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La Yeya Music, la primera y última discotienda de 5 de julio

En tiempos del MP3, donde iTunes, Torrent y la piratería de CDs han transformado a la industria musical, tener una discotienda con 60 años en el mismo local de 5 de julio, es un acto de resistencia, por eso nostálgicos y melómanos que atesoran la noción de sentirse dueños de su música, en un sentido físico y emocional, ven a La Yeya Music como un patrimonio de la ciudad.

Situada en la planta baja del emblemático edificio 5 de Julio, en la esquina de la calle 77 con avenida Delicias, la tienda nació a finales de los años 50’s junto a la estructura que la alberga, pero en aquellos días se llamaba El Festival del Disco y era el lugar a visitar para encontrar lo último en novedades de artistas nacionales e internacionales.

Siempre al compás

Siempre a la vanguardia de las tecnologías musicales del momento, durante los 70’s la llegada de los primeros equipos para escuchar música en el carro hizo que los galantes marabinos concurrieran a sus puertas en busca de los 8 Track, un abultado cartucho plástico de ocho pistas que preparó el terreno para el boom del casete en la siguiente década dominada por los reproductores portátiles y los walkman.

En los 80’s, la legislación del 1 x 1 que obligó a las estaciones de radio a difundir producciones venezolanas alternadas con internacionales, hizo que la tienda -ahora llamada Fiesta Disco- se llenara con una constelación de nombres promovidos por las casas disqueras nacionales Sonográfica y Sonorodven.

Los nombres más solicitados por la clientela main stream de la época eran Ilan Chester, Franco de Vita, Melisa, Aguilar, Rudy la Scala, Karina, Tempano, Aditus, Frank Quintero y Guaco entre otros, pero el conocido local también servía de meca a una cultura underground de hard rock, punk y heavy metal que había llegado a Maracaibo para deleitar a los adolescentes y mortificar a los padres.

Era común ver jóvenes de cabellos largos, franelas negras y pantalones rotos, escudriñando en los mesones de vinilos ordenados alfabéticamente, en busca de álbumes de Iron Maiden, Black Sabbath, Dio, Quiet Riot, Van Halen, Twisted Sisters, Motor Head, AC-DC, Led Zeppelin, Metallica, Testament, Spultura, Carcas, DRI, Guns N’ Roses y otros artistas más clásicos pero difíciles de encontrar en la ciudad como Yes, Marillion, Pink Floyd, Genesis (pero con Peter Gabriel), Vangelis o King Crimson.

Tiempos compactos

Con la llegada del CD en los 90’s, los grandes mesones de fórmica se fueron haciendo también más compactos, desplazando para siempre al casete y a los long plays (LP) de vinil con sus vistosas portadas y cancioneros internos.

En años más recientes la volatilidad del tipo de cambio y la desaparición de ciertas distribuidoras hizo que la extensísima oferta musical se replegara hacia las vitrinas que ahora cubren las paredes y el mostrador atendido por la simpática señora Migdalia. La tienda luce más espaciosa pero sigue manteniendo una variedad respetable de CDs.

Al atravesar la puerta de vidrio enmarcada en aluminio, lo primero que recibe a la clientela en estos días son los discos compactos del pianista griego Yanni, acompañado por otros artistas de la música instrumental, pero a partir de ahí viene una variada selección organizada ya no alfabéticamente sino por género, donde destacan álbumes clásicos y novedades que apelan a todos los gustos.

La popular Yeya

La propietaria de la tienda desde hace 40 años es la señora Hortencia de Seijo, mejor conocida como “La Yeya”. Esta mujer española que quiere a Maracaibo como pocos, es también dueña de un efervescente sentido del humor que invita al relax y la tertulia, aunque se confiesa poco amiga de dar entrevistas.

“Yo no soy experta en música ni nada, solo sé que la gente chévere viene, conversa y nos vamos poniendo viejos”, apunta Yeya al asegurar que su trabajo en la tienda le proporciona “un poco de vida, entretenimiento y hasta salud”.

Recuerda con nostalgia los tiempos en los que 5 de Julio era una vibrante calle comercial, llena de gente que pasaba con sus bolsas de compra, y aunque reconoce que la situación de ha puesto difícil, intenta mantener la buena cara ante el mal tiempo.

“Aterrizamos en Maracaibo y nos quedamos aquí, no nos queremos ir pero no se sabe hasta cuándo uno pueda aguantar”, acota la dama con sus ojos azules bien abiertos.

Yeya defiende que la música siempre ha tenido sus aficionados, por lo que nunca falta gente que llegue en busca de algo. Tratan de complacer a la clientela y cuando no tienen algo, intentan  ubicarlo con las distribuidoras que quedan en Caracas, pero explica que no siempre tienen éxito, ya que muchos sellos disqueros no están llegando desde hace algún tiempo al país.

Hay un público fiel que visita la tienda regularmente en busca de álbumes clásicos de los 60 y 70 o simplemente para conversar con La Yeya, quien nunca desaprovecha la oportunidad de recordar buenos tiempos e intercambiar ideas.

“Yo vengo para acá y uno se siente chévere, viene gente y lo pasan bien, aquí no nos aburrimos y si no ponemos la leyenda del Silbón”, remata entre carcajadas al energética dama, dejando finalmente traslucir su natural simpatía.

La Yeya no sabe que le depara el futuro a la tienda o la industria musical, solo se aferra a su optimismo y se reconforta en la certeza de que “la gente no puede vivir sin música”.

 

 

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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