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El accesorio como arte: la joyería textil de Patricia Negrín

Patricia Negrín hizo de su nombre una marca para un proyecto infrecuente, original: la joyería textil. Botones, cierres y retazos de tela para vestidos son el instrumento de su arte. Con ellos confecciona a mano collares, brazaletes y colgantes para dama en diversos colores.

Todo conspiró en su hogar para que esta zuliana se dedicara al arte: su padre, es naturista e investigador; su madre, cose, dibuja y pinta. No había escape para Patricia, que aunque es licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, dedicó su tiempo libre a formarse en las artes del fuego: joyería, cerámica y vidrio.

“Primero estudié joyería en la escuela Neptalí Rincón, y vidrio y cerámica en la escuela Julio Árraga”.

Hace ocho años en sus manos cayó una bolsa de cierres de dientes de aluminio. E investigando qué hacer con ellos, dio con varios artistas de Asia y Europa que la inspiraron a darles forma. Con los botones el proceso fue similar.

“Me prestaron una máquina y empecé a ver qué se hacía con los botones. Las telas que utilizo me las proveen dos amigas diseñadoras de vestidos. Con poca tela saco diseños: pulseras, algunos collares. Las telas también las he obtenido las veces que he podido viajar o con amigas que se han ido de viaje”.

Mercadeo

Patricia maneja las ventas de su joyería textil a través de Instagram (@patricianegrin_), donde la contactan la mayoría de sus clientes; en una tienda en el aeropuerto de Maiquetía —un lugar estratégico, dado el tránsito de pasajeros—; una tienda en Valencia, y en los bazares que se organizan en Maracaibo.

“En los bazares me ha ido muy bien. Las ventas te lo dicen. Hay días flojos, pero quienes lo visitan se llevan tu tarjeta, se llevan la referencia, porque este trabajo no es común, ni prefabricado ni es un producto que se revende. La gente se va con la sensación de que se llevan una pieza única. La idea es no ser repetitivos”.

De hecho, Patricia trabaja por series, pero muy pequeñas. De cuatro a cinco collares similares y del mismo color. “No me permito repetir más de cinco veces el mismo collar. Uno, como diseñador, se limita. Además tengo una variedad de colores. Ya cuando es una pieza por encargo o es muy específica o tengo que hacer una modificación, la puedo volver a hacer”.

Con los botones crea seis diseños de collares y brazaletes; con los cierres, uno solo, pero variantes en tamaño y color. Ahora experimenta con accesorios más diminutos: colgantes y dijes. La cinta regula el tamaño y se puede lucir de varias formas. Es un negocio rentable, pero demanda esfuerzos.

“Yo vivo de esto, pero en otros tiempos era más rentable. Tanto, que era mi única entrada. Muchos lugares han dejado de vender materia prima y tuve que comprarla afuera. La pega la compré en Colombia. Los broches imantados. Casi todo lo que empleaba no se produce en Venezuela, entonces empezaron a traer material pero de baja calidad. Sí se puede vivir de esto, con disciplina y originalidad. Y manteniendo la misma calidad”.

Contactos

Instagram: @patricianegrin_
patricianegrin@gmail.com

 

Redacción: José Flores

Foto: Cortesía Patricia Negrín

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