Política 

Arias Cárdenas y Panorama se enfrentaron a muerte por las banderas del poder

Hubo un momento en el que Francisco Arias Cárdenas, líder del 4 de febrero de 1992, no salía en las páginas de Panorama. Si su nombre aparecía, era sin dudas, por denuncias en su contra o para destacar alguna potencial falta o deficiencia de su gestión como gobernador del Zulia, en pleno inicio de su primer mandato regional, por allá en 1994. Fue una guerra de intereses que ubicó al desaparecido Esteban Pineda Belloso, presidente editor del diario, al otro lado del ring, en un escenario marcado con el signo del pugilato por el poder financiero local.

Juan Carlos Zapata, en su libro, Plomo más plomo es guerra: proceso Chávez, recogió detalles de una confrontación cuya resonancia llegó a estremecer los corrillos políticos, sociales y económicos más importantes del estado. Ese año, Pineda Belloso fue figura protagónica por el escándalo de la quiebra del Banco Maracaibo, que salpicó a poderosos empresarios de la región.

“Al caer la institución, los grupos tradicionales fueron afectados en imagen y fortaleza financiera. La mayoría de sus administradores y directivos huyó del país, tal como ocurrió con el resto de banqueros involucrados en la guerra financiera que tumbó medio sistema bancario venezolano. Pero no todos huyeron, porque Pineda Belloso se quedó en Maracaibo, respaldado por el poder central que entre 1994 y 1998 estructuraron el expresidente Rafael Caldera y el exsecretario general de AD, Luis Alfaro Ucero”, refresca Zapata en su investigación.

El periodista recuerda, sin embargo, que si bien el poder central estaba muy cerca de Pineda Belloso, el poder regional se le oponía. El editor de Panorama había apoyado en 1994 la candidatura de Arias Cárdenas para la Gobernación del Zulia y su intención era seguir influyendo sobre las decisiones que se tomaran en el Palacio de Gobierno. En las gestiones de Oswaldo Álvarez Paz y Lolita Aniyar, desempéñó un rol de aliado estratégico. “Pero Arias Cárdenas, quien desde un principio estuvo dispuesto al consenso y al diálogo, no aceptó imposiciones, como la entrega de las concesiones para las reparación de las carreteras zulianas a compañías propias o de allegados de Pineda Belloso. Cuando el Gobernador decidió que los contratos serían entregados mediante licitaciones públicas, comenzó la guerra. Menos de cuatro meses duraron las buenas relaciones entre ambos poderes: el del Gobierno regional, y el de Esteban Pineda Belloso”.

La licitación de la carretera Lara-Zulia, el más importante contrato en cuestión, fue ganada por Humberto Petricca. Esta operación acentuó la crispación de don Esteban.

La soberbia del poder

El propietario de Panorama estaba acostumbrado al monopolio editorial con base en sus relaciones de poder. Ningún diario, incluyendo Crítica o La Columna, que apenas lograron sobrevivir por pocos años, lograron mediano éxito ante el coloso informativo del Zulia, donde la lista de vetados por no ceñirse a las decisiones de la directiva, crearon una gigantesca línea imaginaria que socavó el alcance de sus exigencias y  alimentó a sus adversarios empresariales hasta consolidar sus intereses de forma monolítica. El nacimiento de La Verdad fue producto de tanta soberbia y agresiones.

Esteban Pineda Belloso formaba parte del grupo de las Tres Pes, junto con Fernando Pérez Amado y Luis Ángel Pérez Atencio, propietarios de casi el 40 por ciento del Banco Maracaibo, suficiente para ejercer su control de la entidad, porque el resto, eran en su mayoría acciones en tesorería. La institución había cumplido 112 años en 1994 y dominaba el 30 por ciento de los depósitos del Zulia, el 25 por ciento de la cartera agropecuaria y más de la mitad de las operaciones de tarjeta de crédito con Visa Banco Maracaibo.

