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Vencí el miedo, la vergüenza y comencé a «taxiar» en Maracaibo

Edgar Martínez es taxista. Hoy lidera una floreciente empresa de transporte y se siente a gusto con la vida que lleva. Pero no siempre fue así. Hace cuatro años las circunstancias lo llevaron a vencer el miedo y la vergüenza para taxiar en Maracaibo.

Martínez tiene dos profesiones. Es técnico superior universitario en Mercadeo y licenciado en Ciencias Gerenciales. Además, se certificó como locutor y cursó talleres de Gerencia, Ventas y Asesoría de Seguros.

Con esta preparación, Martínez pensó estar listo para tener una vida exitosa y próspera, y así fue durante un tiempo. “Siempre trabajé en el área de Ventas. Cuando me gradué hice unas pasantías en Movistar y luego emprendí mi carrera en la industria farmacéutica, como visitador médico”.

Durante siete años, Martínez no solo fue visitador médico, sino que obtuvo un cargo de subgerente en esa área, además tenía su programa de radio. “Fue una etapa importante para mi. Conocí gente con excelente relaciones y contactos. Era otro target”.

Sin embargo, la vida le deparaba un giro de 180 grados que tuvo que sortear, para poder seguir siendo productivo y llevar el alimento a su hogar. Fue un “trance”, como él mismo dice. Duro, pero necesario.

Enfrentar miedo y vergüenza

“No elegí ser taxista. Fueron las circunstancias de la vida que me llevaron a trabajar en esta área, donde aprendí muchas cosas. Este es un trabajo que ahora respeto mucho”, explica.

Por razones personales y necesidades económicas, un día Martínez eligió renunciar a su trabajo en el laboratorio. “Entonces pensé ¿Qué hago ahora? Necesitaba generar dinero rápidamente y tenía dos alternativas: buscar otro empleo o emprender un negocio propio”.

En esta encrucijada, el oficio de taxista le coqueteó, pero el miedo y la vergüenza lo cuestionaron duramente. “Tuve temor por la inseguridad, por lo que significaba para mí montar un desconocido en mi carro, y tener que dejar de ser un profesional para ser taxista”.

Martínez relata que se enfrentó con su ego. “Sabía que la manera más rápida de producir ingresos era taxiar, pero pensaba en el qué dirán. Qué diría mi familia, mis padres, mis amigos, cuando supieran que ahora era taxista”.

Además, el crítico más inclemente fue él mismo. “Me debatía en ese proceso. Yo mismo me autocalifiqué y autodestruí de cierta manera. Me decía, ‘yo estudié, hice cursos, tenía una vida importante, con relaciones, cómo voy a ser taxista’”.

De profesional a taxiar en Maracaibo

Llegó el momento impostergable de tomar una decisión. “Salí a buscar dónde taxiar. Mi hermana me habló de un sistema que operaba a través de una aplicación y así no tenía que ponerle distintivos al carro ni usar radio transmisor, porque todo se hacía por teléfono”.

Con su seguridad física y moral medianamente resguardada, Martínez procedió a tomar su primer servicio. “Ese fue el momento crucial. Tenía mucho miedo y lo pensé mucho, pero al fin me atreví y allí arrancó todo”.

Mientras pasaba por ese trance, Martínez se daba ánimo internamente. “Yo me decía ¿quién es el que lleva comida a mi casa? Los que me critiquen no me van a dar dinero para mantener a mi familia. Con este discurso decidí salir adelante, romper ese paradigma del qué dirán y dejar de pensar por los demás. Fue un momento de mucha reflexión”.

Ya pasaron cuatro años de esa decisión. Este emprendedor reconoce que el camino ha sido difícil, pero gratificante. “Sacrifiqué tiempo, para mi y para mi hija, pero este trabajo me ha dejado grandes satisfacciones, conocer gente, clientes que se hicieron amigos, aliados y enlaces para otras cosas”.

Grandes experiencias positivas

En la actualidad, Martínez lidera la línea de transporte Los Cautos. “Recuerdo que al principio me daba pena que mis amigos y familiares supieran lo que hacía y como no tenía distintivos de taxi, yo les decía que estaba haciendo transporte privado. Así era más fácil, pero poco a poco lo fui superando, hasta que cree mi propia empresa”.

La moraleja de esta historia, según su protagonista, es que la vida es cíclica, un ir y venir. “En un momento estás arriba y en el otro abajo. Lo importante está en ubicarse en tiempo y espacio y saber hacer las cosas en su momento”.

Martínez también resignificó la frase “de esta agua no beberé”, porque no se sabe cuando “la vida te lleva por circunstancias no planificadas. Ahora estoy enfocado en no permitir que los demás decidan por mí, por el qué dirán. Estoy convencido de que si hago las cosas bajo los preceptos morales de Dios y mis valores, nadie tiene que juzgar mi camino”.

Para cerrar, Martínez deja abierta una invitación. “En tiempos difíciles es apremiante confiar en nuestros talentos y saber que en los momentos de crisis se puede emprender, con sacrificio, honestidad y creyendo en lo que se hace y en el país”.

Además, asegura que las puertas de su empresa están abiertas, para todos aquellos profesionales que buscan una alternativa para obtener ingresos. “Aquí somos una grana familia. Los vamos a atender y a acompañar entre todos, en el trance de pasar de profesional a taxista. El cambio es más llevadero con la experiencia de cada uno”.

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografía: Archivo

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