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El “Aladdin Maracaibo”, donde todos quieren ir y pocos admiten haber estado

Es de noche y el temor a ser visto hace que la adrenalina fluya con cada estímulo. La oscuridad de la carretera sirve a los propósitos. En la garita de acceso no prestan mucha atención -solo interesa que seas mayor de edad-, igual se siente como la alcabala de un thriller de espías de los 60’s. Lentes oscuros, cédulas prestadas, bufandas y pelucas. Quién sabe cuántos disfraces habrán servido en 14 años para encubrir la visita furtiva de mafiosos, niñas bien, políticos, empresarios y damas de sociedad al hotel de alta rotación más famoso de la ciudad.

Su sola mención desata reacciones bipolares de pudor y fascinación. Esa doble moral es también síntoma inequívoco de su éxito. Desde su inauguración el 31 de octubre de 2003, el hotel Aladdin de Maracaibo ha sido el escenario de “mil y una noches” de fantasías de romance, erotismo, lujuria, venganzas amorosas y alguna que otra muerte en la capital zuliana.

Exótico y discreto

El gran atractivo que seduce a los marabinos hacia este castillo de pasiones ocultas, es una combinación de atributos propios de hoteles boutique, con amenidades que antes solo eran disfrutables en el paquete de bodas de alojamientos de cuatro o cinco estrellas, pero con la conveniencia adicional de un ambiente diseñado para la más absoluta confidencialidad.

En contraste con su vistosa fachada que emula un palacio persa, el bajo perfil de los usuarios es un valor bien resguardado en el Aladdin. El control de acceso asemeja a una taquilla de autobanco donde los documentos de registro y el pago se intercambian mediante una gaveta retráctil y las suites temáticas (de estilo árabe, japonesa o africana) tienen estacionamiento interno con santamarías que ocultan el modelo y placa del carro o los carros de sus ocupantes.

Pisos de mármol con niveles, hall de entrada, mobiliario de madera, mullidas camas con sábanas frescas de un blanco impecable, almohadones, cobertores de plumas, televisor LCD de 40”, secador de cabello y decoraciones traídas de Marruecos, Japón, Tailandia, China y África, dan personalidad individual a todos los espacios, pero a medida que se va escalando en el tarifario las instalaciones van sumando amenidades como sauna, jacuzzi, ducha cascada con techo retráctil, piscina, nevera ejecutiva y televisor de 52”.

Una vez disipado el “wow” inicial del visitante primerizo, toda la atención se desvía hacia el célebre “burrito”, un curioso mueble que parece sacado del Kamasutra, provisto de una acolchada forma sinuosa que se adapta a los contornos del cuerpo, manubrios y estribos para acomodar las más demandantes de las acrobacias sexuales.

Es tal la popularidad del controvertido objeto, que Federico Fernández, copropietario de la cadena hotelera con sedes en Caracas, Valencia, Puerto la Cruz, San Diego y Barquisimeto, contó durante la inauguración de Maracaibo, que la primera vez que incluyeron el artilugio fue todo un boom.

“Poco después de abierto el hotel de Barquisimeto me llamó el gerente para contarme que había gente esperando por la Suite Este. No entendía aquel fenómeno, si todas las habitaciones eran iguales, después recordamos que el bendito aparato estaba ahí. Eso hizo que instaláramos ‘burritos’ en todas las habitaciones de los otros hoteles”, detalló entre risas el empresario.

Entre pudor y poder

La historia del Aladdin en Maracaibo ha estado cargada de los prejuicios morales que suelen perseguir a este tipo de emprendimientos. En 1993 la cadena intentó instalarse en la avenida Milagro Norte, cerca de lo que hoy es el Sambil, pero el entonces Alcalde de la ciudad, Fernando Chumaceiro, rechazó el proyecto por presión de los sacerdotes del colegio Rosmini.

Aquel episodio desató una batalla legal con la municipalidad donde los Fernández salieron judicialmente airosos, pero al final ganaron los pudorosos ya que los terrenos terminaron siendo usados para un complejo habitacional. Les tocaría esperar una década más, hasta la gestión del alcalde Giancarlo Di Martino para incursionar en el mercado marabino.

El segundo esfuerzo también tuvo su buena dosis de polémica, ya que el respaldo directo de Di Martino a la obra fomentó una ola de rumores sobre la supuesta sociedad del padre del alcalde en el proyecto hotelero. Aunque la especie fue desmentida por el propio Federico Fernández, el enfrentamiento entre la Alcaldía y la Gobernación de entonces (encabezada por Manuel Rosales) puso al Aladdín como uno de los blancos a ser bombardeados por la artillería política. En esta oportunidad los ataques no lograron frenar la obra que abrió a toda pompa en el 2003, con la presencia de la zuliana Mayerling Urdaneta, Miss Playboy TV Venezuela de ese año.

“Di Martino, cuando vio el proyecto de Caracas, nos llamó y nos pidió que invirtiéramos en Maracaibo. Él quería que fuera menos motel e hicimos los cambios necesarios. Puedo decir que la alcaldía que más apoyo nos ha dado en la historia de los hoteles Aladdin, ha sido la de Maracaibo, sin pedir mucho a cambio. En el momento en que compramos los terrenos nos solicitó dos canchas múltiples para los colegios cercanos al hotel”, aclaró Fernández, durante una entrevista dada a la revista Exceso en el marco de la apertura.

Variedad y conveniencia

Hoy el exótico nido de amor sigue cosechando los frutos de su ubicación estratégica en la Circunvalación 1, lo suficientemente lejos para mantener la discreción y convenientemente cerca para ir y volver en cuestión de minutos. Su amplia gama de ambientes suntuosos y estimulantes brindan a las parejas consolidadas y los amantes de ocasión, escenarios confortables y distintos para romper la rutina o consumirse bajo el ardor de una pasión prohibida.

Las habitaciones presentan un amplio rango de opciones a la medida del tiempo y presupuesto de cada usuario. Tarifas de 12 o 24 horas de ocupación diversifican aún más las posibilidades de disfrute. Por ejemplo la habitación sencilla que cuenta con hall de entrada, dos niveles, cama cuadrada con cobertor de pluma, TV LCD de 40», sala de baño, secador de cabello, amenities de cortesía, sin estacionamiento, se cotiza en Bs. 280.000 (aprox 2,8 dólares) por 24 horas.

En el extremo opuesto de la tabla de precios están Taj Mahal y Aladdin, decoradas al estilo de las fantasías de Sherezade, con hall de entrada, 3 niveles, cama king con cobertor de plumas, sillón de descanso, piscina, secador de cabello, baño premium, sauna, nevera ejecutiva, TV de 52” en la piscina, TV de 42” en el dormitorio, Bluray y estacionamiento para dos vehículos, por un costo de Bs. 560.000 (aprox, $5,6) por 6 horas.

El Aladdin parece no necesitar de grandes esfuerzos para promoverse. Ello se nota en sus redes sociales donde los usuarios preguntan incesantemente cosas que nadie contesta. Tampoco hay quien atienda los números que figuran en la página web del hotel ni despliegan las secciones con información sobre los paquetes. Aun así noche tras noche carros entran y salen del hotel al que todos han ido o quien ir, pero pocos los admiten.

 

Para más información puede ingresar a:

Web: http://www.aladdinmaracaibo.com/

Instagram: @tuhotelaladdin

 

 

Redacción: Luis Ricardo Pérez P.

Fotografía: Archivo

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