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Fundación Un Bocado de Alegría brinda nutrición para cuerpo y alma

Un bocado es una cantidad pequeña de comida, pero también se refiere a “algo muy bueno” que está sucediendo. Ambos significados se aplican a la iniciativa de la Fundación Un Bocado de Alegría, que en una sola porción, busca alimentar ese ser integral que vive en cada niño.

La organización reúne cada sábado a 200 pequeños y les sirve “en bandeja de plata”, no solo una comida balanceada, sino un menú completo de amor, vinculos, contacto, educación, recreación, cariño, caricias, risas y juegos. Nutrición para cuerpo y alma.

Un Bocado de Alegría nació en enero de 2017. Un grupo de personas, conmovidas al ver a niños en la calle comiendo de la basura, se organizaron en una fundación sin fines de lucro para poder brindarles el apoyo necesario ante esas carencias, relata Miguel Rendueles Mata, director general de la fundación.

“Comenzamos a trabajar en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, que pertenece al sector La Lago. Allí, junto al padre Jorge Dos Passos, quien nos recibió apoyó y motivó a desarrollar esta noble labor, abordamos nueve comunidades del sector Cerros de Marín. Así, en una jornada semanal de alimentación y recreación, cada sábado atendemos a 200 niños”, explica.

La fundación recibe el censo de niños entre los 2 y los 12 años de edad, de manos de los líderes de la comunidad y del párroco de la iglesia. “Con esta data analizamos la población y detectamos si la mayoría está por debajo del peso y la talla que les corresponde por edad”.

Hacia otros horizontes

La jornada puede incluir, según los aportes recibidos cada semana, dotación de útiles escolares, juguetes o ropa. “En ocasiones llevamos oftalmólogos u odontólogos para realizar valoraciones. También pueden participar escuelas de peluquería que brindar servicio a los niños”.

Dentro de sus metas inmediatas están poder contar con el apoyo de un nutricionista, para intervenir y profundizar más en el tema de la desnutrición, levantar data y elaborar menús.

Un Bocado de Alegría inició en Nuestra Señora del Rosario y a mediados del año pasado comenzó una expansión hacia otras parroquias como, Don Bosco, Nuestra Señora de Fátima, La Milagrosa, La Asunción, El Silencio, Niña María, Santa Mariana de Jesús, Nuestra señora de Lourdes y El Buen Pastor.

“Hacíamos dos jornadas simultáneas todos los sábados. Lamentablemente, este año solo hemos tenido la capacidad de realizar una entrega semanal y las vamos rotando por las diferentes parroquias, según sea la necesidad y los recursos lo permitan”, indica Rendueles y asegura que hasta el momentos llevan más de 14 mil niños beneficiados.

Una cadena humana

Un Bocado de Alegría está conformado por una junta directiva de 10 o 12 personas, más un grupo de 100 voluntarios, entre jóvenes, adultos, estudiantes de bachillerato y universitarios, familias y matrimonios.

“Se requiere de muchas manos para la logística y la consecución de recursos. Cada quien aporta de acuerdo a su talento y disponibilidad, algunos apoyan con alimentos, otros con recursos, otros sirven de monitores de animación, dan talleres, cubren costos para llevar magos, cuentacuentos, inflables o títeres”.

La preparación de la comida se realiza en la cocina de la empresa Sugar Factory, que presta sus instalaciones todos los viernes y sábado. La fundación contrata a una cocinera que prepara y envasa los alimentos y a un chofer que se encarga del traslado a lugar de distribución.

También participan algunas empresas de entretenimiento que donan su talento, como Aquaparty, La Ronda, Mega Animation. “Este apoyo permite que, además de llevar el bocado de comida, podamos brindarles a los niños una hora de esparcimiento, recreación, promoción de valores y cariño, para que salgan de su entorno y puedan pasar un rato distinto”.

