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«El Trucupey», una forma de comer espaguetis que solo existe en Maracaibo

No es un lugar para los puristas de la pasta. No tienen «la receta de la Nonna» sino la de “Pancho” y durante 56 años, en la esquina de la Av.11 con calle 85, han difundido la cultura de los espaguetis al estilo maracucho: Con salsa boloñesa, queso de año, copete de mayonesa y contorno de carne asada con yuca. Toda una bomba matahambre.

El “Combinado” de espaguetis con carne asada de El Trucupey, es sin duda uno de los grandes «placeres culpables» de Maracaibo. Una de esas creaciones tan estrambóticas y sabrosas que sin ser necesariamente autóctonas, se ha transformado en un vergonzoso deleite local, tras casi seis décadas de constancia y dedicación de la familia Paz.

Como en la casa

En 1962 Francisco y su hermano Juancito, mejor conocido como “Trucupey” –en alusión al tema cantado por Oscar D’ León con La Dimensión Latina- decidieron montar un negocio de almuerzos populares en la casa de Papa-Abuelo y Mamía en Veritas, sirviendo lo que a ellos y a toda su familia les gustaba comer los fines de semana, después de una buena parranda.

La generosidad de las porciones y la sazón casera de Pancho hizo que su sencillo menú compuesto por solo dos platos (el espagueti a la boloñesa y el combinado con carne asada) se convirtiera en un éxito instantáneo.

La fama de aquel puestico de acera se esparció como fuego en el pasto seco y se convirtió en el sitio habitual de gaiteros, periodistas, abogados, taxistas, policías y todo aquel que quisiera comer bastante y sabroso, como en casa de su abuelita.

Legado familiar

Miembros de la familia Paz aseguran que Francisco aprendió la receta de la salsa de carne en “El 22”, otro famoso comedor popular perteneciente a su primo Alejandro, pero con el tiempo le puso su propio sello.

Pancho cocinó y administró el negocio durante casi 50 años y luego le pasó la batuta a sus hijos, aunque continuó asistiendo regularmente hasta que se lo permitieron las fuerzas. “Papá murió hace dos años y yo me vine para acá” cuenta José Paz, quien ahora es la cara visible de El Trucupey.

El joven microempresario explica que la situación económica los ha golpeado en más de una forma en los últimos tiempos, ya que no solo las materias primas han aumentado vertiginosamente, haciendo que la clientela decaiga, sino que uno de sus hermanos que lo ayudaba con el restaurante decidió emigrar a Perú hace tres meses; sin embargo José no pierde las ganas de seguir esforzándose para mantener vivo el legado de su padre, considerado por muchos como un patrimonio gastronómico de la ciudad.

“En sus mejores tiempos El Trucupey de Veritas llegó a mover 100 kg de carne y seis pacas (120 kg) de pasta diaria, pero también estaban las sucursales de La Limpia, que sigue funcionando, y la de San Francisco que solo duró seis meses”, cuenta José con nostalgia al recalcar que hoy solo se mueven unos 8 kilos de carne e igual cantidad de pasta al día.

Ajustes involuntarios

Aunque José trata por todos los medios de mantener la integridad de la receta de la salsa de carne (el gancho del negocio), confiesa que en algunas oportunidades se hace imposible conseguir algún ingrediente porque lo que se ve obligado a ajustar momentáneamente el producto.

A pesar de las dificultades, hay clientes que se mantienen fieles y los domingos acuden a celebrar junto a su familia el sabor que los lleva de regreso a la infancia, aquellos días de juventud cuando se bajaban corriendo del carrito de Veritas, a meter los pies bajo las mesas azules, mientras un refresco bien frío ayudaba a aplacar el calor que irradiaba desde el toldo de zinc calentado por el sol de mediodía.

Si bien la combinación de triple carbohidrato (pasta, pan y yuca) suena descabellada para el común de la gente y la mayonesa sobre la salsa boloñesa es considerada poco más que un sacrilegio para quienes veneran el queso pecorino y el aceite de oliva, no cabe duda de que El Trucupey sería un lugar de visita obligada para mostrarle a Anthony Bourdain, la estrella del Canal Gourmet y CNN, como son los verdaderos espaguetis maracuchos.

El combinado de pasta y carne no es un plato sutil, vistoso ni refinado, pero si es un retrato gastronómico de lo que somos: Un pueblo generoso, sencillo y exuberante, por eso quienes se sienten orgullosos de haber nacido en esta tierra dicen con toda convicción que «maracucho que se respete, tiene que haber comido aunque sea una vez en El Trucupey”.

 

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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