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Descubra la verdadera historia tras la casa de “el primer exorcismo de Maracaibo”

Diagonal a la iglesia San José en 5 de julio, a solo una cuadra del cementerio redondo están Morela y Luminosa. Perennemente vestidas de un blanco harapiento, la imagen espectral de estas “gemelas” de al menos 70 años, basta para erizar la piel de quien las contempla. Por décadas, el velo de misterio que ha cubierto a estas dos casas olvidadas por el tiempo, las ha definido como residencia permanente de las más horrendas leyendas urbanas de Maracaibo.

Una pared a media altura con sendos portoncitos de hierro, es todo lo que separa a estas quintas de estilo Art Deco de las inclemencias de la calle y hampa, pero aun así, casi nadie se les acerca. Los peatones más bien apresuran el paso frente a ellas y hasta hay quienes afirman, que bajo la sombra del frondoso nym que custodia la entrada “se siente un frio de muerte”.

No son idénticas, pero algunos elementos comunes de sus fachadas con pórticos que asemejan mausoleos, y el hecho de que comparten un mismo terreno de casi 1.000 M2, ha llevado a que los marabinos se refieran a estas viviendas como gemelas.

Luminosa es la más grande las hermanas. Aun luce sus ventanas enrejadas y tapiadas con bloque y cemento. Cuenta con un área de construcción de aproximadamente 390 M2 entre dos plantas que incluyen una amplia habitación, cocina, sala y terraza. Tal vez por esto es la única que está precariamente habitada por una familia de “cuidadores”, integrada por cuatro adultos e igual cantidad de menores.

En el extremo derecho del terreno está Morela “la atormentada”. Su rostro iluminado por el sol, está plagado de advertencias solo visibles para el espectador acucioso.

No tiene acceso directo. La diminuta reja de hierro de la pared perimetral está condenada con bloque y cemento. Las ventanas de toda la casa también fueron selladas y frisadas hasta borrar todo rastro de su existencia. La puerta de hierro de un verde grisáceo luce dos pasadores con pesados candados anti-cizalla. El moho y hollín acumulado en las molduras geométricas de la fachada, acentúa el aspecto lúgubre de aquel sitio, como si la oscuridad reinante en su interior se abriera paso entre las grietas.

En este claustro habitan un rosario de historias paranormales tan variadas como disímiles. Es difícil precisar cuál fue la primera que permeó el imaginario local, pero sin duda la más difundida es la del supuesto “primer exorcismo de la ciudad”, tal vez influenciada por la película del mismo tema que estremeció al mundo en 1973.

La leyenda urbana indica que en una fecha indeterminada, quizás en la década de los 50’s, en esta vivienda fue degollada o decapitada una dama de la alta sociedad. Tal barbarie, y una serie de eventos inexplicables tras el crimen -jamás visto en la Maracaibo que dormía a puertas abiertas-, llevó a la conclusión de que se trataba de una posesión demoníaca, por lo que la familia de la víctima buscó el auxilio de un cura para que expulsara aquel mal. En un sospechoso paralelismo con la película protagonizada por Linda Blair y Max Von Sydow, el sacerdote de la Morela también murió poseído por el maligno. El relato afirma que se ahorcó y su imagen fantasmal todavía se aparece en el segundo piso.

Es tal la proliferación de este mito que incluso en la data que reposa en el expediente de la parroquia digital que lleva el Centro de Procesamiento Urbano (CPU) de la ciudad, se lee entre las observaciones correspondientes a la casa identificada con la nomenclatura 15-93 la anotación “sacerdote fallecido”.

Una variante de la historia indica que el espectro que atormenta a la Morela sería el de la dama decapitada, mientras que otras versiones menos conocidas aducen que el alma en pena es de una niña que murió al caer del balcón.

El asistente de la casa parroquial de la iglesia San José por más de 20 años, destaca que en los años 90’s, durante el auge mediático de las “sectas satánicas” denunciadas por el padre José Palmar, la Morela se convirtió en el centro de atención de jóvenes que se retaban a demostrar su valentía, incursionando de noche hacia la oscuridad del patio trasero (la única área accesible de la propiedad). El señor Navarro indica que esta situación hizo que por un tiempo el mito de la casa migrara hacia el tema de la brujería y el satanismo, por lo que rápidamente las paredes de presunto “lugar maldito” o “puerta al infierno” se llenaron con grafitis de “peligro” y advertencias que fueron tapadas años más tarde con la pintura blanca que hoy se escama bajo la acción del sol y las lluvias.

Comerciantes y asiduos del sector aseguran que las casas nunca han estado embrujadas y la razón por la que las ventanas están tapiadas desde hace décadas es más funcional que paranormal.

Suny Ferrer, una mujer de baja estatura que vende golosinas en una mesa frente a la Luminosa, asegura que ella y su familia tienen más de 24 años residiendo ahí como cuidadores con autorización del propietario.

Con una mirada esquiva y voz aguda teñida de un fuerte acento neogranadino, la dama de cuarenta y tantos años afirmó categóricamente que “ninguno en la casa ha visto ni escuchado nunca nada extraño de día ni de noche. Lo único que a veces mete miedo por aquí son los ladrones que se saltan a robar en la casa del lado (la Morela) que la usa el dueño como depósito”.

Otros residentes de la misteriosa propiedad que no quisieron identificarse señalaron a Tu Reporte que “por mucho tiempo ha venido gente queriendo averiguar si es verdad que en la casa espantan, que si hacían brujerías o rituales satánicos, pero nada que ver. Por mucho que uno lo desmiente la idea persiste”.

El propietario, a quien los ocupantes de la Luminosa llaman simplemente “el señor Pepe”, es  Giuseppe Santorsola, un comerciante de origen italiano que desde los años 60 se dedicó a la venta de lámparas y textiles en un local ubicado al lado de la Refresquería 5 de Julio, muy cerca del cuestionado lugar.

Fuentes allegadas a la familia Santorsola validaron la versión de los “cuidadores”, de que las viviendas fueron tapiadas para ser utilizadas como depósito por la cercanía con el almacén. También explicaron que la razón por la cual nunca fueron demolidas ni vendidas, es debido al fuerte apego emocional del propietario de ya 90 años con las edificaciones, a pesar de que por largo tiempo le han tratado de convencer (sin éxito) para que aproveche la propiedad ubicada en una de las vías más estratégicas de la ciudad.

Ya sea por casualidad o causalidad, el mito de la Morela jugó a favor de los intereses de Don Pepe, ayudando hasta cierto punto, a alejar por más de 40 años a invasores y amigos de lo ajeno. Tocará esperar a ver si en el futuro persiste la infame leyenda de “el primer exorcismo de Maracaibo” o un eventual relevo generacional termina de desterrar las tinieblas que habitan en “las casas embrujadas de 5 de Julio”.

 

Redacción y fotografía: Luis Ricardo Pérez P.

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