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Anna Zárraga, confeccionando la osadía

Desde pequeña, Ana se sintió atraída hacia la moda, al bien vestir. Se quedaba absorta viendo a las modelos desfilando en la televisión. Y un año antes de graduarse de ingeniero industrial, se dejó llevar por su atracción vital. Roberto su novio, la acompañó.

“Hace un año le dije que quería emprender en algo, porque a pesar de la crisis, Venezuela es un país de oportunidades. Le propuse una marca de ropa, que es lo que siempre me ha gustado. En ese momento yo no sabía nada de telas ni costura. Él me dio todo su apoyo. Y yo empecé a investigar”.

Pero fue Roberto quien le sugirió a Ana utilizar su propio apellido para la marca: Zárraga. Los bazares fueron su bautizo de fuego en el mercado. Se lo plantearon como una meta que con el tiempo les sirvió de brújula.

“Si uno no tiene metas, está perdido. Le dije a mi novio: ‘me voy a meter en un bazar, y ahí vamos a ver cómo hacemos’. Pagué el bazar, sin costurera, sin tela, sin saber nada”.

Fue en el Hotel Intercontinental, organizado por la Universidad Católica Cecilio Costa. Sólo tenían poco más de un mes para prepararse. Se inscribieron a mediados de octubre y el evento era en diciembre. Confeccionaron blusas y vestidos.

“Al final, entre tropiezos, llegamos al día con la mercancía. No vendimos nada, cabe destacar. Mis mejores clientas ese día fueron mi suegra, mi tía, mis amigas y ya”.

Nueva estrategia

Ana estudió el comportamiento de los bazares, cómo se presentaban los productos para la venta. Descubrió que casi toda la ropa era similar, pero además estaba arrumada en los stands y no se podía apreciar a simple vista. “La imagen es lo que vende. Como en el caso de Carolina Herrera, la marca es lo que vende. Lo demás va solo”.

Diseñaron un stand más atractivo, iluminado, que les permitía proyectar el logo de la marca y su dirección en Instagram: @anna.zarraga. Con este proyecto en marcha y más piezas confeccionadas se fijaron la nueva ruta: Bazar Más, en el Hotel Intercontinental, un evento con más publicidad y de más alto perfil.

“Era muy difícil entrar. Hablamos con expositores y nos decían: ‘yo intenté tres años’, ‘yo intenté cinco’, ‘nunca me aceptaron’. Pero nos encantan los retos”, relata Ana. “Ese mismo día había un bazar en el Club Creole, donde también dicen que es muy difícil entrar, pero lo logramos. Paralelamente hicimos la propuesta para Bazar Más. Pagamos el Creole y esa misma tarde nos aprobaron la solicitud de Bazar Más”.

Vendieron casi todo. De 70 piezas sólo quedaron 20, y la satisfacción de saber que estaban en el camino correcto, de que el trabajo estaba bien hecho. Y, por supuesto, las ganas de seguir. Tanto, que con esas ganancias Ana compró tres máquinas de coser para su taller.

“En ese momento la empresa donde yo estaba trabajando cerró. Y fue mucho más el empuje porque al saber que tienes una necesidad, con más ganas vas a hacer tu trabajo. Si te gusta, tienes la pasión, la disciplina y ya no tienes un empleo, más aún te vas a enfocar”.

Proyectos

Este año Anna Zárraga comenzó a confeccionar jeans y se plantean crear piezas para caballeros.

“También planeamos proyectar la marca hacia el extranjero, en vista de la situación del país. La tela la compramos en Venezuela, pero eso es un vaivén. A veces quedamos tabla, porque cuando vuelves a invertir, la inflación ya ha hecho sus estragos, pero quedan las ganas de seguir”.

Cuando no hay bazares, Ana vende sus piezas a través de Instagram, donde recibe peticiones de modelos personalizados, especialmente vestidos. El tiempo de confección se toma entre dos y siete días, dependiendo de la carga de trabajo.

La costura es una pasión que crece poco a poco en Ana, pero aún se mantiene fiel al amor por el diseño que la compaña desde la niñez.

“Yo hice un diplomado de alta costura, pero no es mi fuerte. Prefiero el diseño, es lo que me mueve”.

Instagram: @anna.zarraga

Redacción: José Flores

Foto: Cortesía Ana Zárraga

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