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La Book Shop cierra el “último capítulo” de su historia tras 70 años

“Hoy me entero que la Book Shop está cerrada. Allí un simple mortal como yo me encontraba con brillantes personajes en busca de novedades literarias y revistas, además de todos los periódicos de diferentes países”, comentó José Francisco Delgado asombrado por la “trágica noticia”.

“Qué padre de familia luego de un domingo descansado o  un día de trabajo, no tuvo que entrar ‘a la carrera’ a las 9.30 de la noche a comprar un artículo escolar”, continua Delgado y puntualiza que la librería cerraba a las 10.00 de la noche.

Además, recuerda que la Book Shop era la solución cuando su hijo, “luego de haber pasado la tarde jugando con el Nintendo 64, Los Tazos o las barajitas de Dragon Ball, ponía ojos de cordero degollado y le decía: ‘papi, dice la maestra Carmen que para mañana, sin falta debo llevar una cartulina Bristol blanca y una cajita de liguitas, ah y por favor, me compras un borrador de Nata y un sacapuntas porque hoy me lo sacaron del morral’”.

Esta breve, pero sentida crónica de Delgado, resume el sentir y la nostalgia de quienes vieron languidecer esta icónica librería, ubicada en la esquina de la avenida 5 de julio con Bella Vista. Ahora está en “liquidación total” con los precios “congelados”, presta ya para ponerle el punto final al último capítulo de su existencia.

Un templo a la migración floreciente

“Yo voy a seguir trabajando hasta donde pueda, pero las cosas se ponen cada día más difíciles”, expresó Viviana Escheverds, propietaria de la Book Shop, durante una entrevista que le concedió a TuReporte en febrero de este año.

Además admitió que el pago del alquiler era “un tema”. “Nosotros alquilamos y eso también está difícil. Toda esta cuadra pertenece a la pizzería Napolitana. Vamos a seguir, el problema es que la gente no tiene poder adquisitivo”.

En ese momento, Escheverds recordó los inicios de la Book Shop y puntualizó que estuvo al frente de la librería desde 1978. Ella es oriunda de Chile y casada con un argentino exdirector de la Fiat, que luego de su jubilación decidió emigrar a Venezuela para abrir un concesionario de vehículos.

“Yo estaba de ociosa y decía: ‘Dios mío, yo lo que quiero es trabajar’. Y conocí esto una noche. En esa época, los anteriores dueños ya estaban muy viejitos, eran italianos. Mi marido hizo contacto con ellos, que querían venderla. La esposa estaba muy enferma y lo compramos. Y desde entonces estoy al frente”.

La Book Shop estuvo ubicada en la esquina de 5 de Julio con Bella Vista desde 1948. Primero como un kiosco. Sus primeros dueños eran austríacos; los segundos, franceses; los terceros, italianos. “Y luego llegamos nosotros”, narró Escheverds, sonriente.

La Book Shop resistió gracias a los cambios

El local cambió totalmente en los últimos 39 años, porque la Book Shop en principio importaba revistas de Francia, Alemania, España e Italia. También los periódicos internacionales. “En esa época Pan Am llegaba a Venezuela todos los días a las 6.00 de la mañana y nosotros retirábamos el Wall Street Journal, el Miami Herald, el New York Times”, comentó la propietaria con nostalgia.

La librería, realmente, era una revistería. Así la recibió Escheverds y así la administró durante al menos tres décadas. Fue la precaria situación económica la que la obligó a introducir la papelería como principal fuente de ingresos.

“Antes la gente se llevaba muchas revistas científicas para aprender, pero también de hobbies: veleros, carros. Venía mucho profesor. Había revistas muy interesantes de Historia, de Política. Pero desde hace 10 u 11 años que no volvieron las revistas. En estos últimos seis, ocho años, sobre todo desde la aparición de Internet, cuando aún teníamos las revistas ya se había empezado a vender menos”.

El país también es otro

Venezuela, como la librería, también cambió mucho desde 1978, sobre todo en cuanto al optimismo. “Lo podías ver en la calle. Era lo que yo percibía, por lo menos. Seguramente había muchos problemas, porque lo que está pasando ahorita es un reflejo de que algo se hizo mal y por eso pasó lo que pasó”.

Escheverds es del centro de Chile, pero nació en un poblado de la cordillera de Los Andes, donde sus padres poseían unas tierras. Si algún día tuviese que emigrar de nuevo, no sería hacia su patria.

“Chile a mí me ahoga, es chiquitito, flaquito. Si miras a un lado, ves la cordillera de la costa; si ves al otro, está la cordillera de Los Andes”. Quizás Argentina. A Escheverds la fascinó la planicie. “Lo que me maravillaba era llegar a estos campos donde se te perdía la vista y no veías ninguna cordillera”. Sean a donde sea que vaya, feliz viaje.

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografía: Archivo

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