El dramático final de la «Sociedad Dramática de Maracaibo»
No siempre hay presupuesto, música, vestuario, utilería o público. Cuando se vive sobre las tablas, las únicas constantes parecen ser un agobiante nudo en el estómago -que solo cede ante el aplauso- y una itinerancia que a veces alivia pero también oprime el alma. Hacer teatro en esta tierra es un acto de valentía que comienza con sueños, transcurre entre risas y esfuerzos, pero a la larga termina en lágrimas; así lo denota la antigua sede de la Sociedad Dramática de Maracaibo.
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