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#MaracaiboCaos: las siete plagas que azotan a la ciudad las 24 horas

Es cierto que Venezuela atraviesa un momento histórico signado por la destrucción de los estándares de vida: ingresos, empleo, acceso a servicios públicos, de salud y educación; esperanza de vida, morbilidad, mortalidad, costo de bienes y servicios, infraestructura, crecimiento económico nacional, estabilidad política y económica, calidad del medio ambiente y seguridad general.

Pero en medio de este escenario, que muchos describen como “inhumano”, “terrible” y “letal”, se presenta una realidad aún más ruda y desalentadora: el reto cotidiano de vivir en Maracaibo #CiudadCaos, una localidad signada por las siete plagas del apocalipsis: colapso del servicio de electricidad, escasez de gasolina, problemas con la recolección de la basura, insuficiencia de dinero en efectivo, inoperancia del transporte público, deterioro de la red de semáforos y altos índices de mendicidad.

Si bien, estas anomalías del “buen vivir” se evidencian en todo el país, unas en algunas latitudes más que en otras, es en Maracaibo donde convergen todas, para crear un colapso destructivo e inmovilizador, que va por zancadas más allá del contexto de la hiperinflación, que ya es bastante.

La oscuridad desesperanzadora

En la era moderna, los cortes de electricidad son acontecimientos tan raros en las grandes ciudades, que cuando el suministro de energía permaneció interrumpido durante 13 horas en 1965 en Nueva York, el evento se convirtió en tema de una película de Hollywood: Anoche cuando se apagó la luz.

En lo que va de año, las interrupciones del sistema eléctrico, apagones, bajones y sobrecargas, se convirtieron en el día a día de los marabinos. ¿Por qué? dos versiones se manejan, desde las dos polaridades que abordan un mismo problema: el gobierno apunta una sucesión de sabotajes y robos en las instalaciones eléctrica, además de ciertos factores ambientales, climáticos y meteorológicos.

Por otro lado, un grupo de expertos en el área y algunos extrabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), aseguran que se trata de un deterioro progresivo del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), como producto de falta de mantenimiento e inversión, merma del personal capacitado, por migración de los profesionales, y escasez de equipos y piezas para realizar reparaciones.

Sin importan quien tiene la razón, el meollo del asunto radica en los efectos que la falta de electricidad produce en la población, como la reducción alarmante del sistema productivo, disminución del tiempo de descanso (por los cortes eléctricos nocturnos), que produce agotamiento crónico; imposibilidad de almacenar alimentos perecederos, suspensión de actividades escolares y comerciales, deterioro de los servicios de comunicación, telefonía e internet, entre otros.

La falta de servicio eléctrico es un factor de quiebre para Maracaibo, una ciudad donde las temperaturas más “amables”oscilan entre los 34 y 38 grados centígrados, y donde un acondicionador de aire y un refrigerador, son equipos indispensables para una vida “llevadera”.

¿La solución? El gobierno asegura inversiones cuantiosas, la última de 428 millones de bolívares y 254 millones de dólares, para sustitución de equipos, adecuación de instalaciones y restitución de cables, sin embargo en las últimas dos semanas, tres subestaciones se incendiaron: Cuatricentenario, Veritas y Gallo Verde. Los expertos hacen a gritos un llamado de ¡alerta! que apunta a tomar medidas urgentes y reales en cuanto a la generación, transmisión y distribución eléctrica.

Gota a gota, la paciencia se agota

Esperar durante horas y sucumbir ante la posibilidad de que el combustible se agote o se suspenda el servicio eléctrico, antes de llegar al surtidor. Así es el trajín en las estaciones de servicio marabinas, donde las colas de vehículos parecieran ser parte “normal” del entorno.

Un total de 20 “bombas” trabajan 24 horas en los municipios Maracaibo y San Francisco, para disminuir las largas filas que se forman en la entidad debido a fallas en el suministro, que se vio afectado el pasado fin de semana debido al daño que sufrió uno de los tableros eléctricos de PDVSA.

Sin embargo, las interrupciones del fluido eléctrico y los bajones, también afectan el expendio de combustible, cuando las surtidoras se apagan y quedan fuera de servicio. Otros comentarios se dejan colar entre los choferes, son que el suministro total de gasolina ha mermado en un 50 por ciento y que el contrabando hacia Colombia sigue intacto como en los últimos años.

Vivir en la inmundicia

Maracaibo es a una ciudad de 550 kilómetros cuadrados, con casi cuatro millones de habitantes, donde cada persona produce un kilo y medio de basura por día. Estas cifras reclaman una recolección periódica y constante de los desechos que se generan a diario.

