la Isla de Providencia, que fue visitada en dos oportunidades por los representantes del Ministerio y la Gobernación. Esta propuesta con el tiempo decayó y pasó a ser inviable por el alto presupuesto de su construcción.

Meses después, Varela y el entonces gobernador del Zulia, Francisco Arias Cárdenas, develaron la piedra fundacional del Centro de Reclusión para Procesados y Procesadas Judiciales del estado Zulia, en un espacio de 80 hectáreas en el kilómetro 10 de la vía a La Cañada de Urdaneta. La obra debía culminar en diciembre de ese año. Las comunidades aledañas protestaron.

En octubre de 2012 y dado el hacinamiento reinante en las diferentes prisiones del país, Varela prometió la edificación de 24 penitenciarías. Jesús Urbina, coordinador regional de Transparencia Venezuela, explicó que 16 días después el Fondo Nacional de Edificaciones Penitenciarias suscribió un contrato con la empresa Cresmo, C. A., por 130 millones 660 mil 866 bolívares para la construcción de dicha obra que arrancaría el 2 de enero de 2013.

El 4 de diciembre de ese año sellaron un nuevo contrato, sumando un desembolso por el Ministerio de Servicios Penitenciarios de 209 millones 104 mil 434 bolívares, que finalizaba el 31 de diciembre de 2014.

Urbina detalló que el resto del dinero fue desviado de la causa y por ello las ONG que actuaron en la investigación piden explicaciones al Gobierno nacional y regional. ¿Qué pasó con los fondos? La obra fue paralizada.

Museo Penitenciario

En 2016 se anunció la reapertura de la Cárcel de Sabaneta, esta vez como un lugar para la recreación de visitantes y para instruir a la comunidad en quehaceres socioproductivos.

Bajo el formato de Museo Penitenciario, el espacio fue destinado por el Ministerio de Asuntos Penitenciarios para hacer exposiciones generales de valores históricos y mostrar los logros del sistema penitenciario.

Se prometió que los visitantes podrían ver imágenes de otros recintos adaptados al nuevo régimen penitenciario y hacer recorridos por áreas de la antigua cárcel, guiados por especialistas en la materia. Ese proyecto no se ha concretado.

En la actualidad los penados se encuentran retenidos en los distintos calabozos en los comando de los diferentes cuerpos policiales del estado lo que ha traído otro grave problema; el hacinamiento en estos espacios destinados originalmente para las detenciones preventivas.

Historia sangrienta

Este recinto penitenciario fue inaugurado el 4 de diciembre de 1955, por el entonces ministro de Justicia Felipe Urbaneja para sustituir a la Cárcel Pública de Maracaibo. Su construcción culmino seis años después, para albergar un máximo de 800 reclusos, aunque en sus postrimerías llegó a recluir hasta más de cuatro mil presos.

Para 1994 se registró una tragedia que fue noticia mundial, cuando un incendio provocado por los mismos internos, produjo un balance lamentable que arrojó más de cien muertos, la mayoría calcinados.

En 1997 hubo una masacre con 17 muertos y 32 heridos, todo esto por el control interno del penal por parte de los reos.

La evasión de dos narcotraficantes en 2001 obligó al director del penal, Francisco González Aristilleta, a tomar su arma y dispararse en la cabeza. Antes de suicidarse, tuvo tiempo de confesar su crimen en una carta: sus negociaciones con una presa que huyó a Colombia y su participación en la fuga de los dos traficantes de droga.

Al final de sus días, los tiroteos dentro de Sabaneta eran continuos, la comunidad vivía asolada por los cobros de vacuna y las amenazas y los fines de semana retumbaban las paredes con el ruido de la música y los disparos. Ahora solo hay silencio y oscuridad, por dentro y por fuera.

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografía: Archivo

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