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De Sears a Bicentenario: Una travesía de 66 años que desnuda nuestra economía

La actual sucursal de Abastos Bicentenario de 5 de Julio, es más que un cajón de cemento y cabillas donde aún funciona lo que queda de la red alimentaria del Gobierno. Es un termómetro histórico que durante 66 años ha sabido medir con precisión la salud financiera de nuestra sociedad, al fungir como sede de empresas como Sears, Maxy’s y CADA, que han sido referentes por excelencia del consumo masivo y la calidad de vida en la Venezuela contemporánea.

Para los años 50’s, a pesar de estar bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Venezuela era la nación de mayor crecimiento económico en la región, habiendo disfrutado para entonces de casi 25 años de rentas petroleras. El país contaba con una deuda externa insignificante y el valor del bolívar era paritario al del dólar, superándolo ocasionalmente.

Esta situación, sumada a la fuerte influencia cultural ejercida por las transnacionales petroleras, atrajo la atención de empresas norteamericanas, que veían en la pujante economía criolla un mercado con valores afines y capacidad de consumo para ampliar sus operaciones en tiempos de expansión tras la segunda Guerra Mundial.

Fue así como en 1952, la empresa Sears, Roebuck and Company, oriunda de Chicago, decidió abrir en Maracaibo –capital petrolera de Latinoamérica- su segunda sucursal venezolana, tras el rotundo éxito de su primera tienda en Colinas de Bello Monte, Caracas.

Los zulianos más regionalistas de seguro defenderán a muerte que la primera tienda por departamentos de la ciudad fue Casa MacGregor, pero la pequeña planta física en la esquina de calle Comercio con Plaza Baralt no se comparaba con la extensión, infraestructura y alcance que lograría la organización Sears en la ciudad.

El espectacular edificio modernista de una sola planta, fue diseñado por el reconocido arquitecto Tomás Sanabria (mismo creador de la sede principal del BCV Caracas), bajo especificaciones precisas de la empresa estadounidense. Tal vez por pura casualidad, la megatienda ubicada en la calle 77 con avenida 20, tenía una entrada que recordaba a la fachada del aeropuerto de Grano de Oro, la cual hacía sentir a sus visitantes como si viajaran a otro país con tan solo cruzar las enormes puertas de vidrio con marcos de aluminio.

Maniquíes vestidos a la última moda, acompañaban las exhibiciones con productos de temporada, flanqueando el paso hacia una enorme área de exhibición de 12.000 M2. Mesones desplegados a lo largo de la vía central de granito pulido, delimitada por grandes extensiones alfombradas, eran seguidos por percheros y anaqueles en los departamentos de cosméticos, perfumería, calzado, electrodomésticos, línea blanca, lencería, ropa para damas, caballeros y niños, ferretería, automóvil, jardinería y juguetes entre otros. Era el primer mundo al alcance de la mano.

Durante 31 años los hogares marabinos se apertrecharon con marcas como Counter Craft, Kenmoore, Cold Spot, Silvertone o simplemente Sears, fabricadas por la enorme corporación, hasta que la devaluación del bolívar de 1983, hoy recordada como el infame “Viernes Negro” de Luis Herrera Campins, hizo que la empresa estadounidense abandonara el país tras venderle todos sus activos al Grupo Cisneros (dueños de Venevisión, entre otras cosas).

Cisneros apenas si tocó la planta física de lo que bajo su tutela se llamaría Maxy’s, tal vez en alusión indirecta a las tiendas Macy’s que manejaban un formato similar en los Estados Unidos.

El cambio más fuerte que sintieron los consumidores marabinos fue el nuevo letrero de color Azul que sustituyó a las letras de Sears. La tienda siguió ofreciendo muchas de las marcas tradicionales hechas en EEUU, pero gradualmente fue abriéndose a proveedores taiwaneses y chinos que ofrecían productos más económicos, acordes con la nueva realidad de consumo en el país.

A pesar de que los precios eran más accesibles, el consumo tendió a decaer durante la segunda mitad de los 80’s y principios de los noventa, hasta que en 1995 Cativen (Cadena de Tiendas Venezolanas S.A.), conformado por capital de mayoría colombiano (50,01% del Grupo Cadelco,  21% de Almacenes Éxito y 28,99% de Empresas Polar), adquirió las tiendas por departamentos y la cadena de supermercados CADA.

A finales del 95 Cativén introdujo rubros de alimentos en la tienda de 5 de julio, que seguía manteniendo artículos del hogar, en un formato de hipermercado llamado Super Maxy’s, que aprovechaba el posicionamiento de la marca para introducir el nuevo modelo de negocios, pero el experimento solo duró cinco años, hasta que la empresa francesa Casino, adquirió la mayoría accionaria de Cadelco y decidió convertir la megatienda en una sucursal de CADA, que ahora contaba con nueva imagen corporativa.

La planta física sufrió grandes transformaciones y parte del área de exhibición de las antiguas Sears y Maxy’s pasaron a ser un estacionamiento techado para ampliar la capacidad de recibir compradores.

Una de las mayores innovaciones que llegó a ofrecer CADA fue el horario extendido. Entre 2007 y principios de 2010 los usuarios podían efectuar a mitad de la noche o en la madrugada, aprovechando las calles despejadas y la ausencia de multitudes para hacer sus compras en un ambiente más tranquilo, pero rápidamente los encontronazos con el Gobierno nacional pusieron a la cadena de consumo masivo en la mira.

Cativen fue acusada de remarcaje de precios y especulación, provocando multas y cierres temporales, hasta que en junio de 2010 Cativén accedió a venderle al Estado la cadena de supermercados para integrarla a la red alimentaria oficial con el nombre de Abastos Bicentenario.

La estatización no mejoró la disponibilidad de rubros ni bajó los precios. De hecho lo poco que aún se consigue en sus anaqueles iguala y en algunos casos excede los costos de los establecimientos privados. El deterioro en el funcionamiento de la red de Abastos Bicentenario llegó a ser tan evidente que el propio presidente de la República, Nicolás Maduro, se vio en la necesidad de admitir públicamente que la misma estaba “podrida” por la corrupción interna y la reventa de productos regulados (bachaqueo).

Hoy en la sucursal de 5 de Julio hay secciones completas inactivas, las neveras están apagadas por falta de mercancía o dañadas y los anaqueles solo muestran un mismo producto una y otra vez en el extremo más cercano a las cajas registradoras, para dar la sensación de algún nivel de abastecimiento.

A pesar de las condiciones poco alentadoras, hay empresarios del sector privado interesados en reactivar la red de supermercados al menos en el Zulia.

En el 2017 la entrega de la sucursal de Bicentenario Norte a su dueño, Alfredo Provenzani, quien reinstalará allí supermercados Nasa, hizo que el empresario zuliano de ascendencia italiana propusiera al Ministerio de Alimentación la posibilidad de desarrollar otras sucursales de la red de alimentación bajo su marca, pero hasta la fecha dicha propuesta no ha concretado.

Ojalá en un tiempo no muy lejano la prosperidad regrese a la región y el país, para que los marabinos, podamos volver a la esquina de la 77 con la 20, a comprar lo que se nos antoje y salir con las manos llenas de bolsas, a disfrutar de una barquilla en el restaurante Golden House de al lado.

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografías: Archivo

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