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La cerámica utilitaria de Jesús Díaz

“Existen los elegidos para quienes las cosas bellas significan únicamente belleza”, escribió el irlandés Oscar Wilde, en el prefacio a su novela El retrato de Dorian Gray. Este grupo, sin frontera, edad o clase social precisa, es el mercado de Jesús Díaz, un zuliano que se dedica a la cerámica utilitaria pese a haberse formado en un taller artístico.

Arte para usar, belleza para los rituales más modestos, antiguos y vitales de la humanidad: comer y beber. Porque Jesús hace platos, tazones, jarras, tazas de café y juegos de té. La cocina como galería, pero sin rebusques de salón. Comenzó a fabricar estas piezas hace un par de años, cuando un restaurante de la ciudad le pidió seis platos.

“Partiendo de ese criterio decidí hacer una línea muy sencilla de productos utilitarios que cumplan esa función, que la gente que los compre los tenga en su cocina exhibidos porque les gustó y no lo van a guardar en una gaveta. De esa idea sale toda mi línea”.

Las piezas tienen una inclinación oriental hacia lo simple, herencia de uno de los maestros de Jesús, que desde 1995 comenzó a exponer en el Salón Nacional de Cerámica, donde las galerías y los expertos comenzaron a mostrar interés por su trabajo.

La venta por medio de las redes sociales apenas comienza, porque los platos, jarras y tazas están disponibles en la tienda del Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez y Ágape Galería. Aunque, por lo general, la mayor demanda está en Caracas y Valencia.

“Esa proyección hacia el centro fue a partir de mi participación en el Salón Nacional de Cerámica. Las tiendas iban a las exposiciones y empezaron a comprar”.

Claridad

Jesús domina su oficio sin pretensiones. Moldea y crea en función del arte, pero apuntando al gusto generoso de los potenciales compradores.

“Yo no trato de hacer una cerámica de autor ni una cerámica de altar, pienso que la persona que compra mi producto lo hace porque simplemente le gusta y porque va a cumplir una función”.

“Todo arte es completamente inútil”, también sentenció Wilde, pero Jesús opina que todo depende del gusto de cada uno, porque quienes adquieren objetos para el hogar no buscan arte, sino elementos para llenar un espacio.

“Creo que es más sublime que decir que es arte; porque hacer arte para los que saben, siempre ha sido complicado para mí. Porque yo no le hago un test de entendimiento de arte a mis clientes cuando me van a comprar una jarra. Simplemente la compran porque les gustó, y para mí eso es suficiente”.

¿Qué le ofrece Jesús a una persona que desea una jarra para su oficina?, un producto hecho a mano, diferente y con una historia alrededor.

“Yo no voy a ganar nada haciendo una cerámica para una élite que lo que tiene es dinero para comprarla. Y está bien que me la compren, pero yo trato de llegarles a todos por el simple hecho de que les guste”.

Los transeúntes que pasan frente a la vitrina, ven las piezas y dicen “me llevo dos”, es el gran público de Jesús. Para ellos trabaja, sin esnobismos.

“Yo no quiero romper un paradigma del arte con una jarra. Yo tengo mi temática, lo que hago para las exposiciones, y siempre trato de que mis piezas utilitarias tengan algo de lo que yo hago para las galerías, para ese público que sabe de arte”.

Y de nuevo resuena el eco del sentencioso Oscar sobre el oficio del creador: “revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte”.

Instagram: @locogsus

 

Redacción: José Flores

Foto: Cortesía Jesús Díaz

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