avenida urdanetaEducación 

Ahora “La Padilla” será avenida Urdaneta. Conozca qué hay detrás del cambio de nombre

A partir de este 24 de octubre, la avenida Padilla se llama avenida Urdaneta. El cambio de nombre obedece, en primera instancia, al proceso de reordenamiento del casco histórico de Maracaibo y el afán de honrar al prócer zuliano, en ocasión de celebrarse los 230 años de su nacimiento.

Sin embargo, en torno a estas dos figuras independentistas: Rafael Urdaneta y José Prudencio Padilla, gira toda una historia de discriminación y privilegios, que vale la pena conocer. Porque, entre muchas otras cosas, sirve para darle un mejor sentido al presente, más allá del cambio de Padilla por avenida Urdaneta.

En primera instancia, a propósito del cambio de nomenclatura, el filósofo y director del Acervo Histórico del Zulia, Alexis Fernández, opina que es necesario conocer la obra del General Rafael Urdaneta (…) saber a fondo detalles de la gran amistad que tenía con Bolívar, hasta descubrir el por qué el prócer es la remembranza icónica y simbólica más grande de la colectividad zuliana”.

Para Fernández, en ocasiones se le da más importancia histórica a otros que participaron en la gesta de independencia. «A veces le damos más valor a lo que viene del exterior que a nuestros propios valores raigales», enfatizó.

Por esta razón, la dirección del Acervo Histórico busca relanzar el Museo Histórico General Rafael Urdaneta, que incluye la propuesta de realizar un concurso donde “se unan las artes, la historia y la sociedad, con la participación de niños, niñas y jóvenes, quienes  pintarán, cantarán y contarán la historia del prócer zuliano”.

Una mirada sin juicios a la historia

Para ahondar solo un poco en la historia independentista, lo primero es desmitificarla. Los próceres fueron personas que pusieron sus talentos al servicio del país y eso es loable. Pero por encima de todo eran ser humanos, de carne, huesos y sangre.

Rafael Urdaneta nació en Maracaibo, Capitanía General de Venezuela, el 24 de octubre de 1788, hijo del matrimonio conformado por Miguel Jerónimo de Urdaneta Barrenechea y Troconis y María Alejandrina de Farías y Jiménez de Urdaneta, ambos de ascendencia española. Era rico de cuna.

Tuvo la oportunidad de estudiar en Maracaibo, Caracas y Bogotá, donde fue nombrado oficial tercero del Tribunal, responsable por los pagos a las tropas del Virreinato de Nueva Granada, y también adquirió experiencia en la administración de personal militar.

José Prudencio Padilla López nació en Riohacha, Virreinato de Nueva Granada, el 19 de marzo de 1784, hijo de Andrés Padilla de Sabanalarga, carpintero y constructor de embarcaciones menores, y Josefa Lucía López, descendiente de guajiros.

Padilla era pardo. “Hijo de negro jamaiquino con blanca pobre” apunta un texto publicado en el medio “opinativo” La Cabilla. Su piel resaltaba en las tripulaciones de las que formó parte, desde los 14 años.

No tuvo instrucción académica, pero sí una brillante carrera en altamar. Padilla vivió su vida excluido por su ascendencia parda, aunque​ gracias a sus destacadas acciones militares llegó a ser nombrado como Almirante de la República, así como por su popularidad en Cartagena, senador de la Gran Colombia en 1822.

Padilla… ¿Una víctima de la injusticia?

La experiencia marítima de Padilla guio su destino hasta la gloria del 24 de julio de 1823, cuando en la Batalla Naval del Lago derrotó a la flota realista al mando de Francisco Tomás Morales, el último Capitán General de Venezuela. Padilla recibió el título Almirante de la República y se ganó la admiración de El Libertador, Simón Bolívar.

Víctima de intrigas, a Padilla lo acusaron de traición y lo vincularon a la llamada Conspiración Septembrina, un atentado contra la vida del libertador Simón Bolívar cuando era presidente de la Gran Colombia, que ocurrió en Bogotá el 25 de septiembre de 1828.

El historiador colombiano Juan Gossaín asegura que el almirante Padilla “fue víctima de la más dolorosa injusticia histórica. Pagó el precio de las intrigas ajenas con su propia vida: Primero lo fusilaron y luego lo ahorcaron en Bogotá en 1828”.

El General Rafael Urdaneta, desde la Secretaría de Guerra, fue quien ordenó la ejecución de Padilla, a quien la historia se encargó de exculpar.

Los giros de la historia colocan de nuevo en un mismo lugar a los nombres de estos dos héroes de la gesta libertaria de América. Este 24 de octubre, el Almirante Padilla cederá su lugar al General Urdaneta, en una avenida de Maracaibo.

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografía: Cortesía

Trabajos Relacionados