Más allá del impacto visual y del riesgo para la salud que representa, la basura crea un efecto psicológico que “ensucia” el ánimo de los ciudadanos. “No solo es la basura de alrededor, es el desorden que lo acompaña, y que provoca ansiedad y decaimiento”, explica la psicóloga Maritza Moreno.

La especialista insiste en el deterioro anímico del ser humano que existe en un entorno maloliente y sucio. “la gente pierde poco a poco el interés por la vida, todo le da igual, porque cuando se acostumbra a estar en medio de la basura, se convierte anímicamente en parte de ella”.

¿Solución? Aunque el gobierno municipal confirma la recolección de toneladas de basura, los efectos de estas medidas son imperceptibles y las calles continúan sucias. Los rumores apuntan a que no existen unidades especiales y camiones compactadores suficientes para la recolección periódica y sistemática en toda la ciudad.

Liquidez al 300 por ciento

En Maracaibo un billete de cien mil bolívares cuesta 300 mil, tal como se cotiza en Las Pulgas y Las Playitas. La falta de liquidez es otro factor que rompe con la fluidez de la cotidianidad en la ciudad. Pagar el transporte público es cada vez más difícil, así como tener acceso a productos con menor precio en los mercado populares, donde se manejan dos tarifas: en efectivo o por punto.

Hoy en día, los “afortunados” pensionados, constituyen el grupo mayoritario con acceso a los billetes, para lo cual se ven en la necesidad de “sacrificarse” durante días, para cobrar la pensión y recibir un poco más de dos millones de bolívares en papel moneda.

Mientras, en los bancos las personas hacen filas interminables para obtener 20, 40 o hasta un máximo de cien mil bolívares, para los titulares de la agencia. Los cajeros solo dispensan entre 15 y 20 mil bolívares, lo que equivale a un pasaje en alguna de las rutas que cubre la ciudad.

Inoperancia sobre ruedas

A propósito del transporte público, este servicio presenta un alto grado de deterioro, según los dirigentes gremiales del sector, quienes durante meses intentaron dialogar con los representantes del Intcuma, para llegar a acuerdos de nuevas tarifas y beneficios para los conductores.

En la teoría el costo de los pasajes se quedó congelado en 2.500 corto y 3.000 largo, pero en la práctica cada chofer y cada ruta cotiza sus servicios según su conciencia, lo que puede incidir en una tarifa de 10, 15 o 20 mil bolívares por pasajero.

La última solución de la Alcaldía de Maracaibo fue destinar 15 “convoyes” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para disponerlos como transporte público. También se estudia la posibilidad de otorgar permisos a las diferentes chirrincheras y camiones que prestan el servicio en la ciudad. Sin embargo, personajes como el concejal Eduardo Vale rechazan la medida por considerarla peligrosa y denigrante para la colectividad. ¿Dónde están los buses yutong? ¿Qué otras alternativas se están considerando? ¿Cuál será el futuro del transporte público marabino? Estas y otras interrogantes quedan pendientes.

Semáforos en rojo

En marzo de este año, el director general de Gestión Urbana de la Alcaldía de Maracaibo, Daniel Boza, informó que 64 intersecciones marabinas no cuentan con un semáforo, lo que representa el 25 por ciento de los semáforos de los 277 que tiene la ciudad.

En esa oportunidad se estimó que “un total de 64 mil millones de bolívares serán invertidos por parte de la Alcaldía para ponerlos operativos. Aunque, se requiere un total de 100 mil millones de bolívares para optimizar el funcionamiento de los 277 semáforos de Maracaibo.

Hasta el momento se desconoce la cifra exacta de los semáforos que han sido reparados, aún cuando el alcalde willy Casanova estimó que en mayo la cifra era de 80 aparatos. En tanto, la anarquía y la confusión continúan estacionadas en las diferentes intersecciones de la ciudad.

“Regalame algo para comer”

La mendicidad pareciera ser el reflejo vivo de todos los males de la sociedad. Hombres, mujeres y niños ocupan las principales aceras, botaderos de basura, plazas y fachadas de restaurantes y cafés, en busca de “algo para comer”. Los dependientes de los locales los espantan como a “moscas”, pero el hambre tiene suficiente coraje como para perseverar hasta que alguien responde al llamado.

Diferentes fundaciones, instituciones e iglesias se dieron a la tarea de repartir comida y ropa, algunos días de la semana, sin embargo faltan manos, falta voluntad, pero en verdad lo que más falta son ofertas de trabajo, productividad y un motivo para seguir adelante, en una urbe que se ha convertido en la capital de la confusión, la inmundicia y la indiferencia… #CiudadCaos.

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografías: Archivo

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