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Segunda etapa del Paseo del Lago: Una “tierra de nadie” con potencial de Central Park

Al cruzar la muralla de mangles, palmeras y arbustos que separa a la avenida el Milagro de la Segunda Etapa del Paseo del Lago, el silencio y la inmensidad de la ribera lacustre te atrapan en una llanura que recuerda a un pastizal del Serengeti en Africa, donde la aparente paz disimula la inclemencia del paisaje y esconde a depredadores que asechan en busca de presas fáciles seducidas por el gentil encanto de la soledad.

La continuación del reconocido parque metropolitano que va desde la parroquia Santa Lucía hasta Olegario Villalobos en la avenida 2, ya no es aquella planicie árida y polvorienta de 44,3 hectáreas de relleno sacado del lecho lacustre, pero todavía dista mucho del idílico proyecto presentado hace ya cinco años por el Instituto Regional del Ambiente (IARA) y la Gobernación del Zulia.

Un proyecto a medias

Las especies vegetales nativas se extienden a un ritmo silvestre entre los seis kilómetros de caminerías y ciclovías dispuestas a lo largo y ancho de la franja costera, pero por ningún lado se divisan el amplio estacionamiento, los bohíos, puntos de hidratación, las áreas exclusivas para adultos mayores, la cancha de golf, el mirador, el parque de actividades extremas, la concha acústica y el centro de terapias acuáticas para niños, entre otras amenidades que debían concretarse con ayuda del sector privado.

El pasto amarillento y seco que gobierna la panorámica delata que nunca se terminó el sistema de irrigación que en el año 2015, el entonces secretario de infraestructura, Jairo Ramírez, aseguró que estaba próximo a culminarse y las 84 luminarias led instaladas en 2016 a la par de las caminerías están inutilizadas por la acción del hampa.

Al mirar con detenimiento los modernos faroles, resaltan las cajeras metálicas violentadas que asoman cables cortados donde deberían estar las baterías que almacenan la energía recolectada por los paneles solares para alimentar el sistema durante la noche.

No es tarea fácil para un ladrón escalar la gran cantidad de postes de cuatro metros de altura, para sustraer los pesados cajones del tamaño de una lunchera escolar, lo cual da bases para suponer la falta absoluta de vigilancia policial y en el peor de los casos la negligencia o complicidad de funcionarios que tienen su comandancia principal, literalmente al lado de la descomunal escena del crimen.

Disfrute a riesgo propio

A pesar de las ausencias y las promesas rotas, el lugar tiene un cierto encanto agreste, una aspereza que se hace disfrutable por la constante brisa húmeda y salina que llega desde el lago y el trinar de las aves que anidan en la espesura vegetal que marca lo que solía ser la orilla original del estuario marabino, al pie de la ciudad que creció dándole la espalda.

Sin duda el mejor momento para experimentar este desolado espacio urbano es a primeras horas de la mañana, un placer hasta ahora reservado para el puñado de usuarios que se levanta a trotar por circuito que bordea el parque, aprovechando el fresco matutino y la flojera de los “choros” que aun duermen para recuperarse de sus actividades nocturnas.

En los mediodías y las tardes, la falta de árboles que den sombra transforman la zona en una “tierra de nadie”, una especie de paila refractaria que quema desde arriba con un sol intenso y desde abajo con el reflejo de la luz y el concreto ardiente.

Al final de la tarde cuando el infierno se aplaca, los colores del ocaso dan la señal de partida para quienes a esa hora todavía se atreven a tentar la suerte, donde no hay presencia policial y las ráfagas de aire conspiran junto a la pared del manglar para ahogar cualquier grito de auxilio.

Potencial sub-explotado

Tanto la primera como la segunda etapa del Paseo o Vereda del Lago (como usted prefiera llamarlas), son espacios que con un mínimo de voluntad política y recursos podrían cumplir con su propósito de brindarle a las familias marabinas espacios agradables para disfrutar de actividades gratuitas o pagas al aire libre.

Su ubicación céntrica, muy cercana a zonas residenciales de estratos C+, B y A lo convierten también en una plaza ideal para desarrollos mixtos entre el sector público y privado, donde los cafés, gimnasios y amenidades a orillas del lago generarían fuentes de trabajo, e ingresos a la municipalidad y los inversionistas, a la vez que incrementarían el potencial turístico de la ciudad.

A comienzos de marzo del pasado año, se celebró una reunión entre el gobernador Omar Prieto y representantes de los estudios de arquitectura NMDNomadas de Farid Chacón y Nones + Nones de Ernesto y Eduardo Nones, donde se evaluaron diferentes opciones de desarrollo en la Segunda Etapa del Paseo del Lago, lo cual constituyó en ese momento un buen síntoma de que en poco tiempo podrían retomarse las labores para rescatar lo que ya se había avanzado y actualizar o replantear el proyecto urbano para culminar este importante espacio de la ciudad. El tiempo ha transcurrido y no hay avances al respecto.

Todo está al alcance de la mano para que convirtamos este pastizal seco, donde el hombre es a la vez presa y depredador del prójimo, en un verdadero Central Park endógeno, solo se necesita compromiso y visión.

 

 

Redacción y Fotografías: Luis Ricardo Pérez P.

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