La entidad, además, era la más grande promotora de desarrollos inmobiliarios, así como accionista de empresas de envergadura como Grupo Zuliano y Grupo Sidepro. Con 5.000 empleos directos, se ubicaba en el primer lugar entre todas las compañías empleadoras de mano de obra. Pineda Belloso se valía del poder de esta entidad para manejar la economía regional. Además, ya contaba en su portafolio familiar con Panorama, Seguros Catatumbo, Cementos Catatumbo, la Casa Eléctrica y Canege, una firma de inversiones inmobiliarias.

La línea editorial de Panorama contenía un vaivén de mensajes alimentados de la venganza. En la redacción del rotativo ubicado en la avenida Delicias, había una lista de personajes, personalidades, instituciones y empresas que no podían ser nombrados. La batalla con Arias Cárdenas polarizó la hoja de ruta en los contenidos. “Por primera vez un gobernador no era su amigo, su aliado, su socio”, resalta Zapata. “Este sería quizás el factor de mayor contrariedad. Francisco Arias Cárdenas no era solo un gobernador, era también una referencia política nacional”.

En vísperas de la campaña presidencial que elevó al poder por primera vez a Hugo Chávez, la guerra entre Arias y Pineda Belloso llegó a salpicar al propio líder de la revolución, quien con José Vicente Rangel como conector, tuvo acercamientos con el presidente de la casa editora. Inteligente, con olfato y hábil para los negocios, el jefe de la casa editora se mantuvo ajeno a la confrontación directa con el caudillo, entonces una figura verdaderamente emergente.

Durante las regionales de 1998, Pineda Belloso encabezó una feroz campaña para enterrar la candidatura de Arias Cárdenas y elevar a Manuel Rosales Guerrero, entonces en las filas de Acción Democrática. Fue una pugna a varias bandas y con personajes pesados y no tanto en ambos frentes. Al resultar reelecto el líder del 4F, la consigna del pueblo fue: “Ganó Arias, perdió Panorama”. Aún se recuerda como cientos de miles de simpatizantes del militar retirado rodeó el edificio del rotativo para vocear consignas contra el empresario.

En esa batalla, la figura del padre Gustavo Ocando Yamarte, como director de Niños Cantores Televisión, canal 11, jugó un papel estelar. “Claro, Panorama, aliado al jefe de AD en la región, Omar Barboza, al arzobispo Ovidio Pérez Morales y al presidente de la República, Rafael Caldera, conspiraron”, siempre en la versión de Zapata, “para apartar de la jefatura de la televisora al polémico sacerdote y a todo su equipo. Uno de los más afectados por los ataques fue Argenis D’ Arienzo, el periodista de mayor audiencia regional, quien exponía las responsabilidades de Pineda Bellosa en la quiebra del Banco Maracaibo y se refería a Panorama como el diario Pornorama”.

Al final de la campaña nacional y regional, Arias Cárdenas, aprovechando una visita de Hugo Chávez al Zulia, lo acompañó a su visita en el rotativo. Según la versión de Zapata, Chávez quiso distender el ambiente y dijo: “Ustedes deben tomarse un whisky”, a lo que el editor respondió: “Ya no los tomamos hace seis años”.

Poco tiempo después, Arias Cárdenas se desvinculó políticamente de Hugo Chávez Frías y lo adversó, fallidamente, en la carrera por la presidencia. Su figura se desinfló y se reinventó al formar parte del círculo de radicales opositores más rancios del país. Sólo emergió del ostracismo cuando el líder del proceso echó arena sobre el fuego de los insultos, acusaciones y descalificaciones que le hiciera su antiguo compañero de armas, a quien el 23 de marzo de 2006, lo designó embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas. Desde entonces Arias Cárdenas recobró su poder, al punto de regresar al Zulia, donde logró la diputación como estandarte del Psuv, y después recuperó la Gobernación en un contexto mucho más favorable: con una directiva del diario Panorama sin Esteban Pineda al frente -aquejado de una enfermedad que lo llevó a la muerte en 2010- y con un manejo de las relaciones de poder totalmente distinto. Hoy es un periódico en el cual tiene las puertas abiertas. Por ahora.

 

Redacción: Raúl Semprún

Fotografía: Archivo

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