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Palafito Shopping Center: Los errores que un centro comercial nunca debe cometer

La historia de este proyecto bien podría titularse “Una Serie de Eventos Desafortunados” igual que la obra del escritor Daniel Handler -mejor conocido como Lemony Snicket-, aunque a diferencia de la trilogía que narra las aventuras de los hermanitos Baudelaire, el infame centro comercial no fue víctima de la conspiración de un pariente malvado, sino de pésimas decisiones estratégicas.  

Tras la llegada de C.C. Galerías Mall en 1996, Maracaibo estaba prendida en la fiebre de los centros comerciales climatizados. La idea de que todo era mejor con aire acondicionado y el boom del emprendimiento ubicado en La Limpia, llevó a que entre 1997 y 1998 surgiera Palafito Shopping Center, un desarrollo promovido por el empresario Eddy Angulo (también impulsor de otra utopía fallida denominada Zona Franca del Zulia).

Arroz con mango

Como su nombre lo sugería, el concepto combinaba regionalismo y esnobismo al inspirarse en el entonces pujante Mercado de Las Guajiras del Milagro, pero en un formato supuestamente más atractivo, cómodo y organizado.

Aunque la idea sonaba bien en el papel y los precios accesibles de los diminutos locales lograron atraer a suficientes compradores para ejecutar la obra, no se tomó en cuenta el impacto que tendrían variables como la zonificación, público objetivo, oferta comercial y creciente competencia.

Manuel Urbina, un ex locatario del Palafito Shopping Center, contó a Tu Reporte que el centro comercial también presentaba fallas de seguridad, organización, planificación y ejecución.

“No había cine ni tampoco una feria de comida como tal ya que todos los locales eran iguales y estaban mezclados entre sí. Había otros problemas como una cañada maloliente en las inmediaciones. Cuando llovía el agua se metía por el techo y en el estacionamiento los ladrones se llevaban de todo” explicó Manuel, quien considera que la insuficiencia de locales abiertos también contribuyó al fracaso del Mall.

Mala zonificación

Un estudio sobre el corredor vial Universidad, efectuado en 2017 por la firma de inteligencia de mercado Urban Metric, confirma las apreciaciones de Urbina al puntualizar que la falta de transporte colectivo en esta vía “limita el volumen de público que pudiera ser potencial consumidor y adicionalmente en varios de sus nodos es apreciada como una vía de alta incidencia delictiva” por su cercanía con zonas residenciales de estrato socioeconómico D y C-.

Aunque Palafito Shopping Center queda a media cuadra de la citada avenida, su acceso es por una callejuela estrecha que conduce hasta detrás de la clínica Paraíso, lo cual viola los criterios de visibilidad y accesibilidad que son claves en el éxito de cualquier emprendimiento.

Clientes que llegaron a visitar la estructura cuando funcionó como centro comercial lo definen como “una experiencia bizarra similar a ir al Mercado de Las Playitas pero con aire acondicionado”, rebatiendo así la premisa de sus creadores de que tal formato agradaría al público local.

Competencia formidable

El contraste se hizo más chocante cuando el elegante y moderno C.C. Lago Mall abrió sus puertas (1998) en la avenida El Milagro, justo en el extremo opuesto de la avenida Universidad. Si alguna esperanza de vida aún le quedaba al agónico shopping center, ésta quedó sepultada a mediados del 2004 cuando el Sambil se apoderó de la zona norte.

La debacle fue tal que ya para 2005 el condominio del devaluado mall ya había iniciado una ola de demandas civiles contra los locatarios por impago de las cuotas de condominio, pero todas las causas fueron perimidas (expiraron) en los distintos juzgados por falta de nuevas actuaciones que mantuvieran los procesos abiertos.

En 2013, durante la campaña electoral por la alcaldía de Maracaibo, el centro comercial volvió a ser noticia cuando la aspirante María Bolívar propuso la construcción de la Universidad Humberto Fernández Morán utilizando la edificación como parte del proyecto de campus.

Jugada inmobiliaria

En tiempos recientes lo que sí ha venido prosperando es la idea de transformar la estructura en el Centro de Convenciones Cristiano para Venezuela y Latinoamérica, una idea impulsada desde hace 10 años por el pastor Elio Peña de la iglesia evangélica Betel Internacional, que hoy funciona en el referido espacio.

Conferencias, exposiciones y hasta conciertos con Lila Morillo han tenido lugar en las instalaciones del ahora templo cristiano, en el área que solía ser parte del estacionamiento de propietarios en la planta baja enrejada.

Fuentes allegada al sector inmobiliario afirman que en los últimos ocho meses, Peña ha estado convocando a cada uno de los dueños de los locales para comprarles su propiedad individual e ir consolidando la titularidad sobre el inmueble.

La jugada del pastor evangélico constituye un “rolling entre las piernas” para Marcos García, dueño de la Paraíso, ya que ese terreno constituía el espacio ideal para ampliar la clínica. De hecho ya el centro asistencial viene usando desde hace varios años el estacionamiento del centro comercial que da hacia la avenida Universidad.

Otra institución que también opera en la edificación es el Centro de Atención a Esquizofrénicos, Familiares y Amigos (Catesfam). En el 2011 la fundación recibió como donación de Banesco, el espacio de la sucursal bancaria situado en la entrada principal del centro comercial, pero no fue hasta el 2016 que decidieron ocuparlo.

Mercedes Cerviño, presidenta de Catesfam, explica que el aumento de alquiler en su antigua sede los llevó a mudarse a Palafito Shopping Center, a pesar de que habían evitado hacerlo por temor a la delincuencia que azota al sector; sin embargo la socióloga destaca que ya llevan dos años operando en su nueva ubicación sin ningún inconveniente.

Errores costosos

Si alguna enseñanza deja la experiencia de Palafito Shopping Center es que la clientela y los comerciantes de mercados populares responden a un perfil socioeconómico no compatible con un Mall. La infraestructura funcional de estas instalaciones (aire acondicionado, gastos de mantenimiento y vigilancia) impacta los costos de los negocios, encareciendo las mercancías y ahuyentando al público de bajo poder adquisitivo.

Darle a un centro comercial atributos de un mercado popular aunque suena colorido, es un grave desatino que compromete la supervivencia del desarrollo, ya que excluye al consumidor que sí puede pagar sus precios, pero prefiere una experiencia de compra más cómoda y cónsona con su estatus.

Este error se repite, aunque en menor grado, en el C.C. Gran Bazar, donde el impacto no llega a ser tan alto, gracias al comercio circundante que atrae clientes habituados a locales pequeños y  poco atractivos. Afortunadamente hoy los promotores urbanísticos y comerciantes son más cuidadosos e intentan respaldar sus inversiones con estudios que ayuden a verificar la factibilidad del proyecto mucho antes de colocar la primera piedra.

 

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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