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El dramático final de la «Sociedad Dramática de Maracaibo»

No siempre hay presupuesto, música, vestuario, utilería o público. Cuando se vive sobre las tablas, las únicas constantes parecen ser un agobiante nudo en el estómago -que solo cede ante el aplauso- y una itinerancia que a veces alivia pero también oprime el alma. Hacer teatro en esta tierra es un acto de valentía que comienza con sueños, transcurre entre risas y esfuerzos, pero a la larga termina en lágrimas; así lo denota la antigua sede de la Sociedad Dramática de Maracaibo.

En la 3F, a pocos metros de la Avenida Universidad (justo detrás de ENNE de Bella Vista), hay una casona tapiada con techos de teja y una enorme estructura ruinosa de tres plantas adosada a la parte posterior, que solía albergar a una organización cuya misión y lema fue “Poetizar a Maracaibo”, pero hoy la única función que se presenta en el extinto Centro de Producción Cultural de la SDM se titula: “Se vende agua fría en botella de 355 y 500 ml”.

Irónicamente, la historia de cómo se vino abajo el escenario donde cobraron vida los sueños del poeta y dramaturgo zuliano Enrique León, es como reza el letrero de la única ventana abierta en la casona: Un baldazo de “agua fría”.

Poetizar a Maracaibo

La SDM se conformó como compañía de teatro en 1975, aunque carecía de sede propia. Su gran salto a la luz pública llegó dos años más tarde en la Casa dela Capitulación, cuando los actores Homero Montes, Orlando Atique, Rolando Urrutia, Aquiles Adrianza, Titina Blanco y Víctor Carreño entre otros, escenificaron la obra denominada “La Velada Artística y Recreativa” escrita y dirigida por el propio “Kike” León.

Germankis Parra, uno de los actores fundamentales de la SDM (desde 1981 hasta el 2000), cuenta a TuReporte que el camino para lograr una sede fue largo y arduo, pero llegó finalmente en 1992 cuando el entonces gobernador del estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, entregó en calidad de comodato los espacios de la casa ubicada en la 3F, gracias a un subsidio otorgado por el entonces viceministro de cultura, el maestro José Antonio Abreu.

Después del referido acto administrativo la SDM tardaría otros cuatro años en levantar una infraestructura diseñada no solo para satisfacer las necesidades del público visitante, sino también para dignificar el trabajo de los actores que hacían vida en la compañía teatral.

Parra cuenta que los recursos que fueron aprobados por el maestro Abreu terminaron siendo desviados por el Ejecutivo regional para otros finales, lo cual desató una cruzada mediática en el mundo cultural nacional que contó con el respaldo del desaparecido caricaturista Pedro León Zapata.

Una sede digna

Finalmente gracias subsidios entregados anualmente por el Consejo Legislativo del Estado Zulia (CLEZ) y una alianza con la constructora Costa Norte, se pudo edificar la estructura concebida por el arquitecto Gustavo Montero, quien ya venía trabajando en la escenografía de la compañía teatral y entendía bien sus requerimientos.

La planta física de tres niveles se levantó a un costo de 4,5 millones de bolívares de los viejos (cuando no eran fuertes ni soberanos). La estructura de la casona llamada Santa Eduvigis fue respetada e integrada como espacio de galería para exposiciones de artes plásticas.

El edificio del fondo –hoy en ruinas- tenía en la planta baja un teatro para 250 espectadores, cuyo formato flexible permitía disponer al público en forma lateral o circular, dando así a las obras un carácter experimental, irreverente y novedoso para la época.

La parte administrativa contaba con áreas para la gerencia de producción, docencia, fondo editorial, relaciones interinstitucionales, un par de secretarias, recepcionista y administrador, mientras que en el segundo nivel estaban el salón de lectura, dos camerinos con capacidad para 17 actores, debidamente equipado con casilleros, espejos, luminarias y duchas.

Más adelante quedaba la oficina o “palomar” de Enrique León, donde el director podía asomarse esporádicamente a ver el escenario desde un punto elevado, sin tener que sufrir la angustia que le generaba estar presente ante el público durante las puestas en escena.

Parra comenta que la edificación que también disponía de salón de costura y planchado para el vestuario, así como aulas para impartir las clases de actuación fue en declive después del año 2002, cuando comenzaron a mermar los presupuestos.

Indolencia política

“Todavía hoy en 2018 no tenemos unas líneas maestras de políticas culturales que le permitan a uno seguir desarrollando y esto se nota en la disminución de la demanda artística en la ciudad. Ya no hay estrenos, los grupos que existían están lejos y la gente se cansó de no tener como costear servicios y el personal de funcionamiento” detalló Parra, al acotar que los políticos no han entendido aún la importancia de la creación cultural como un hecho total.

Esta afirmación se evidencia claramente en el expediente del juicio iniciado por la Gobernación del Zulia en el año 2006 para rescindir el comodato de la SDM, alegando que la promoción de la actividad cultural no es un servicio público de interés general.

Hoy todos los miembros de “La Dramática” están haciendo vida en otros grupos que también han dejado su huella en el ámbito teatral nacional e internacional, pero destacan al unísono el papel clave que jugó la SDM en la promoción cultural de la región y el país; por ello lamentan que el esfuerzo realizado para levantar la sede hoy este reducido a un antro colonizado por la indigencia.

 

Una vida de arte

A sus 76 años, Enrique León aún reside en su Maracaibo natal y está casado con la historiadora y profesora universitaria Ileana Morales. Aunque está alejado de los escenarios todavía se le considera el más importante director de teatro del Zulia en la actualidad.

Entre sus puestas en escena destacan:

  • Velada artística y recreativa en Casa de Morales (1977)
  • La Ley (1978) de Jesús Enrique Lossada
  • Aventuras de Pedro Rimales (1978) de Javier Villafañe
  • Woyseck (1979) de G. Büchner
  • El médico a palos (1980 y 1983) de Molière
  • Visita guiada al teatro Baralt (1981)
  • Pro-fundo (1982) de José Ignacio Cabrujas
  • Traje de etiqueta (1982) de César Chirinos
  • Ubú Rey (1982) de Alfred Jarry
  • Boleros, puesta en escena del amor (1984)
  • Edipo Rey(1985) de Sófocles
  • Caín Adolescente (1987) de Román Chalbaud
  • Farsas comedias (1988) de Ildefonso Vásquez
  • Cerco (1989) de Nelly Oliver
  • Son Caribe (1990) de Enrique León
  • Picardías de Scapín (1991) de Molière
  • Farsas (1994) de H. Sachs
  • Flor de baile. Contradanza para dos piezas de cámara (1997)
  • Agua de colonia (1998) de Enrique León

 

 

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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