Bocado de Alegría paso a paso

Cada jornada representa un almuerzo o un brunch. Sea cual sea la opción, se sirve arroz o pasta con carne molida y pan; o arepas rellenas de carne, pollo o queso; o pasticho, o pabellón, o granos con arroz.

“Todo depende de los alimentos disponibles. Pero las jornadas especiales que re realizan en fechas como navidad o Día del Niño son como una pequeña fiestas, con pasapalos, helados y dulces”, cuenta Rendueles.

La jornada comienza con la recepción de los niños. “Cómo detectamos que venían muy ansiosos, les ofrecemos un refrigerio de entrada, que puede ser un vaso de chicha, galletas o tequeños, para que calmen el hambre que traen acumulada de la semana”.

Luego se desarrolla la actividad recreativa o cultural prevista, que incluye promoción de valores, recreación, manualidades y bendición de los alimentos. Después se sirve la comida principal y a la salida se obsequia a cada niño con un postre o dulce, que depende de los donativos de esa semana.

Nutrición de vida

Los cambios son evidentes. En la parroquia El Rosario, que es la más visitada, con una población de 450 niños que se rotan cada 15 días, los niños dan muestras de crecimiento integral de cuerpo, mente y espíritu.

“Allí es evidente el acercamiento, los lazos de afecto. Los niños nos llaman tíos o profes, cada visita es un reencuentro grato que nos hace sentirnos en casa. Muchos niños nos cuentan que ansían que llegue el sábado, porque es el día más feliz de su vida”, refiere el director y comparte que para los pequeños cada jornada es una fiesta, donde recibe manifestaciones puras de cariño y agradecimiento.

“Notamos cambios en el comportamiento y la disciplina de los niños. Aprenden sobre valores, colaboran y ayudan a recoger y limpiar luego de la jornada, dan las gracias, saludan y participan. Algunos que padecían desnutrición se han recuperado, porque ante esos casos críticos, de manera discreta hacemos llegar insumos a ese hogar para apoyar su alimentación”.

Todos ponen, todos reciben

El financiamiento de la fundación proviene del voluntariado. “Tenemos un chat donde se colocan los requerimientos semanales y cada quien dentro de su círculo de amigos, familiares, vecinos, corren la información y aporta lo que hace falta para completar la jornada”.

Además, cuentan con el beneficio de empresas que envían dotaciones mensuales, como vasos, servilletas, arroz, pasta, entre otros insumos. “También, las familias que asisten a la iglesia El Rosario aportan donativos y eventualmente realizamos actividades para recaudar fondos, como el taller que se efectuará este 18 de julio, en el teatro Bellas Artes, con el experto en finanzas Alejandro Quiñones”.

El costo de la entrada será 100 por ciento para la fundación y será invertido en logística, alimentación, compra de un congelador y otros requerimientos para mantener la obra.

“Tenemos amigos, conocidos y familiares que viven afuera y contribuyen con algunos fondos. Además, la empresa Puerta a Puerta AC Export patrocina los envíos de insumos, alimentos o materiales, que realizan venezolanos residenciados en Miami o Houston”, comenta para quienes desean colaborar desde el exterior.

“Lo que recibimos a cambio son muchas satisfacciones, agradecimiento, cariño. Conocemos las historias de estos niños, quienes viven una realidad diferente a la nuestra. Aprendemos a valorar y a agradecer por cada plato de comida, ese es un privilegio que no todos tienen”.

Rendueles cree firmemente que Un Bocado de Alegría es obra de Dios. “Él nos puso en este camino y nosotros hemos entendido cuál es la misión. Pusimos nuestro corazón en ello y Dios nos lo está recompensando de muchas maneras”.

Contactos:

Instagram: @unbocadodealegria

Twitter: @bocadodealegria

Facebook: Un Bocado de Alegría

Correo: 1bocadodealegria@gmail.com

Teléfono: 0424-670.1012

 

Redacción: Reyna Carreño Miranda

Fotografía: Cortesía

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